3. Soy el epítome de estar bien

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Teya Dora - Dzanum (0:42 - 1:37)

La casa está a oscuras, no me molesto en encender las luces, ¿para qué? Me quedo en medio de la sala de estar sintiendo el frío que envuelve el lugar, al principio pienso que no encendí la calefacción —algo que empecé a hacer cuando me mudé aquí con él—, luego entiendo que se debe simplemente al lugar. A la soledad que reina aquí.

Es tan deprimente. Casi tanto como yo.

Y es un poco irónico porque hace solo unos meses atrás, pensaba que lo tenía todo, que había conseguido todo lo que quería: una carrera, un futuro brillante y que pronto tendría un matrimonio feliz. Pero todo era solo una ilusión que yo misma creé tontamente durante años porque me rehusaba a ver la verdad.

¿Cómo pudiste pensar que alguien te amaría, Luna? —se burla en mi mente la voz de mi madre— Mi pobre niña tonta, estás tan necesitada de afecto que te rehusaste a ver la verdad. Él no te ama, jamás te amó. ¿Cómo podría alguien amarte?

—¡Cállate! ¡Cállate!

Cierro los ojos con fuerza y cubro mis oídos, pero la voz de mi madre sigue ahí, dentro de mi cabeza, dando vueltas y recordándome lo insignificante que soy.

Ya tengo suficiente con enfrentarme a la realidad de que William jamás me ha querido.

Ahora lo sé, creo que una parte de mí siempre lo supo.

—¿Fingiste todo el tiempo, William?

El recuerdo de la otra noche regresa a mi mente.

William debe notar que estoy usualmente callada, que tarareo de forma vaga a las preguntas que está haciendo. Más tarde, podré pensar con tranquilidad si él lo nota porque me conoce o porque mi actitud está hiriendo su ego.

—¿Luna?

Se detiene y observa las lágrimas que han empezado a rodar por mis mejillas.

—¿Lu?

Maldito y jodido apodo.

—Creo que debo irme —logro decir.

Me limpio la cara con las manos como si al eliminar las lágrimas de mi rostro, también pudiera eliminar mi dolor.

—¿Ir a dónde? Es tarde, Lu.

Se sienta erguido en la cama con toda su atención centrada en mí.

Mi mente da vuelta en torno a los acontecimientos de la noche. Sí William alguna vez me mostró cariño más allá del simple acto sexual, no lo recuerdo. Pero, ¿por qué lo haría? Yo no lo le importo de esa manera.

Yo no soy ella.

No hay nada amable e íntimo en la forma que me toca. Cada caricia se sentía como hierro candente presionado directamente contra la base de mi cráneo.

No puedo olvidar esto; el momento en que todo se derrumbó.

—¿Lu? ¿Qué está sucediendo?

William logró capturar mi atención desde la primera vez que cruzamos palabras más allá de un saludo. Tardé varios meses en reconocer su presencia, pero menos de cuatro meses en enamorarme de él.

Y creía que para William había sido igual, pero no fue así.

Porque el corazón su corazón ya pertenecía a otra persona, alguien con quién él no había podido estar y que se había casado antes de conocerlo. Mi hermana.

—Dioses como pude ser tan estúpida. ¿Cómo no pude verlo? ¡Todos los demás lo sabían menos yo!

Lanzo con fuerza un jarrón contra la pared.

De un átomo a toda una galaxiaWhere stories live. Discover now