8. No debería creerte, me has mentido tantas veces.

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Taylor Swift - The Smallest Man Who Ever Lived (2:04 - 3:57)

He estado rodeada de personas importantes desde una corta edad, a mis veinticuatro años asumí la presidenta de Empresas Sinclair y tuve que enfrentarme a una junta directiva de hombres chovinistas que no me toman en serio solo por ser mujer y tener la mitad de la edad que tienen ellos. Día a día he tenido que lidiar con comentarios que menospreciaban mi trabajo y a mí como persona. He logrado callar a una sala llena de ese tipo de personas con solo una mirada y silenciar a quien se atreva a desafiarme con un leve movimiento de mi mano, a veces ni eso, sin embargo, una niña de casi cinco años llamada Lily Donovan, logra ponerme nerviosa.

La niña en cuestión está sentada frente a mí, o, mejor dicho, arrodillada en la silla de la mesa en la heladería que, según su tía Alana, es una de las mejores de la ciudad, aunque yo sinceramente, que he vivido aquí casi toda mi vida, no tengo ni idea. Lily lleva un lindo overol azul con pequeñas margaritas, un sombrero a juego que ha dejado a un costado y su cabello rizado peinado con una pequeña trenza estilo diadema para que no caiga cabello cerca de su cara y pueda disfrutar tranquilamente de su helado.

Se balancea un poco hacia adelante y hacia atrás mientras me mira expectante a qué yo responda la pregunta que me acaba de hacer.

—Y, ¿vas a ir a mi cumpleaños? —me vuelve a preguntar la niña— Porque quiero que mis compañeros te conozcan, ellos se burlan de mi porque no tengo mamá y quiero que vean que mi mamá es mejor que las que ellos tienen. ¿Podrías llegar en tu auto? Es muy bonito. El más bonito que he visto.

No hay forma sencilla de salir de esto, sobre todo porque la niña ha empezado a hacer aquel puchero.

—Por supuesto que iré.

—¡Eres la mejor! ¿Y me darás un poni de regalo?

—No te puedo decir o arruinaría la sorpresa.

Los ojos de Lily se abren mucho al igual que sus labios y mira a su tía, que es quien nos acompaña esta tarde mientras Donovan realiza las diligencias que le pedí.

—De todas las novias que ha tenido mi papá, me alegra que se vaya a casar contigo y que seas mi nueva mamá.

Eso llama mi atención.

—¿Tu papá ha tenido varias novias?

—Sí, mi tía Helena dice que tiene novias todas las semanas haciendo fila afuera de la casa. Muchas novias y por eso dejará sin flores a mi abuela, porque a todas les regala flores. ¿A ti también te da flores?

Hijo de...

—Sí, a mí también.

—¡No es así como ella lo dice! —se apresura a decir Alana— Es por la maldición.

—¿Qué?

—Lo sé, parece algo de no creer, pero es cierto. Hace muchos años atrás, la tatarabuela de nuestra abuela, le quitó el novio a alguien y esa persona la maldijo a ella y al resto de generaciones. ¡Y es real! Para las mujeres de la familia es difícil encontrar el amor y si lo hacemos, no dura. No está en nosotros encontrar la felicidad; los hombres tienen la maldición de ser el puente hacia la felicidad de sus parejas. Sin importar con quien estén saliendo, una vez que terminan, sus ex parejas encuentran el amor. Ha pasado demasiadas veces. Está familia está maldita en temas del amor.

Coloca sus codos sobre la mesa y suelta un suspiro, parece resignada sobre ese tema y creer que aquello es real.

Por supuesto, yo no creo en nada de eso.

—Cuando vengas a casa, le diré a la abuela que te cuente ella misma la historia. ¡Te encantará! Y toda la familia está emocionada por conocerte.

—¿Toda la familia?

De un átomo a toda una galaxiaWhere stories live. Discover now