11. No, solo soy tu juguete favorito.

1.2K 174 170
                                    

Taylor Swift - My boy only breaks his favorite toys (1:32 - 2:08)

La casa está pintada en un azul bebé, con filos y toques de madera oscura y blanco. Hay cuadros de fotos en la pared. Algunas recientes como una foto de pascua de este año y otras fotografías están algo descoloridas por el paso del tiempo, como la foto donde está Donovan con sus hermanos cuando todos no podrían tener más de quince años. Se ven realmente felices en esa imagen parados frente a un lago abrazados por los hombros y sonriendo a la cámara, con sus ojos arrugados por las enormes sonrisas.

Es de un solo piso, no es muy grande —solo dos habitaciones y un baño—, es acogedora. Linda y llena de objetos que no comprendo del todo, como recuerdos que se han ido atesorando con el tiempo.

En la pequeña sala, me distraigo observando el resto de fotos —las que asumo son las más importantes dado los marcos y la ubicación—, los trofeos y pequeños adornos. Las cortinas son color crema y los muebles café oscuro. Hay cosas que no combinan del todo y otras que no deberían encajar bien, pero de una extraña manera, lo hacen.

Me quedo observando el lugar notando que toda la casa tal vez es del porte de la sala de mi ático.

—¿Está todo bien?

Giro mi rostro hacia Donovan, que me mira con un toque de diversión.

—Sí, solo estaba mirando el lugar. Es acogedor y lindo.

—¿Pero?

Casi de manera involuntaria adopto una postura defensiva.

—¿Cómo sabes que hay un, pero?

—Es por el tono que usaste.

—No es nada —respondo—. Solo que me recuerda a la casa del árbol que tenía mi hermana. Pero no quería ser grosera y comentarlo. Sigue siendo una casa linda, pequeña y algo claustrofóbica, pero agradable.

Nunca me han gustado del todo los lugares muy pequeños, me gusta tener espacio de sobra, algunos dicen que se sienten solos, pero yo no, me hace sentir, de alguna manera que aun no entiendo, libre.

Tampoco me gusta que haya demasiadas cosas o colores brillantes en dónde vivo. Me genera ruido visual y suele hacer que mis migrañas empeoren.

—Tenemos gustos y estilos de vida muy diferentes —murmuro, más para mí, que para él.

Westerly es agradable y podría imaginarme viviendo aquí, pero en una casa con una vista frente a la playa, con grandes ventanales y puertas dobles que dejen entrar el aroma a sodio y calidez del lugar. Más amplio y espacioso. Con techos altos y decoración un poco más armoniosa.

Me genera un poco de ansiedad y desesperación cuando estoy en lugares pequeños y hay demasiadas cosas, en especial, si son cosas que se suponen están dónde no deberían. Cómo por ejemplo que en la sala haya cosas que deberían estar en las habitaciones o armarios. Tal vez se deba a la forma en que crecí y fui educada, no lo sé, pero me llega a enojar cuando —especialmente en espacios que son míos, puedo tolerarlo en espacios de otros—, veo objetos donde no deberían ir. Odio el desorden.

—¿Qué sucede?

Me encojo de hombros.

—Nada, de verdad, solo me adapto al lugar. No sé si te has dado cuenta, pero me cuesta sentirme cómoda en lugares nuevos, en especial los que se salen de mi zona de confort.

Una de las razones por las que amaba practicar ballet, era justamente el orden que había, el lugar donde recibía mis prácticas y la disciplina que se debía mantener.

Por qué, mientras todo a mi alrededor era caótico, fuera de mi control y demasiado bullicioso, encontré orden y disciplina en el ballet, también, pude encontrar suaves melodías que silenciaban todo lo demás.

De un átomo a toda una galaxiaWhere stories live. Discover now