Capítulo 11: Tentación en las Sombras
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Después de su victoria contra Yuki, Akira y Casilda se dirigieron a un pequeño café cerca del estadio. El ambiente era tranquilo, un contraste absoluto con la tensión del torneo. Akira intentaba relajarse, pero algo dentro de él se agitaba. La voz de Giratina resonaba en su mente, como si fuera una sombra imposible de apartar.
—¿Estás bien? —preguntó Casilda, mientras le entregaba una taza de té—. Estás más callado de lo normal.
Akira intentó sonreír, pero el peso de las batallas recientes y la forma en que había invocado a Murkrow sin una Poké Ball le atormentaban.
—Estoy bien, solo un poco cansado —mintió, intentando ocultar sus preocupaciones.
Casilda lo miró con escepticismo, pero no insistió. Sin embargo, ella también había notado algo extraño en el combate. Murkrow había aparecido de manera demasiado súbita, y había algo inquietante en cómo se movía, casi como si no fuera un simple Pokémon, sino una extensión de las sombras mismas.
—Oye, Akira... ¿cómo hiciste para que Murkrow apareciera tan rápido? —preguntó finalmente, con cautela—. No vi que usaras una Poké Ball.
Akira se tensó. No podía contarle toda la verdad, no aún. Sabía que Casilda era su amiga, pero también estaba seguro de que nadie entendería la conexión que tenía con las sombras y con Giratina.
—Fue... rápido, supongo. Estaba concentrado en el combate, ni siquiera pensé en cómo lo hice —respondió, evitando el contacto visual.
Casilda lo miró con una mezcla de curiosidad y preocupación. Sabía que Akira le ocultaba algo, pero decidió no presionarlo más. Tal vez, cuando estuviera listo, se abriría.
Después de un rato, la conversación derivó en temas más ligeros. Hablaron de sus próximos rivales, de los desafíos que venían y de la posibilidad de que ambos pudieran enfrentarse en las finales del torneo. Sin embargo, la inquietud seguía latente, tanto en Akira como en Casilda.
...
Esa noche, Akira no pudo dormir. Se sentía inquieto, como si una sombra estuviera siempre a su lado, observándolo. Las luces de la ciudad de fondo apenas iluminaban su habitación, pero la oscuridad parecía más densa de lo normal, casi tangible.
—¿Te sientes incómodo, pequeño? —La voz de Giratina rompió el silencio—. Esto es solo el comienzo. Cada victoria nos acerca más a nuestro verdadero poder.
Akira se levantó de la cama y se asomó por la ventana. El brillo lejano de la ciudad no hacía más que reforzar su sensación de aislamiento.
—No estoy seguro de lo que estoy haciendo —murmuró Akira, como si hablara consigo mismo—. No sé si este poder... es algo que debería usar.
Giratina soltó una risa suave, casi burlona.
—Ya lo has usado. Y lo has disfrutado. ¿O me equivoco? Cada vez que invocaste a Murkrow, cada vez que manipulas las sombras, sientes el control. El poder. Y eso te hace más fuerte.
Akira no respondió. Sabía que había algo de verdad en esas palabras. La sensación de controlar las sombras, de poder invocar Pokémon sin necesidad de las reglas tradicionales, le había dado una ventaja que pocos comprendían. Pero al mismo tiempo, sentía que cada vez que usaba ese poder, algo oscuro crecía dentro de él.
—¿Hasta dónde puedo llegar con este poder? —preguntó finalmente, con la mirada fija en la ciudad iluminada.
—Hasta donde tú quieras —respondió Giratina, su tono ahora más grave—. El poder de las sombras es infinito, siempre y cuando te atrevas a usarlo. Pero debes estar dispuesto a aceptar el precio que conlleva.
Akira frunció el ceño. Sabía que no había respuestas fáciles, y la promesa de Giratina sonaba más como una advertencia. Sin embargo, la tentación de seguir explorando ese poder era demasiado fuerte para ignorarla.
....
Al día siguiente, el torneo continuaba, pero esta vez algo era diferente. Akira se sentía más seguro, más en control. Había decidido que usaría las sombras, pero solo cuando fuera necesario. No dejaría que el poder lo consumiera, pero tampoco lo rechazaría por completo. Era una fina línea que estaba dispuesto a caminar.
El siguiente combate fue contra un entrenador llamado Haruto, que era conocido por su equipo de Pokémon tipo lucha. Akira sabía que tendría que ser rápido y preciso, ya que estos Pokémon eran poderosos y ágiles en combate cuerpo a cuerpo.
—Espero que estés listo, Akira —dijo Haruto con una sonrisa confiada—. Mis Pokémon de tipo lucha no van a darte tregua.
Akira asintió, sintiendo la presión del combate. Haruto lanzó a su Machop, que se movía con fuerza y determinación.
—¡Machop, usa Patada Baja! —ordenó Haruto.
Machop se lanzó con una velocidad sorprendente hacia Pichu, quien apenas pudo esquivar el ataque. Akira sabía que no podía permitirse errores.
—¡Pichu, usa Chispa! —gritó Akira, pero su voz sonaba diferente, más firme.
Pichu atacó con fuerza, envolviéndose en electricidad y golpeando a Machop. Pero el Pokémon de Haruto era resistente y contraatacó con un Puño Dinámico que lanzó a Pichu al suelo.
El combate estaba empatado, pero Akira sabía que no podía seguir así por mucho tiempo. Entonces, sintió la conexión una vez más. Las sombras bajo sus pies comenzaron a agitarse, como si respondieran a su llamado interno.
—Es el momento —murmuró, mientras Murkrow comenzaba a materializarse desde las sombras, listo para atacar sin que nadie lo viera.
Casilda, que observaba desde las gradas, lo vio. Murkrow, como una sombra viva, estaba a punto de intervenir en el combate. Algo dentro de ella le dijo que había algo mal, algo oscuro en todo aquello.
Akira, por su parte, fingió hacer un intercambio rápido de Pokémon, lanzando la Poké Ball de Murkrow al campo justo cuando este emergía de las sombras. El truco era perfecto, y nadie, excepto quizás Casilda, lo había notado.
—¡Murkrow, usa Golpe Aéreo! —gritó Akira.
El ataque fue devastador. Murkrow se movió como una sombra entre las sombras, golpeando a Machop con una precisión mortal. Haruto apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que su Pokémon cayera debilitado.
El árbitro levantó la mano.
—¡El ganador es Akira! —anunció.
El estadio estalló en vítores, pero Akira apenas los escuchaba. Había ganado, sí, pero lo que más le preocupaba era lo fácil que había sido invocar a Murkrow desde las sombras. Giratina tenía razón: el poder era tentador, y cada vez era más difícil resistirse.
Mientras se alejaba del campo, Casilda corrió hacia él.
—Akira... ¿qué está pasando contigo? —preguntó con preocupación—. No me digas que todo esto es normal. Sé que estás usando algo más... algo de trampa.
Akira la miró, sabiendo que no podía seguir ocultándolo por más tiempo. Pero antes de que pudiera responder, la voz de Giratina volvió a resonar en su mente.
—Ten cuidado, pequeño. La verdad puede ser un arma de doble filo.
Akira sabía que debía decidir pronto: ¿confiaría en su amiga, o seguiría caminando solo en las sombras?
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Fin del capítulo 11.
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Pokémon: Viaje a la extinción
Fiksi PenggemarAños después de huir de una vida de rituales prohibidos en un remoto pueblo. Sin embargo, su hijo comienza a manifestar una extraña conexión con una sombra que lo sigue, una entidad oculta que está lejos de ser un Pokémon común. ¿Podrá el chico man...