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Yeon-seo se observó una vez más en el espejo, sus ojos oscuros capturando cada pequeño detalle de su reflejo. Su mano temblorosa pasó por su cabello, y al hacerlo, un mechón se deslizó silenciosamente entre sus dedos. El pánico la invadió. Ese era el temor que había intentado negar, el que había enterrado profundamente en su pecho. El cabello era solo el principio. Miró su mano, su boca se entreabrió, pero no emitió sonido alguno. Una tristeza oscura y densa se instaló en su pecho, opresiva y sofocante.
Su otra mano, aún más temblorosa, se posó sobre su vientre plano. ¿Sería posible que muriera antes de dar a luz? Su enfermedad, esa sombra constante, había regresado, y esta vez se sentía imparable. Gu-won había recuperado sus poderes. Pero ella... ella había recuperado su muerte.
El baño se llenaba de un silencio espeso, solo interrumpido por su respiración entrecortada. Negar su miedo sería mentirse a sí misma. Era un miedo primitivo, que la desgarraba desde lo más profundo. El costo de la vida... el precio que ella debía pagar para que él viviera. Una vida por otra. ¿Por qué ellos? ¿Por qué debía ser así? Quizás, si no lo hubiera conocido, ya estaría muerta hace tiempo. Pero ahora, la enfermedad había seguido su curso, imperceptible hasta este momento. Como si hubiera estado acechando en las sombras, esperando a tomar su vida cuando menos lo esperara.
—¿Yeon-seo? —la voz de Gu-won, grave y preocupada, rompió el silencio desde el otro lado de la puerta.
Yeon-seo parpadeó, sus ojos brillantes por las lágrimas que no dejaban de acumularse. Se limpió rápidamente el rostro y aclaró su garganta, buscando en su interior la fuerza para ocultar lo que estaba sucediendo.
—¿Sí? —respondió, con una voz suave pero controlada.
—¿Todo bien? ¿Necesitas algo? ¿Quieres que vaya a la farmacia? —preguntó con una dulzura que casi la destrozaba.
Yeon-seo se aferró al lavabo, sus nudillos poniéndose blancos por la fuerza de su agarre. No... no hay nada que pueda curarme pensó con amargura. Lo intenté... te lo juro, intenté todo. Una lágrima rodó silenciosamente por su mejilla, pero la limpió con rapidez, como si borrar la evidencia la hiciera más fuerte.
—No te preocupes, solo... son las náuseas del embarazo —mintió con una voz más tranquila de lo que sentía.
Abrió el grifo y se echó agua en el rostro, tratando de enfriar el ardor en su pecho, de disimular el temblor en su cuerpo. Agarró una toalla al lado, pero al volver a ver su reflejo en el espejo, soltó la toalla como si quemara, llevando una mano a su boca. Su piel... estaba pálida, casi translúcida, y sus huesos comenzaban a marcarse. Su rostro, sus brazos... todo parecía desmoronarse frente a sus ojos.
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𝓛𝓪 𝓗𝓮𝓻𝓮𝓭𝓮𝓻𝓪 𝔂 𝓔𝓵 𝓓𝓮𝓶𝓸𝓷𝓲𝓸 | 마이 데몬
Science FictionElla era la heredera de una de las compañías más poderosas y millonarias del mundo, pero había un precio que pagar: Debía casarse con un hombre que no conocía ni amaba. Ella no creía en el amor, pues siempre le había traído dolor y decepción. Por es...