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Yeon-seo observó a Do-gyeong subir a su automóvil y alejarse. Una vez que estuvo a una distancia segura, salió de su escondite y mostró su muñeca a Gu-won. —Vamos —dijo, esperando que él la siguiera. Al ver que no se movía, insistió con más fuerza—. ¡Vamos!
—Si nos teletransportamos ahora, podríamos aparecer en su auto —explicó Gu-won con calma.
Ella suspiró y llamó a un taxi con un gesto decidido.
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Desde el asiento del copiloto, Yeon-seo seguía el coche de Do-gyeong, dando instrucciones al taxista. Gu-won, por su parte, parecía relajado, simplemente observando el entorno.
—Por favor, mantenga su distancia —pidió Yeon-seo al conductor.
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Yeon-seo y Gu-won se ocultaron detrás de una pared, vigilando a Do-gyeong. Cuando él bajó del coche y comenzó a caminar, Yeon-seo tiró de Gu-won hacia la pared para mantenerse ocultos.
—Es muy cauteloso —comentó ella.
—No, somos descuidados —respondió Gu-won con una nota de sarcasmo—. Y mi presencia es muy notoria...
—Esperemos aquí —cortó Yeon-seo.
Gu-won se quedó en silencio cuando percibió un aroma delicioso. Miró a su derecha y vio una cafetería cercana, sonrió y quiso dirigirse hacia ella.
—¿Adónde vas? —preguntó Yeon-seo, deteniéndolo.
—Necesito un espresso —respondió él, intentando soltarse.
—No seas ridículo —le dijo ella, sujetándolo firmemente.
—Vamos —dijo él, intentando llevarla hacia la cafetería.
Yeon-seo lo jaloneó de vuelta y lo miró con firmeza.
—Vamos —ordenó.
Gu-won la siguió con resignación.
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Yeon-seo espiaba a Do-gyeong desde detrás de una ventana de tienda, con Gu-won a su lado.
—¿Deja el auto y toma el metro? —se preguntó Yeon-seo, confundida.
—No puede quedarse quieto —comentó Gu-won, tomando un sorbo de café.
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𝓛𝓪 𝓗𝓮𝓻𝓮𝓭𝓮𝓻𝓪 𝔂 𝓔𝓵 𝓓𝓮𝓶𝓸𝓷𝓲𝓸 | 마이 데몬
Science FictionElla era la heredera de una de las compañías más poderosas y millonarias del mundo, pero había un precio que pagar: Debía casarse con un hombre que no conocía ni amaba. Ella no creía en el amor, pues siempre le había traído dolor y decepción. Por es...