Capítulo 1.16 No digas algo estúpido

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Cuando llegue a New York tome un taxi que me llevo justo al lugar donde quería Estar. Así que cuando me abrieron la puerta, unos grandes ojos adormilados me miraban con mucha sorpresa y confusión.

—Liam — me dijo sin entender qué hacía en su puerta.

—Conejita — le dije detallando su pijama de pantalón corto y camisa de seda.

Se veía encantadora, pues la pijama era de color azul claro y tenía unos lindos corazones blancos. En su cabello tenía una balaca de peluche blanca con un corazón.

—¿Qué pasa? — me dijo preocupada.

—Te puedes quedar conmigo esta noche — le solicité con urgencia.

Ella me sonrió y asintió con comprensión mientras se hacía aún lado para que siguiera. Pero no era lo que yo quería.

—Sigue — me dijo al ver que no ingresaba.

—No aquí. En mi apartamento. Necesito mi espacio — le aclaré para que conociera mi punto.

Necesitaba tranquilidad y la tranquilidad consistía en tenerla a ella y estar en la seguridad de mi habitación.

—Está bien. Voy a empacar algunas cosas — me dijo con comprensión y se lo agradecí.

Espere en el pasillo que ella saliera y cuando lo hizo con su pequeña maleta negra la tome en mi mano y con la otra tome su mano avanzando hacia la salida.

Mi conejita no mencionó palabra y solo permaneció en silencio en la parte de atrás del taxi. Cuando llegamos al edificio de D58 la altura de este eclipsaba el lugar por completo. Ella solo miró todo con asombro y me siguió.

—Lindo lugar — menciono Abby cuando nos encontrábamos en el ascensor.

—Mi hermano lo paga. Se niega a que viva en cualquier roto — le asegure con diversión.

Cuando contemple vivir en la hermandad. Damien solo me miro con desinterés y aseguro que en las hermandades solo vivía la gente corriente y pobre. Sin contar que para él era como vivir en un orfanato, aclarando que no éramos huérfanos y que no estábamos al nivel de los demás. No quise discutirá o llevarle la contraria, pues me convenía tener mi propio espacio.

—Qué considerado — menciono con diversión.

—Damien no es considerado, pero digamos que la elegancia y etiqueta es su distintivo — la asegure frunciendo los hombros.

—De razón siempre luce tan elegante — menciono con timidez.

Mi hermano podía intimidar y alejar a la mayoría de personas. No entendía como alguien tan dulce como Leilani se había fijado en él. Pero bueno, bien dice que la dulzura y amargura combinan a la perfección.

—Lo hace. Aquí es — le dije mientras la guiaba a la puerta de mi apartamento.

Cuando ingresamos Henry y Mateo se encontraban tan concentrados jugando en el Xbox que ni voltearon a mirar.

—Buenas noches — saludo Abby de manera tímida y el par de idiotas dejaron de jugar para verla.

—Buenas noches — le respondieron con una sonrisa de confusión.

—Vamos — le dije jalándola de la mano y llevándola a mi habitación.

Mi habitación era la parte favorita de mi apartamento. La inmensa cama de sabanas azul celeste resaltaba en el lugar. Tenía un proyector que me facilitaba ver series cuando no quería que nadie me molestara.

El Alfa FerozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora