Fairy Harem [Nanatsu no Taizai]

IV

" Mujer fuerte, independiente y maravillosa." 

Cyra sentía que no podía ni con su alma a esas alturas, hacia tres dias se les notificó de un reciente asentamiento de demonios que estaba usando los recursos de la zona, el detalle era que había humanos habitando a las cercanías y los demonios los tenían retenidos, y se alimentaban de sus almas. 

Ese lugar era una preocupación para almas bondadosas como Elizabeth, y queriendo aliviar su angustia ella propuso una estrategia que fue brutalmente rechazada por Ludociel, pero eso a Cyra le tuvo sin cuidado y reunió un grupo de humanos dispuestos a ayudar, así pues partió en dirección al lugar, y despues de toda una noche de batalla, el lugar aunque no fue recuperado, lograron salvar a los habitantes.

Así pues ella ahora iba a la retaguardia de un grupo de refugiados maldiciendo usar tanto de su poder mágico, ahora levitar no era una opción y los tacones no eran cómodos. 

— Ahh, me hubiera gustado nacer como hada, ellas vuelan hasta dormidas —  pensó con gracia, y algo de pesar a sabiendas que aun faltaban 5 o 7 kilómetros para llegar al bosque.  — Seguro Gloxinia me va a matar cuando me vea... — y no era por preocuparlo, pero era tan sobreprotector con ella que de seguro la encerraba en su cuarto par no hacer tonterías. — Es tan lindo.

De la nada, escucho un leve golpe junto a un sollozo, al mirar a su costado miro a una nila pequeña agotada y triste, parecía sola pero aun asi se acerco a ella.

— Hola linda...—  murmuró con suavidad agachándose a su altura —  ¿Donde están tus padres? 

Pero ella no contestó en su lugar lágrimas silenciosas caían de sus ojos, y no había que ser un genio para saber la respuesta, así que suspirando resignada, alzó a la niña en brazos y guío su cabeza para que se recargara en su hombro.

—  Se que es difícil, pero sin importar si todo mejora o empeora, para bien o para mal, solo tu puedes salir adelante, vuélvete fuerte e inteligente y veras que cada mala experiencia es un aprendizaje para la mente y el corazón. —  ella no sabía consolar ni mentir, pero esa era la verdad, solo asi aprenderia.

El agarre de la niña se intensificó y sintió las lagrimas mojar sus hombros junto a pequeños espasmos ella solo siguió caminando con ella en brazos.

—  No debí usar tacones...