XI

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" Verdad por piedad "


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Plateado y azul se cruzaban en una danza de miradas desafiantes. La tensión en la sala era palpable, cada persona presente se sentía atrapada en la intensidad de aquel duelo silencioso entre hermanas. 

Ni siquiera Ludociel, con su habitual serenidad, parecía dispuesto a intervenir en esa disputa. Ambas mujeres parecían ocultar secretos más profundos que el simple desacuerdo sobre el futuro de la raza demoníaca. Cyra y Meliodas, los defensores acérrimos de la propuesta, habían sido los primeros en alzar la voz. Sin embargo, el conflicto había tomado un giro inesperado, y ahora Kyra y Cyra se enfrentaban en una batalla de voluntades, cada una buscando una ventaja en esa silenciosa guerra.

— No entiendo por qué te niegas de esa manera. Es un mal necesario — dijo Kyra con una seriedad inusual en ella.

— ¿No se supone que tú eres la bondad personificada? — cuestionó su hermana con ironía, fulminándola con la mirada.

— Por eso estoy teniendo algo de piedad con esas pobres almas — respondió como si ofreciera la solución más obvia.

— ¿Piedad? — exclamó Meliodas a su lado, indignado. — Eso es un genocidio. Eso es lo que a ustedes les conviene.

— ¿Y tú qué sugieres entonces, demonio? — interrumpió Ludociel, enfatizando la palabra "demonio". — ¿Cómo acabar con esta guerra de una vez por todas, si no es con el exterminio de tu raza?

— ¿Y por qué no mejor con la tuya? — retó Cyra, mirando con desprecio al arcángel. — Si con la extinción de una raza termina la guerra santa, entonces sugiero la tuya.

—¿Pero qué dices? — exclamó Kyra, exaltada. — ¡La raza de las diosas jamás haría daño al mundo como los demonios!

— Su injustificada superioridad y falso altruismo pueden considerarse un mal innecesario — replicó el otro, su tono hostil hacia ambas.

— No podemos exterminar una raza entera solo para acabar con esto — intervino Elizabeth, tratando de apaciguar la discusión. — Me sorprende que estés de acuerdo con esto, Kyra. Creí que habías dicho que la unidad hacía la fuerza, creí que se refería a ustedes como hermanas. 

— Podríamos ser quienes traigan esperanza al mundo, pero...

—¡Ya basta! — gritó Kyra, furiosa, clavando su mirada en su hermana. — ¡No somos una bendición para el mundo!

—¿Qué? — preguntó Ludociel, confundido, dirigiéndose a la rubia. — ¿A qué te refieres? La profecía...

— La profecía no es como ella les dijo — acusó la hija de la Luna, señalando a su contraria.

Fairy Harem [Nanatsu no Taizai]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora