32. Umbridge

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Tierras Altas de Escocia, 2 de septiembre de 1995

Cassie se había levantado mucho más temprano que de costumbre. Tenía que llevar a Corine a la lechucería y luego buscar la misteriosa aula de la que su padre le había hablado para poder entrenar. Después de ponerse ropa deportiva y dejar comida para Artemisa, salió con Corine en su hombro, rumbo a las afueras del castillo.

Se demoró aproximadamente media hora en llegar, y tanto a ella como a su lechuza les pareció un lugar demasiado sucio. Por supuesto que no quería dejar su lechuza allí, ni mucho menos Corine quería quedarse con un montón de aves extrañas, pero lamentablemente su dormitorio no tenía ventanas, así que no le quedaba más remedio que dejarla en la lechucería.

—Vendré todos los días —prometió en un susurro—. Cuídate, ¿sí?

Obtuvo un ululeo bastante molesto como respuesta y la entendía completamente; a ella tampoco le hubiera gustado quedarse allí.

Aprovechó el largo camino que le esperaba y comenzó a trotar por los pasillos. Según recordaba, eso no estaba prohibido y, considerando que nadie estaba deambulando por ahí, era la mejor manera de calentar. Al cabo de una hora llegó al séptimo piso del castillo y agradeció mentalmente por su buen estado físico.

Divisó el tapiz de Barnabas el Loco y pasó tres veces frente a una pared, pensando en un salón de entrenamiento completo. Sonrió al ver aparecer una puerta y, al entrar, su sonrisa solo se ensanchó más. Se sentía en el paraíso.

La sala era bastante amplia y contaba con diversas áreas de entrenamiento. Había dianas que se encontraban en constante movimiento; notó que algunas eran más grandes y otras más pequeñas, y que el ritmo con el que se movían también variaba. Sería perfecto para practicar su puntería.

Caminó hacia el fondo y encontró un conjunto de estantes de libros abiertos con páginas que flotaban, mostrando hechizos avanzados y movimientos de combate. Notó que estaban organizados de forma especial: magia ofensiva, defensiva y tácticas especiales. A su lado, había un maniquí similar al que los Malfoy le habían regalado hace varios años; sonrió al saber que podría simular duelos allí también.

Siguió explorando y se encontró con un espejo de cuerpo entero. Ella había escuchado que eran muy difíciles de conseguir, pues corregían la postura en tiempo real de un duelista. Finalmente, sus ojos se posaron en una sección de armas cuerpo a cuerpo; sus ojos brillaron con fascinación. Su papá nunca le había querido enseñar a usar cuchillos, pero gracias a la Sala de los Menesteres, podría aprender por su cuenta.

Observó su reloj antes de ponerse a practicar. Aún tenía tiempo de sobra y, como no iría al desayuno, podría divertirse probando cada uno de sus nuevos juguetes.

Cassie sintió una emoción electrizante recorrer su cuerpo mientras contemplaba todas las posibilidades que esta sala le ofrecía. Por fin tenía un lugar donde podría llevar sus habilidades al siguiente nivel, sin las limitaciones que normalmente encontraba en sus entrenamientos. Aquí podría ser verdaderamente ella misma y explorar la extensión completa de su poder.

Cassie comenzó su entrenamiento con otro calentamiento intenso. Sus movimientos fluidos y precisos la guiaban por una serie de ejercicios diseñados para mejorar su agilidad y reflejos. Su varita, perfectamente equilibrada para el combate, se sentía como una extensión natural de su brazo.

Se dirigió primero a las dianas móviles. Sin pronunciar palabra, lanzó una rápida sucesión de hechizos aturdidores. Destellos rojos surgían de su varita en silencio mortal, impactando con precisión milimétrica en el centro de cada objetivo. A medida que las dianas aumentaban su velocidad, Cassie ajustaba su ritmo, anticipando los movimientos y coordinando sus ataques en una danza letal donde cada gesto tenía un propósito.

Between Shadows & Stars; HERMIONE GRANGERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora