40. so american

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Hampstead, Inglaterra, 31 de diciembre de 1995

Extrañaba entrenar. Aunque había amado su tiempo en Grimmauld Place y definitivamente extrañaría dormir hasta tarde, nada se comparaba a la satisfacción que le generaba el ejercicio. Bueno, quizás los besos de Hermione... no, definitivamente los besos de Hermione le causaban mucha más satisfacción.

Se levantó con sumo cuidado de la cama, pues Hermione, Crookshanks y Artemisa seguían profundamente dormidos, y por nada del mundo quería despertarlos. Se colocó su ropa deportiva y, después de dejar comida y agua para los gatos, salió en silencio de la habitación.

Entrenó por un par de horas y no planeaba descansar pronto, pues debía quemar las calorías que había consumido en la comida de la señora Weasley. Mientras se dedicaba a derribar una y otra vez los objetivos con suma agilidad, escuchó que la puerta se abría. Se giró de inmediato, apuntando hacia allí con la varita en un acto de puro reflejo, y Hermione soltó una risa.

—Solo soy yo, linda —dijo la castaña, aún vistiendo su pijama, y Cassie bajó la guardia de inmediato.

—Pensé que no despertarías hasta más tarde —dijo la pelinegra arqueando una ceja—. ¿Tuviste una pesadilla?

—Nada de eso —aseguró la inglesa con una sonrisa—. Me hiciste falta y quise venir a verte entrenar.

Cassie sonrió al escuchar que Hermione había sentido su ausencia.

—Me da un poco de vergüenza, nunca he tenido público —admitió arreglándose la coleta.

Hermione rodó los ojos; eso era una mentira.

—Te vi en un duelo junto a Carter, ¿recuerdas?

—Es diferente —respondió con calma, y Hermione arqueó una ceja. Cassie rodó los ojos con una sonrisa—. De acuerdo, siéntate por ahí, haré mi mayor esfuerzo para entretenerte.

Hermione sonrió y se acomodó en un pequeño sillón cerca de una jarra de agua. Observó la sala; estaba mucho más completa que la sala de menesteres en donde Harry impartía clases.

—Me hubiera gustado mostrarte mi avance con los cuchillos —se lamentó Cassie haciendo un puchero—. Pero ya sabes, no tengo.

—Son peligrosos —dijo la castaña negando con la cabeza e indicándole que reanudara su rutina.

Cassie suspiró; no quería decepcionar a Hermione, quería impresionarla. Levantó su varita y retomó su entrenamiento. La castaña no pudo evitar sonreír mientras observaba a la Slytherin desde el pequeño sillón. A pesar de sus protestas iniciales sobre tener público, Cassiopeia se movía por la sala con una confianza natural que contradecía por completo su supuesta vergüenza.

Los objetivos aparecían y desaparecían en patrones cada vez más complejos, pero la pelinegra los derribaba como si pudiera predecir exactamente dónde aparecería el siguiente. Su varita se movía con una precisión que Hermione solo había visto en profesores experimentados, y aun así, había algo único en su estilo: una mezcla de elegancia y practicidad que era puramente Cassie.

No pronunciaba una sola palabra, pero los hechizos fluían uno tras otro con una intensidad que hacía vibrar el aire de la sala. Un destello azul aquí, un resplandor rojizo allá; cada movimiento de su varita tenía un propósito, una intención. La castaña se encontró inclinándose hacia adelante en su asiento cuando Cassie comenzó una secuencia particularmente compleja. Tres objetivos aparecieron simultáneamente, y antes de que Hermione pudiera parpadear, los tres habían sido neutralizados con precisión milimétrica. Una pequeña sonrisa de satisfacción apareció en el rostro de Cassie, y la Gryffindor no pudo evitar pensar que se veía increíblemente sexy. Había algo hipnótico en la forma en que se movía, en cómo cada hechizo parecía una extensión natural de sus pensamientos.

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⏰ Última actualización: Nov 09 ⏰

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Between Shadows & Stars; HERMIONE GRANGERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora