#6.9

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Cuando el líder y los guerreros partieron hacia el lugar de caza, la aldea volvió a quedar en silencio. Gracias a eso, Eugene tenía más tiempo libre y decidió pasar horas merodeando alrededor del valle, con la esperanza de encontrar a Bayuya. Sin embargo, Bayuya seguía sin aparecer. Hoy también, conteniendo la frustración en su corazón, regresó a la aldea. Mientras caminaba hacia la cabaña comunal, escuchó un grito furioso proveniente de algún lugar.

─ ¿¡Cómo puedes hacerme esto?! ¡Que salga Namta!

Desde el día en que el líder y los guerreros partieron a cazar, Kappa se había mostrado enfadado y cada día provocaba disturbios. Sin embargo, los guerreros que habían quedado en la aldea lo golpeaban constantemente. Después de ser golpeado hasta perder el conocimiento, Kappa volvía a gritarle a los guerreros, exigiendo que trajeran a Namta, que había salido de caza con el líder.

─ Será mejor que te largues mientras te hablo bien. Si no quieres morir.

Maki respondió molesto.

─ ¡Que salga Namta! ¡Hice todo lo que me pidieron! ¡Lo hice todo! ¿Qué me falta?

─ Debe haber algo que no le gustó a Namta. No montes un escándalo aquí, guarda esos comentarios para cuando Namta regrese, ¿vale?

─ ¿También eres uno de ellos?

Kappa, fuera de sí, se lanzó hacia Maki, pero Maki le propinó un puñetazo en la cara.

¡Paf! Se oyó un sonido sordo, como si se hubiera roto un hueso. Kappa, que había caído al suelo y estaba sangrando profusamente, lanzó el trozo de piel que tenía en la mano mientras murmuraba.

─ Yo también lo conseguí. Tengo lo necesario para ser un guerrero.

─ Qué fastidio, maldita sea. ¡Kaah, ptuh!

Maki escupió al suelo y se alejó caminando junto a los otros guerreros.

Kappa se quedó sentado en el suelo, aturdido, murmurando sin cesar. La sangre goteaba de su nariz, boca y debajo de los ojos, pero nadie se le acercó para preguntarle si estaba bien. Eugene también estaba a punto de seguir su camino cuando se detuvo al notar una marca en la piel tirada en el suelo.

«Esa marca... ¿Será posible...? No puede ser.»

Eugene corrió hacia Kappa y recogió la piel que yacía en el suelo. Mientras examinaba la larga cicatriz, preguntó inquieto.

─ Kappa, esto... ¿Qué animal es?

─ Estaba destinado a ser el próximo líder. Si no hubiera sido por ustedes, malditos Gima, yo sería el líder.

─ Kappa. ¿Es un chacal? ¿De dónde sacaste esto? ¿Lo cazaste tú?

─ Esos guerreros de pacotilla no son nada. Soy mucho mejor que ellos.

─ ¡Kappa! ¿De dónde sacaste esto? ¿Mataste al chacal que vivía cerca del valle?

Solo entonces Kappa giró la cabeza para mirar a Eugene. Sus ojos, vacíos y sin enfoque, descansaron un momento en el rostro de Eugene antes de volver a perderse en el vacío.

─ También logré cazar, entonces, ¿por qué yo no?

No había forma de tener una conversación coherente. Eugene tomó la piel y corrió hacia la cabaña de Kappa.

De un empujón, abrió la puerta y entró, despertando a Chichi, que estaba durmiendo, y lo obligó a sentarse.

─ Chichi, despierta.

─ ¿Quién...? ¿Eugene? ¿Qué sucede de repente?

─ ¿Has visto esto antes? Kappa lo tenía, ¿sabes dónde lo cazó? Normalmente, después de cazar, llevan los animales a la cocina, pero nunca he visto una piel como esta. ¿Sabes de dónde la consiguió Kappa?

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