#8.8

24 6 3
                                    


La situación resultaba realmente irónica. Siempre parecía que, justo cuando todo estaba a punto de acabar, una nueva puerta se abría. Tras las palabras de Pupa, Eugene salió corriendo de la tienda con desesperación y miró hacia donde todos dirigían su atención. Tal como Pupa había dicho, Bart estaba allí, al frente de un grupo de guerreros. Bart había regresado a la aldea de los jinetes.

Se desató una batalla entre los guerreros, pero cuando unos pocos de los hombres de Namta cayeron fácilmente ante los guerreros de Bart, los demás no tardaron en arrojar sus armas y rendirse. No había nada sorprendente en ello. Los hombres de Namta siempre habían sido así: perezosos y carentes de espíritu guerrero. Los pocos que realmente podían considerarse guerreros habían partido hacia el norte hace un mes y nunca regresaron. Los mediocres que habían quedado en la aldea se arrodillaron ante Bart sin dudarlo.

Así fue como Bart se convirtió en el nuevo líder de la aldea de los jinetes.

Ya habían pasado tres días desde su regreso, pero Eugene no había logrado ni ver ni encontrarse con él. Lo único que había visto fue su rostro a lo lejos el primer día. Durante ese tiempo, Eugene había escuchado muchas historias.

Tal como decían, Bart había sido empujado a ir al norte por culpa de Namta. Sin embargo, Bart había esperado su oportunidad, luchando durante mucho tiempo contra los hombres de Namta hasta finalmente descender a la aldea de los jinetes y arrebatarle el poder a su enemigo.

También se decía que Bart había formado una alianza con dos aldeas en el norte: la aldea de los Ojos de Hierro, famosa por su habilidad para fabricar extrañas armas, y la aldea de la Nieve Blanca, conocida por sus casas construidas con madera y barro. Además, se rumoreaba que Bart había tomado como esposa a la hija del líder de la aldea de la Nieve Blanca, y que ella esperaba un hijo suyo, un varón que nacería pronto. Y, tal como decía Tati, ella había sido reconocida como la segunda esposa de Bart, aunque no la hubiera desposado en el norte, como se rumoreaba.

Todo era realmente extraño. Una única alegría había llegado, solo para ser seguida por miles de tristezas. Y a pesar de que esas tristezas desgarraban a Eugene por completo, él solo quería ver a Bart una vez más. Si se le concediera la oportunidad, había cosas que quería preguntarle.

No obstante, lo único que Eugene realmente deseaba era que Bart lo abrazara una vez más. Eso sería suficiente para él.

El primer día, Eugene fue a buscar la tienda de Bart, quien ahora era el líder de la tribu de los Gima, pero el guerrero que custodiaba la entrada lo detuvo. Era un guerrero desconocido, probablemente uno que había venido del norte. Eugene le pidió que le permitiera ver al líder Bart, rogándole que al menos le transmitiera su mensaje. El guerrero, con una expresión de desagrado, lo miró de arriba abajo antes de entrar en la tienda. Tras un buen rato, el guerrero regresó y dijo sin emoción alguna.

{ ─ Dice que lo esperes en tu tienda, que te visitará por la noche. }

Eugene corrió de inmediato a su tienda, con el corazón palpitante, y se quedó esperando a Bart. Pero Bart no vino. La noche oscura pasó y, a pesar de que Eugene no dio ni un solo paso fuera de su tienda, esperando toda la madrugada, nadie vino a buscarlo.

El segundo día, Eugene volvió a la tienda de Bart. Esta vez, el guardia era diferente del día anterior. De nuevo, Eugene le pidió que le pasara un mensaje, pero esta vez la súplica se acercaba más a la desesperación. Le pidió que le dijera a Bart que Eugene quería verlo. El nuevo guardia, igual que el anterior, lo examinó de arriba abajo antes de entrar en la tienda. Pasó bastante tiempo antes de que volviera con una respuesta.

{ ─ Te verá en el arroyo. Dice que ya sabes cuál es. }

El arroyo que solían visitar juntos, "nuestro arroyo". Eugene agradeció al guerrero y se dirigió hacia el lugar. Se lavó el rostro y sacudió el polvo de su ropa. Se sentó en el lugar donde mejor se veía el camino desde donde vendría Bart. Tal vez Bart no había podido ir el día anterior porque estaba ocupado, pensó. Después de todo, acababa de convertirse en líder y seguramente tenía muchas cosas que atender.

CADonde viven las historias. Descúbrelo ahora