#7.3

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Eugene, habiendo terminado sus tareas del día, tomó una caja de hierbas y se dirigió a la cabaña de Bart.

El líder había regresado herido del lugar de caza. Eugene no le dio mucha importancia. Era común que los guerreros regresaran heridos de la caza y normalmente se recuperaban rápido. Pero desde aquel día, todo cambió.

La enfermedad del líder, que parecía fácil de superar al principio, se agravó, y cuanto peor se ponía, más extraña se volvía la atmósfera entre los guerreros. Decían que el problema era Namta, el hijo del líder. Aunque era su hijo, Namta nunca había sido aceptado como guerrero, y siempre había sido un extraño entre ellos.

Ahora, con la discusión sobre quién debería ser el sucesor del líder, Namta estaba rodeándose de guerreros que venían de fuera en lugar de los guerreros de la aldea de los Jinetes.

Los habitantes de la aldea estaban ocupados difundiendo rumores sobre quién debería ser el próximo líder. Algunos decían que Namta, como hijo del líder, debía tomar el puesto. Otros opinaban que el guerrero más fuerte debería ser el nuevo líder.

Cuando la gente hablaba del mejor guerrero, Eugene pensaba en Bart. Sin embargo, no le daba demasiadas vueltas. Sabía muy poco. Y, después de todo, no era asunto suyo quién sería el próximo líder de la aldea de los Jinetes.

Probablemente Namta se convertiría en el próximo líder, y eso lo preocupaba un poco. En sus recuerdos, Namta nunca había sido cercano a Bart. De hecho, Eugene lo había visto evitar a Bart, alejándose o evitando su presencia en más de una ocasión. Pero eso era todo. Eugene, siempre despistado en estos asuntos, se sentía abrumado por toda la información que llegaba de manera confusa a sus oídos.

─ ¿Crees que algo grave podría pasar? Esta vez fue Hapu quien resultó herido.

─ No puede ser, seguro fue una coincidencia.

─ Incluso con su edad, estamos hablando de Hapu, no de cualquiera.

─ Tienes razón. Si hasta Hapu se ha lastimado, ¿cómo vamos a andar por ahí sin miedo nosotros? Lo mismo pasó con Sharin. Si Miron no la hubiera encontrado a tiempo, habría sido mucho peor.

Ayer, el padre de Tuga, Hapu, resultó herido. Al parecer, mientras cabalgaba cerca, su caballo se desplomó repentinamente, lo que provocó que Hapu cayera y se rompiera una pierna. Según se decía, Hapu era uno de los mejores guerreros en el manejo de caballos, así que la noticia de su caída dejó a todos preocupados. Y justo después de que la hermana de Tuga también resultara herida, el ambiente se volvió aún más tenso.

Últimamente, los habitantes de la aldea se lastimaban con frecuencia sin razón aparente. Y todos estaban relacionados con Bart de alguna manera. Desde hace un tiempo, se empezó a rumorear que alguien estaba detrás de Bart. Al principio, nadie le dio demasiada importancia, pero con cada día que pasaba, más personas cercanas a Bart resultaban heridas, y los rumores no hacían más que crecer.

Sin embargo, Eugene estaba más preocupado por las heridas de Bart que por los rumores de la aldea. Desde algún tiempo atrás, Bart regresaba a su cabaña con pequeños cortes en su cuerpo. Al principio, Eugene pensó que se debía a los entrenamientos, pero las heridas que vio el día anterior eran difíciles de atribuir a un simple entrenamiento. Afortunadamente, no había sido herido en un punto vital, de lo contrario, el daño habría sido mucho mayor.

─ Bart, ¿ya estás aquí? Parece que el entrenamiento terminó temprano hoy.

Eugene se acercó a Bart, que miraba en silencio el fuego del hogar. Hoy, otra nueva herida aparecía en su muñeca izquierda. Pero Eugene no preguntó por qué se lastimaba tan seguido. Sabía que Bart no respondería, y que si no quería hablar, nadie podría sacarle una palabra.

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