#8.9

15 4 2
                                    


«No hay nada que hacer con mi terquedad, ¿verdad?»

Eugene no podía evitarlo, quería confirmarlo una última vez. De verdad, era la última. Reuniendo el valor ya agotado y los fragmentos de esperanza que quedaban, Eugene se dirigió nuevamente hacia la tienda de Bart. Por suerte, Miron estaba allí.

─ Miron.

─ ...¿Eugene?

─ ¿Cómo has estado?

─ Pues bien... Pero, ¿qué te ha pasado en la cara...?

─ Oh, esto. No es nada, no te preocupes. Más bien, ¿podrías hacerme un favor?

─ ¿Un favor?

Eugene se acercó a él y le explicó todo lo que había ocurrido en los últimos tres días. Le rogó si podía preguntarle a Bart sobre la carta que había entregado el día anterior, pues solo quería una respuesta, no necesariamente verlo de inmediato.

─ Miron, por favor, eso es todo lo que pido. No le estoy pidiendo que me vea ahora mismo, solo quiero escuchar su respuesta. ¿Sí?

─ Tú... En tu mejilla y tu cuello... ¿Qué te ha pasado? ¿Acaso no te han dicho...? No importa. Está bien, voy a preguntar. Espérame aquí.

Miron, con una mirada preocupada que no podía ocultar, aceptó finalmente.

─ Sí. Muchas gracias, Miron.

Miron, como los demás guerreros, tardó un rato en regresar del interior de la tienda. Cuando salió, tenía una expresión apenada y habló con dificultad.

─ Me ha dicho que ya te ha respondido. Que lo rechazó... a través de la gran esposa, Lili... 

─ ...

─ Oye, Eugene. ¿Estás bien de verdad?

─ ¿Bart...? ¿El líder te lo dijo personalmente? ¿Qué fue lo que dijo exactamente?

─ Pues... Dijo que cuando le pregunté si había recibido la carta que le dio la gran esposa Lili, respondió que sí. Así que le pregunté si quería darme una respuesta ahora para que yo te la pudiera entregar, pero dijo que ya te había rechazado el día que recibió la carta, ¿acaso no te lo comunicaron?

─ ...

«Estúpido y miserable. Supongo que necesitaba escuchar esta respuesta para soltar finalmente este hilo...»

A medida que Miron continuaba hablando, Eugene sintió cómo todo lo que llenaba su pecho desaparecía poco a poco. Se sentía vacío, completamente vacío. No había ninguna reacción, ni palabras ni acciones. Solo se quedó allí, mirando al horizonte sin enfocarse en nada. Miron, visiblemente incómodo al observar el estado de Eugene, intentó continuar.

─ Oye, Eugene. Seguro que hay algún malentendido. Puedo volver a preguntar al líder si te...

─ Eugene, ¿has venido por la carta que entregaste ayer? Hmm, eres persistente. Ven, hablemos en mi tienda ─interrumpió Lili, con más adornos y ropas brillantes que el día anterior. Era evidente para todos que ella era la gran esposa del líder de los guerreros.

Pero Eugene no respondió ni reaccionó. Lili, impaciente, lanzó una orden más firme y cortante.

─ Te he dicho que vengas conmigo ahora.

Finalmente, Eugene movió con dificultad sus pies y la siguió. No sentía nada, no pensaba nada. Solo quería regresar a su pequeña tienda.

Dentro de la tienda de Lili, Tati ya estaba sentada. Era la segunda esposa de Bart, y en tan solo unos días, todo en ella había cambiado. Aunque no tan majestuosa como Lili, sus ropas eran finas y desprendía un fresco aroma. Todo había vuelto a ser como antes para ella.

CADonde viven las historias. Descúbrelo ahora