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🚨 Advertencia de Contenido 🚨

Este capítulo contiene escenas que incluyen violencia. Se recomienda discreción.

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─ ¿También tú te burlas de mí? ¡Cuántas veces te he dicho que traigas carne de cerdo, no esto!

El líder Namta lanzó un plato hacia el hombro de Eugene, quien, ya acostumbrado, se inclinó para recoger la carne caída en el suelo. No mucho después de que Bart partiera hacia el norte, el antiguo líder murió, y su hijo Namta asumió el liderazgo. Contrario a los deseos de los habitantes de la tribu, que esperaban que nada cambiara, Namta, a diferencia del anterior líder, no se preocupaba por su pueblo. Solo le importaba su propio bienestar.

Además, esperaba respeto incondicional de todos. Pero un líder que no cuida de su pueblo no recibe respeto, y sin el respeto de los habitantes, ningún guerrero lo reverenciaría. Namta, sin embargo, desconocía esta verdad tan simple.

Carne de cerdo. Los guerreros que Namta había traído de fuera no habían salido de caza en dos meses. Eran ineptos y perezosos. Los cerdos que alguna vez criaron ya habían sido sacrificados y comidos hace tiempo. Naturalmente, la despensa estaba vacía. Sin embargo, Namta, completamente indiferente a esta realidad, descargaba su frustración en Eugene por no traer carne de cerdo.

No se puede traer lo que no existe... Pero sabiendo que cualquier excusa sería inútil, Eugene solo asintió en silencio y se dio la vuelta para salir de la cabaña. Justo cuando estaba a punto de cruzar la puerta, la voz de Namta resonó detrás de él:

─ Cuando estabas follando con ese bastardo de Bart, siempre conseguías carne, ¿no? ¡Qué demonios, ¿cuál es tu problema?! ¿Acaso debo follarte también para que me hagas caso?

─ ...

─ ¿Crees que no lo sé? ¿Cómo te corrías llorando de placer cada vez que te metía mano?

─ ...

─ ¡Será mejor que vuelvas con lo que te pedí, si no quieres que te destroce el culo!

La primera vez que escuchó estas palabras de Namta, Eugene se quedó tan atónito que no supo cómo reaccionar. Sabía que Namta era un hombre rudo, pero nunca antes había expresado una hostilidad tan abierta. Quizás lo había estado ocultando todo ese tiempo, porque, de otro modo, nadie cambiaría tan repentinamente.

Soportando las palabras humillantes y vulgares, Eugene, con la cabeza baja, salió de la cabaña del líder. Estaba acostumbrado a recibir insultos de Namta varias veces al día, por lo que, aunque la situación actual le resultaba soportable, lo que realmente le dolía era la triste realidad de haber llegado a acostumbrarse a este tipo de abusos.

De regreso en la cocina, Eugene se frotó el hombro adolorido y echó una mirada hacia el almacén de carne. Como era de esperarse, estaba completamente vacío. Desde que Namta asumió el liderazgo, no había habido ni un solo día en que el almacén estuviera lleno. Eugene dejó escapar un suspiro mientras comenzaba a preparar el bocadillo de Namta.

«Ojalá hoy todo pase tranquilo... aunque, claro, es solo un deseo imposible.»

Namta había empezado a atormentar a Eugene desde el momento en que se convirtió en líder. Eugene no sabía por qué. Quizás, desde la perspectiva de Namta, tenía alguna razón justificada, pero nunca se la había explicado. ¿Acaso Eugene había hecho algo mal? O tal vez era porque había estado cerca de Bart. No lo sabía.

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