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Juanjo se ve obligado a cerrar los ojos, al salir de la cueva. Sin exagerar, ya habrán pasado un par de siglos, desde la última vez que vio la luz del sol. El vampiro se prepara para el mareo y el cansancio —hace bastantes horas que no bebe ni una gota de sangre, y el veneno le ha debilitado mucho más de lo que creía—, pero nunca llega.

<<El vínculo…>> Juanjo cierra los ojos y siente los cálidos rayos del amanecer en su piel <<¿Será que me protege del sol?>>.

Él se tensa y continúa su camino, al oír unos ruidos lejanos. Porque sí, ahora lo oye todo. O al menos, tiene mejor oído que antes. Lo mismo le pasa con el olfato. Juanjo nunca se habría imaginado que la tierra mojada oliera distinta a cuando está seca. O que un ciervo que está a un kilómetro de distancia, pudiera ser tan ruidoso.

Toda esa sobreestimulación termina al llegar al castillo, cosa que él agradece. Con todo lo que le ha pasado en las últimas horas, necesita silencio y oscuridad.

– ¿Has matado al Alfa mayor?

– Hola a ti también, padre. – la respuesta del príncipe sale tan seca como la pregunta de Juanjo padre.

– Contesta mi pregunta.

– No me he podido ni acercar. Me he cruzado con quince lobos y he tenido que huir para que no me mataran. – miente Juanjo, asegurándose de que la ropa tapa la marca de Martin, lo último que necesita, es que su padre se entere de que se ha unido a un licántropo.

– ¿Lobos en luna nueva? Creía que sólo se transformaban en luna llena.

– Pues parece ser que no. – Juanjo habla entre dientes.

– Vigila el tono.

– ¡No! ¡Vigila tu el tuyo! – estalla el príncipe, sin saber de dónde ha sacado tanta fuerza – Siempre estas con esa mierda de que debo respetarte porque eres el rey. ¡Pero eres mi padre y me has enviado a una misión suicida! ¡Casi muero! – respira profundamente para intentar calmarse, ante la sorpresa de su padre – Y si. Tu eres el rey ahora. Pero pareces olvidar que tu reinado pronto va a acabar y yo voy a estar en el trono. Y cuando eso pase, yo voy a ser tu rey, antes que tu hijo. Empieza a respetarme.

Sin dar opción a réplica, Juanjo sube a su recámara, sin que los criados tengan tiempo a verle y a atosigarlo con sus preguntas: “¿Necesita algo, príncipe?, ¿En qué puedo ayudarle?, ¿Le traigo alguna cosa?”. Lo último que necesita Juanjo ahora mismo, es atención.

Ahora Juanjo necesita tiempo a solas consigo mismo y estirarse en su cama para poder procesar todo lo que le ha pasado esta noche: ha ido al territorio de lobos y cuatro de estos le han atacado, según las palabras de esos ancianos, se ha unido a un Alfa puro, <<¿qué cojones es un Alfa puro?>>, y le ha hablado de esa forma a su padre…

Sin duda alguna, ese vínculo ha cambiado muchas cosas en él. Antes, nunca se habría atrevido a alzar la voz a su rey de esa forma. O a lo mejor ha sido por el cansancio. Sea como sea, seguramente va a tener que enfrentarse a las consecuencias de eso, en algún momento. Pero no ahora.

Aunque en realidad, no tendría por qué enfrentarse a ninguna consecuencia, si él quisiera. Según la ley vampírica, Juanjo ya podría ser rey. “Un reinado solo puede durar cinco siglos. Seis, si el heredero no encuentra unión.” Ya hace un poco más de 500 años que Juanjo padre es rey y Juanjo hijo ya tiene unión, aunque nadie lo sepa.

Los golpecitos en la puerta sacan a Juanjo de sus pensamientos. No es su padre, sino su madre, la que entra esta vez.

– Tu padre me ha dicho que te has cruzado con unos lobos. – su voz es dulce y preocupada, maternal – ¿Cómo estás?

– Bien. – Juanjo se sienta al borde de la cama.

– También me ha dicho que le has levantado la voz. – Nieves se sienta en la butaca que hay delante de la cama, pero su voz no suena a reprimenda – Estoy orgullosa. Tiene que empezar a controlar su temperamento real. Y más contigo. – Juanjo sonríe ante sus palabras – Solo te falta encontrar a alguien para vincularte y el trono ya será tuyo, hijo. Eso, o esperar un siglo más.

Juanjo está a punto de decir que ya ha encontrado a esa persona, que de hecho, el vínculo ya está hecho, pero cierra la boca antes de que las palabras se le escapen. ¿Con qué cara le dice a su madre que se ha unido a un lobo, el enemigo? Aunque claro, tampoco es que sea algo que él haya podido escoger. Y ese lobo tampoco tuvo mucha opción, que digamos. La cosa estaba entre la unión o la muerte, en su caso y en el caso del Alfa, era la unión o la guerra inminente.

– En nada será la hora de comer. – Nieves rompe el silencio – ¿Quieres que le pida al servicio que te traigan un par de bolsas de sangre? – Juanjo niega con la cabeza, no tiene hambre, en estos momentos – Está bien. Te dejo descansar, entonces. – el príncipe asiente una vez más y la reina se levanta del sillón – Por cierto, tu hermano también se alegra por cómo le has hablado al rey. – y se va.

Juanjo ríe por lo bajo. Por supuesto que a Javier le parece bien que le plante cara a su padre. Si a Juanjo, que es el heredero, le falta al respeto, a él casi que lo trata como si fuera parte del servicio, en la mayoría de ocasiones.

De repente, Juanjo siente la necesidad de salir. Puede pasearse debajo del sol, sin necesidad de beber cantidades industriales de sangre, antes de salir. Ya tendrá tiempo para descansar más tarde. Ahora quiere aprovechar la luz del sol.

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Por si no se nota, últimamente estoy inspirado, así qué, aquí tenéis un capítulo nuevo!

Y no prometo nada, pero es posible que hoy suba otro.

Espero que os haya gustado 💕

En guerra - Juantin AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora