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Martin está desorientado en el bosque. Solo y aún con el hormigueo ardiente en sus labios, al haber tenido los de Juanjo unidos a los suyos, hace apenas unos minutos, antes de que se fuera sin dar explicaciones. Aunque eso no es lo que sorprende a el lobo, no —cada vez que consigue acercarse al vampiro, este huye—; lo que más le sorprende, es haber conseguido que el beso haya durado tanto y haya sido tan… fogoso e intensificado por elección del vampiro.

Nunca antes Martin se había sentido así: tan lleno, tan vivo. Y lo único que desea ahora mismo, es repetirlo y estar entre sus brazos de nuevo, aunque en el fondo sabe que Juanjo no se dejará ver hasta dentro de un par de semanas, como mínimo. Como la última vez. Y eso le entristece, aunque no es nada comparado con el escalofrío que le recorre todo el cuerpo al recordar que, en pocas horas, tiene que encontrarse con Cris, porque Agnes y Rafa han organizado otro encuentro. Y con este, ya van tres.

La segunda vez que quedaron, también fue en La ciudadela, pero por la mañana. Dieron una vuelta por el mercado, el brujo le enseñó sus tiendas favoritas al lobo —e incluso le compró un par de collares que Martin luego le dió a sus hermanos— y, como en la primera ocasión, finalizaron la “cita” con un beso iniciado por Cris, el cual se sintió en las nubes, mientras Martin fingía que también estaba a gusto, pese a que en realidad, solo quería vomitar por el asco que le hizo sentir. Asco por no estar besando los labios de su unión y que ahora sí sabe cómo se sienten.

El Alfa puro cierra los ojos para centrarse en el aquí y el ahora, pero lo único que consigue es que su piel arda de calor y sus mejillas se tornen carmesí, al recordar el beso reciente del Vampiro. Los labios de Juanjo sobre los suyos, sus fuertes brazos rodeando su cintura, pegándolo a su cuerpo, la suave piel del vampiro bajo sus manos… Martin sacude la cabeza para intentar ahuyentar el recuerdo, pero le es imposible. ¿Cómo va a poder sacarse de la cabeza, la primera vez que ha besado a su vínculo? ¿Cómo va a sobrevivir los próximos días —o semanas—, sin volver a verlo?

Intentando no ponerse en el peor de los escenarios, Martin se convierte en lobo y vuelve al Campamento Alfa. Todos sus vecinos —ya en forma de humano— se apartan a su paso con una mezcla de miedo y respeto, aunque el Alfa puro siempre prefiere decantarse por la idea de que le tratan con respeto —por el hecho de ser hijo del Alfa mayor y por ser él mismo,  Alfa puro—, porque no le gusta la idea de que los demás lobos, a quien él considera compañeros e iguales, le tengan miedo. Al llegar a su tienda, Martin vuelve a su forma humana.

– ¿Dónde estabas? – Rafa entra a la tienda pocos segundos después que su hijo.

– Me he despertado con hambre y he salido por ahí, para cazar algo de desayuno. – miente Martin – Me he encontrado con un conejo delicioso. – finge una sonrisa que su padre parece creerse.

– Podrías haber llevado a tus hermanos contigo.

– Ya sabes como soy por las mañanas. Prefiero estar sólo. – Martin se encoge de hombros – ¿Necesitas alguna cosa más? – pregunta, tras ver que su padre aún no ha salido de la tienda.

– Sólo quería recordarte que en un par de horas tienes que estar en La ciudadela, para verte con el nieto de Agnes. – Rafa se acerca más a su hijo, apoyando una mano en su hombro izquierdo – ¿Cómo está yendo todo con él?

– Bien.

– Sabes lo importante que es esto para todos nosotros, ¿no?

– Claro que lo sé, papá. – Martin intenta mantenerse calmado – Si las cosas salen bien con Cris, nos uniremos y gracias a eso, las brujas estarán de nuestro lado en la guerra, dándonos una gran ventaja contra los vampiros. – intenta alejar sus sentimientos el máximo posible del significado de lo que acaba de decir.

Porqué Martin no quiere eso. No quiere entrar en guerra, y menos con los vampiros. Porqué eso significaría estar en guerra con Juanjo, y eso, es lo último que el lobo desea. Aunque no le importaría tener una guerra íntima con Juanjo, a solas ellos dos, bajo las sábanas de su cama o entre los árboles del bosque, luchando para ver quien tiene el control de los besos o para ver quién toca más al otro o… Martin aleja esos pensamientos, antes de ponerse rojo, recordando que aún tiene a su padre enfrente.

– Entonces sabrás, que debes hacer lo que haga falta para que la cosa vaya bien y la unión se dé a cabo, ¿no?

Martin asiente para contentar a su padre, aunque sepa que no va a ser posible, porque él ya está unido a Juanjo.

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El sol empieza a ocultarse, dejando tras de sí un cielo anaranjado que poco a poco se va convirtiendo en rojo, antes de que pase a ser negro y se inunde de estreyas y la luna, que ya empieza a mimbar. Las brujas de día recogen su mercado con rapidez, al mismo tiempo que las brujas de noche se preparan para empezar sus espectáculos de fuego, agua y colores.

Esta vez, Cris le ha estado enseñando a Martin el poblado: los sitios más emblemáticos, las casas más antiguas y las más nuevas, los pequeños huertos que tienen dentro, los templos para rezar a las diosas… Y los callejones. Ahora mismo están en uno de estos, concretamente, en el más estrecho y largo que tiene el poblado, según ha dicho Cris. Ellos dos són los únicos que están por aquí a estas horas y eso a Martin le pone nervioso, porque es la primera vez que está realmente a solas con él y no es que tenga muchas escapatorias.

– Me lo he pasado muy bien, como siempre. – Cris sonríe, agarrando suavemente a Martin por la cintura.

– Yo también. – el lobo se obliga a sonreír, sabiendo lo que viene a continuación.

Los labios del brujo se posan encima de los suyos y Martin finge estar cómodo con eso, aunque realmente es lo último que quiere hacer en esos momentos. Cris le abraza por la cintura, apegándolo a su cuerpo y Martin le rodea el cuello con sus brazos, intentando imaginarse que el chico que está besando, realmente es Juanjo. Pero no lo es, porque sabe que el vampiro nunca tendría la iniciativa de pegarlo contra la pared con esas ansias puramente sexuales.

Los labios del brujo bajan por el cuello del lobo y este se tensa de golpe, sin siquiera esforzarse para ocultar su incomodidad, pero Cris parece no darse cuenta y sigue bajando sus besos hasta las clavículas de Martin, mientras a su vez, baja sus manos a sus muslos.

– Para. – Martin consigue hablar, en un hilo de voz – Cris, para. – dice, esta vez más fuerte, pero el brujo sigue bajando sus labios por sus pectorales – ¡Para! – ruge Martin, con los ojos encendidos en rojo y el cuerpo temblando por la impotencia.

– ¿Qué pasa, Martin? – pregunta Cris, entre confundido y preocupado

–  Yo… Aún no estoy listo para… Eso. – dice Martin, recordándose a sí mismo lo importante que es esto para su padre y todas las manadas – Yo… Me vuelvo a mi casa. – agacha la cabeza, incapaz de mirar a esos ojos entristecidos – Ya nos veremos, Cris.

Sin dar opción a que el brujo se disculpe o diga nada más, Martin sale del callejón y, cuando llega a la salida de la ciudadela, se convierte en lobo, huyendo al único sitio en el que sabe que nadie le seguirá.

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Y aquí tenéis el capítulo de la semana!!!

No sé si me va a dar la vida subir otro hoy, pero lo intentaré 😅

Espero que os haya gustado 💕

En guerra - Juantin AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora