Secretos

25 4 0
                                    


Daniela sube las escaleras del edificio con prisa, aún pensando en su conversación con Carolin. Al llegar al tercer piso, su corazón se detiene un segundo al ver a Milo, sentado frente a la puerta de su apartamento. Parece tenso, con la mirada fija en el suelo y las manos entrelazadas en un gesto que ella solo ha visto cuando él está realmente preocupado.

D: ¿Milo? ¿Qué haces aquí?

Él levanta la vista y se pone de pie rápidamente. Su sonrisa forzada no disfraza la sombra de nerviosismo en sus ojos.

M: Necesitaba hablar contigo. Hay algo que— duda un segundo, sus palabras atrapadas en su garganta —algo que tengo que contarte.

Daniela siente que la inquietud crece en su pecho. Su mente corre a todas las posibilidades: ¿algo malo con su familia? ¿Con Raian?

D: ¿Estás bien? Pareces... hace una pausa, buscando la palabra ¿preocupado?

Justo cuando Milo parece a punto de responder, la puerta del ascensor se abre de golpe. Raian sale de ella, sus pasos firmes resonando en el pasillo. Se coloca junto a Daniela, su mirada pasando de ella a Milo con una intensidad que parece cortar el aire.

R: ¿Tú también estás aquí? Pensé que ya habíamos hablado de esto, Milo.

El tono de Raian es bajo, casi amenazante. Daniela se aparta de ambos, entrecerrando los ojos.

D: ¿De qué están hablando? ¿Qué demonios está pasando aquí?

Milo se muerde el labio, mirándola con un dolor en sus ojos que ella no comprende. Y entonces, con un suspiro que parece contener años de secretos, Milo finalmente suelta lo inevitable.

M: Daniela, yo... soy tu hermano.

La declaración cae como una bomba, haciendo eco en el pasillo vacío. Daniela da un paso atrás, el impacto de esas palabras la deja sin aliento.

D: ¿Qué? Eso no tiene sentido... No, eso no... sacude la cabeza, tratando de ordenar sus pensamientos.

R: Él dice la verdad, Dani. Lo descubrí hace unos meses, pero no era mi lugar decirte algo así. Aidan lo sabía desde siempre, pero estaba protegiéndote... protegiéndonos.

Los ojos de Daniela se llenan de lágrimas. Mira a Milo, buscando en su rostro alguna señal de que todo esto es una mentira cruel.

D: ¿Cómo? ¿Cómo pudiste esconder algo así? ¿Desde cuándo lo sabías?

Milo baja la mirada, sus hombros caídos reflejan su resignación.

M: Siempre lo supe. Mis padres... o bueno, tu padre y mi madre... me lo dijeron cuando era pequeño. Pensaron que sería mejor así. Que no nos complicáramos más de lo necesario. Pero luego te conocí, y... nunca supe cómo contártelo. Cada día que pasaba hacía que se volviera más difícil.

Daniela retrocede un paso más, incapaz de procesar lo que escucha. Raian avanza hacia ella, tratando de tomar su mano, pero ella lo aparta.

D: No. No puedo... Necesito tiempo. Se gira, alejándose con pasos rápidos.

Mientras tanto en otra parte

Jennifer cierra la puerta del pequeño apartamento que usa como escondite temporal. Las paredes están cubiertas con fotos y documentos, todo relacionado con el padre de Daniela. Se pasa una mano por el cabello, tratando de trazar el siguiente paso en su plan. Entonces, la voz de un hombre la hace girarse bruscamente.

E: Te lo advertí. No deberías haber venido sola.

Jennifer retrocede un paso, sus ojos evaluando la figura que emerge de la penumbra. Eiran, con su imponente postura y mirada calmada, la observa con una mezcla de curiosidad y amenaza.

J: Sabía que tarde o temprano vendrías a buscarme. ¿Por qué sigues protegiéndolo? Suelta una risa seca, forzada. Alguien como tú podría hacer mucho más con un contrato diferente.

Eiran no responde de inmediato. Se mueve con una lentitud calculada, como un depredador que acecha a su presa.

E: No se trata solo de dinero, Jenny. Hay cosas en juego que ni siquiera tú entiendes.

Ella frunce el ceño, avanzando un paso con la mandíbula apretada.

J: Entonces explícame. ¿Qué es lo que sabe ese maldito hombre? ¿Por qué hay tantas personas dispuestas a matarlo y otras tantas a protegerlo?

Eiran sonríe de lado, un gesto que no llega a sus ojos.

E: Si lo supieras, estarías aún más atrapada de lo que ya estás. No quiero tener que hacerte daño, pero no me dejas otra opción. Si te acercas a él otra vez... No me importará quiénes seamos ni de dónde vengamos.

Jennifer traga saliva, notando el peligro real en la voz de Eiran. Pero la chispa de determinación en sus ojos no se apaga.

J: Ya veremos, Eiran. Tú y yo sabemos que esto no ha terminado. Y cuando se sepa toda la verdad, ninguno de nosotros podrá escapar.

Eiran la observa unos segundos más, como si estuviera evaluando sus palabras, y luego se da la vuelta, saliendo del apartamento sin decir una palabra más. Jennifer se queda sola, respirando profundamente, con la firme convicción de que no se retirará tan fácilmente.

Eiran entra a un bar de aspecto tranquilo, buscando despejar su mente después de su encuentro con Jennifer. Se sienta en la barra y pide una bebida fuerte. No espera encontrarse con Carolin, quien lo ve y decide acercarse, su rostro iluminado por una sonrisa amigable.

C: ¿Todo bien, desconocido? Pareces un poco... inclina la cabeza, observándolo detenidamente ...abatido.

Eiran levanta la vista, y la tensión en sus hombros se suaviza al verla.

E: Digamos que he tenido un día largo.

Carolin se sienta a su lado, pidiendo un trago también.

C: Bueno, ¿por qué no te tomas un descanso de tus problemas por una noche? Su sonrisa es genuina, y Eiran se encuentra cediendo un poco a esa amabilidad inesperada.

E: Quizá tengas razón. Pero tengo que advertirte: mi compañía no siempre es buena idea.

Carolin se ríe suavemente.

C: ¿Quién lo es, realmente? Todos llevamos nuestras propias cargas. A veces, compartir un poco las hace más llevaderas.

Mientras hablan, Eiran siente algo extraño y, a la vez, reconfortante. Quizás esté permitiéndose a sí mismo un momento de distracción, sabiendo que su misión sigue pendiente... pero esa noche, por primera vez en mucho tiempo, decide bajar la guardia y disfrutar de la conversación, aunque sea por un breve instante.

Eiran

Años 23

Años 23

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Entre Amores y LealtadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora