Capítulo 3: Primeras Señales de Demencia

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Las noches se convirtieron en un campo de batalla para Hawks, donde sus pensamientos se agolpaban y la soledad lo envolvía como un manto pesado. A medida que pasaban los días, la ausencia de Hikari se hacía más palpable, y con ella llegaban las primeras señales de que su salud mental estaba comenzando a resquebrajarse.

En la mañana siguiente a su última misión, Hawks se despertó con el sonido del silencio. No había risas ni conversaciones alegres, solo el murmullo de sus propios pensamientos. Se levantó de la cama, aún sumido en la confusión de la noche anterior, y decidió que salir al aire fresco podría ayudarlo a despejar la mente. Mientras se vestía, sintió un escalofrío recorrer su espalda, como si alguien lo estuviera observando.

Al salir a la calle, los sonidos de la ciudad lo envolvieron. El tráfico, las conversaciones de los transeúntes, y los gritos de los niños que jugaban en el parque cercano. Sin embargo, todo esto parecía distante, como si estuviera viendo la vida a través de un cristal empañado. Se obligó a concentrarse en las voces que lo rodeaban, pero una voz en particular comenzó a sobresalir entre las demás.

"Hawks...," susurró una voz familiar que le hizo detenerse en seco. Su corazón se aceleró, y un escalofrío recorrió su cuerpo. Se giró, esperando ver a Hikari de pie detrás de él, pero la calle estaba vacía.

"¿Qué? No... no puede ser," murmuró, sintiendo que la confusión comenzaba a apoderarse de su mente. Sacudió la cabeza y continuó su camino, decidido a ignorar lo que había escuchado. Sin embargo, la voz persistía, resonando en su cabeza como un eco.

El primer día de trabajo fue un torbellino de emociones. Mientras intentaba llevar a cabo sus tareas, la voz de Hikari se hizo más insistente. "Hawks, ¿por qué no me escuchas?" La familiaridad de esas palabras le desgarró el corazón, y se vio obligado a detenerse, temblando por la intensidad de sus recuerdos.

"¡Cálmate, Hawks! Solo es tu imaginación," se gritó a sí mismo, tratando de ahogar la voz con lógica. Pero la voz de Hikari seguía llamándolo, incluso cuando su compañero de equipo, Tokoyami, le hacía preguntas.

"Hawks, ¿todo bien? Pareces distraído," preguntó Tokoyami, frunciendo el ceño con preocupación. El pánico llenó a Hawks, y sintió que su mundo se tambaleaba.

"Sí, solo... no he dormido bien," respondió, sonando más inseguro de lo que le habría gustado. La verdad era que las noches eran largas y tortuosas, llenas de recuerdos de Hikari y de la voz que ahora se había convertido en su compañera constante.

A medida que avanzaba la semana, los episodios comenzaron a intensificarse. Hawks se encontraba hablando en voz alta, discutiendo con la voz que solo él podía escuchar. En medio de las misiones, se detenía, como si estuviera esperando una respuesta, atrayendo las miradas confundidas de sus compañeros. "No, Hikari, no puedo hacer eso. No quiero perder más," sollozaba en silencio, mientras los demás miraban con preocupación.

La presión de su estado mental se convirtió en una carga cada vez más pesada. Las miradas de sus compañeros, antes llenas de admiración, se transformaron en expresiones de preocupación y duda. "¿Está bien Hawks?" murmuraban entre ellos. Sabían que algo no estaba bien, que su amigo estaba luchando una batalla que no podían ver.

Un día, después de una misión particularmente agotadora, Hawks se encontró solo en su apartamento, sentado en el borde de la cama. La voz de Hikari lo llamaba suavemente, como un canto melancólico que no podía ignorar. "Hawks, estoy aquí. Solo tienes que buscarme."

En ese momento, la angustia lo invadió y sintió que estaba al borde de la locura. "¡No! ¡No estás aquí!" gritó, apretando los puños. "No eres real. No puedes ser real."

Pero la voz persistía, y el dolor de su pérdida se tornó en rabia. "¿Por qué me dejaste, Hikari? ¿Por qué no estás aquí cuando más te necesito?" La soledad y la desesperación lo invadieron, y con cada palabra, se sentía más perdido.

La situación se volvió insostenible. Hawks se dio cuenta de que ya no podía seguir así. Había días en que su mente se desvanecía, y la realidad se convertía en un lugar nebuloso donde la voz de Hikari era su única compañía. Sabía que esto no podía ser normal; que no podía seguir ignorando lo que estaba ocurriendo.

Decidido a encontrar respuestas, decidió buscar ayuda. Llamó a su terapeuta, aunque su orgullo le decía que debía enfrentarlo solo. "Quiero programar una cita," dijo, su voz apenas un susurro. La terapeuta le respondió con comprensión, y aunque quería negarse, sabía que no podía seguir así.

En la siguiente sesión, se sentó en la silla con una expresión vacía. La terapeuta le preguntó cómo se sentía, pero la voz de Hikari lo interrumpió. "Hawks, dile lo que sientes."

"No puedo," murmuró, luchando entre la realidad y la ilusión. La terapeuta le dio un tiempo para hablar, pero las palabras no salían. Se sintió atrapado entre dos mundos: el de su dolor y el de la sanación que sabía que necesitaba.

La terapeuta, con paciencia, lo guió. "Hawks, tu mente está lidiando con un trauma profundo. La pérdida de Hikari es devastadora, y es natural que tu cerebro esté tratando de procesar esto de maneras inesperadas."

Mientras ella hablaba, la voz de Hikari se volvió más tenue. "Hawks, quiero que seas feliz," le susurró, y con esas palabras, una pequeña chispa de esperanza encendió en su pecho. Pero, al mismo tiempo, la culpa lo abrumó. ¿Cómo podría ser feliz sin ella?

A medida que las sesiones avanzaban, Hawks comenzó a abrirse más, aunque las visiones y voces continuaban. Se sintió avergonzado por sus episodios, pero su terapeuta lo animó a compartir sus experiencias. "No estás solo en esto, Hawks. La recuperación es un proceso, y lo que estás sintiendo es parte de eso," dijo, brindándole una luz en medio de la oscuridad.

Sin embargo, los episodios no desaparecieron. La voz de Hikari se hizo cada vez más insistente, llevándolo a un punto en el que empezaba a dudar de su propia cordura. Durante una misión, mientras enfrentaba a un villano, el sonido de su risa resonó en su mente. Fue un momento de distracción que casi le cuesta la vida.

Cuando el villano lanzó un ataque, Hawks se quedó paralizado, recordando la forma en que Hikari siempre encontraba una manera de salir adelante. "¡Hawks, esquiva!" la voz sonó clara y fuerte, y en un instante, su instinto tomó el control. Se apartó justo a tiempo, pero el peligro lo hizo tambalear. Tras la misión, Tokoyami se acercó, claramente preocupado.

"Hawks, tienes que hablar de lo que está pasando. No puedes seguir así," le advirtió, su voz grave. "Te estamos viendo caer, y no podemos hacer nada."

Hawks se sintió abrumado por la presión. En el fondo, sabía que debía buscar ayuda, pero el miedo a ser visto como débil lo mantenía atado. La idea de perder su estatus como héroe lo aterrorizaba. En su mente, su identidad como héroe y su amor por Hikari estaban entrelazados de manera irremediable.

A medida que los días pasaban, comenzó a escribir en un diario. Era su forma de exteriorizar lo que sentía, un intento de darle voz a los pensamientos y las voces que llenaban su cabeza. Cada página se convertía en un refugio, un espacio donde podía explorar su dolor sin miedo a ser juzgado.

La lucha se volvió diaria; los episodios de demencia se convirtieron en momentos de desasosiego que lo acompañaban en cada paso. La voz de Hikari no desaparecía, pero al menos, podía darle un contexto a su dolor. Cuando la voz lo llamaba, Hawks aprendió a decirle que estaba haciendo lo mejor que podía.

"Estoy aquí, Hikari," susurraba a la oscuridad, sintiendo que era lo único que podía hacer. Aunque no pudiera traerla de vuelta, podía intentar encontrar un camino hacia la sanación.

Sin embargo, a pesar de su esfuerzo, la batalla no había hecho más que comenzar. Cada día era un desafío, y cada nuevo episodio de su mente se sentía como una advertencia de lo que estaba por venir. Hawks se dio cuenta de que su salud mental estaba en juego, y que el camino hacia la recuperación sería más largo y complicado de lo que jamás había imaginado.

Alas de Esperanza II 🪽 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora