Capítulo 9: Bajo el Ojo Público

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La mañana en la ciudad de Musutafu era caótica como siempre. El bullicio de la gente y el tráfico llenaban las calles, y en medio de todo eso, la figura imponente de Hawks surcaba los cielos. Pero algo en él había cambiado. Su vuelo, antes ágil y preciso, ahora parecía más errático, menos seguro. Los ciudadanos que solían mirar con admiración al héroe número dos, ahora lo veían con una mezcla de preocupación y duda.

Hawks había sido llamado para liderar una misión de rescate en un edificio en llamas en el centro de la ciudad. Un grupo de civiles estaba atrapado en los pisos superiores, y el fuego se extendía rápidamente. En el pasado, una misión como esa habría sido pan comido para él, pero hoy... algo no estaba bien.

Mientras volaba hacia el edificio, el calor del fuego no fue lo que lo hizo detenerse en seco. Fue ella. En una fracción de segundo, Hawks la vio: Hikari, de pie sobre una azotea cercana, observándolo con la misma calma con la que solía analizar sus misiones. Su cabello blanco ondeaba al viento, y sus alas brillaban a la luz del fuego, tan nítidas, tan reales.

"No puede ser." Hawks parpadeó, tratando de enfocarse, pero la imagen seguía allí. Su respiración se aceleró. Sabía que era imposible. Ella estaba muerta. Había estado en su funeral. Había sentido el vacío de su ausencia, el dolor de su partida. Pero allí estaba, mirándolo, como si todo hubiera sido una pesadilla y ella acabara de despertar.

—¡Hawks!—la voz de otro héroe resonó en su auricular, sacándolo del trance. —¡Necesitamos tu ayuda ahora! ¡El fuego se está extendiendo!

Hawks sacudió la cabeza, tratando de despejar su mente. No es real. No puede ser real. Pero el daño ya estaba hecho. Esa fracción de segundo que había pasado mirando la alucinación de Hikari fue suficiente para que la situación empeorara.

El fuego se extendió más rápido de lo previsto. Los héroes en el terreno gritaban instrucciones, pero Hawks seguía paralizado, mirando el lugar donde creía haber visto a Hikari. Finalmente, forzó sus alas a moverse y se dirigió hacia el edificio, pero para entonces, ya era demasiado tarde. Varios de los héroes de apoyo ya estaban subiendo por las escaleras de emergencia, sacando a los civiles uno por uno. El líder de la operación lo observó con una mezcla de incredulidad y furia.

—¿Dónde estabas, Hawks?—le gritó. —¡Te necesitábamos aquí! ¡Tienes las alas más rápidas de toda la ciudad, y apenas llegaste!

Hawks, con el corazón acelerado y el sudor empapando su frente, intentó balbucear una respuesta, pero nada salió de sus labios. Sabía que había fallado. El fuego ya había causado daños irreparables, y aunque los civiles estaban a salvo, los medios ya se habían congregado como buitres esperando por un desastre.

Mientras aterrizaba en la calle, con los flashes de las cámaras apuntando hacia él, los reporteros no perdieron tiempo en lanzarse sobre él.

—¡Hawks! ¿Qué pasó en el rescate? ¡Parecía que llegaste tarde! ¿Te está afectando el estrés del trabajo?

—¿Es verdad que has estado fallando en tus últimas misiones?—preguntó otro, con el micrófono a pocos centímetros de su rostro.

Hawks levantó la mano, intentando bloquear la luz cegadora de las cámaras. Su mente estaba en caos. No había forma de explicar lo que había visto. No podía contarles que había sido ella quien lo distrajo. Nadie lo creería. Solo pensarían que estaba perdiendo la cordura.

—Lo siento...—murmuró, intentando calmarse, pero las preguntas seguían llegando.

—¿Estás en condiciones de seguir siendo héroe? ¡Hay rumores de que podrías estar retirándote pronto!

—¿Qué tienes que decir sobre las críticas de tus compañeros héroes? ¿Es verdad que te han recomendado tomar un descanso?

Cada pregunta era como una bofetada, un recordatorio de lo mucho que había cambiado en tan poco tiempo. Hace apenas un año, Hawks era visto como el héroe invencible, el prodigio que podía hacer todo. Ahora, los mismos que lo alababan comenzaban a dudar de él.

En medio de la tormenta de preguntas, una voz más fuerte que las demás se alzó:

—Hawks, ¿qué le dirías a la gente que cree que ya no estás en tu mejor momento?

Esa pregunta lo golpeó con fuerza. Miró al periodista que la había hecho, un joven con una mirada inquisitiva y una sonrisa triunfante, como si hubiera descubierto el talón de Aquiles del héroe. Hawks abrió la boca para responder, pero no encontró las palabras adecuadas. ¿Qué podía decir? ¿Que había visto a Hikari? ¿Que su mente estaba jugando trucos crueles con él?

—Estoy...—empezó, pero una nueva imagen de Hikari apareció fugazmente en su mente, interrumpiendo su respuesta. "Estoy perdiéndola de nuevo...", pensó, y su corazón se hundió.

Finalmente, bajó la mirada, incapaz de enfrentar a los periodistas ni a la multitud que lo observaba con creciente desconfianza. Su aura de invulnerabilidad había desaparecido, reemplazada por la duda y la fragilidad.

Sin decir una palabra más, extendió sus alas y voló, alejándose de las preguntas, de las cámaras, y del caos que ahora rodeaba su vida. Pero mientras volaba, no podía escapar de la verdad: algo en él estaba roto, y cada vez se hacía más difícil ocultarlo.

Las noticias de la misión fallida se esparcieron rápidamente. Los titulares de los periódicos y los programas de noticias no tardaron en poner a Hawks en el centro del debate. "¿Hawks está perdiendo su toque?" era la pregunta que resonaba en todos lados. Analistas y expertos en héroes comenzaron a debatir sobre su capacidad actual, mientras que las redes sociales se llenaban de especulaciones y críticas.

A pesar de los años de servicio impecable, una mancha en su historial parecía ser suficiente para que la gente comenzara a cuestionar todo lo que había hecho. Hawks, el héroe que había salvado incontables vidas, ahora se encontraba bajo el ojo público, con todos esperando su siguiente movimiento, y temiendo lo peor.

En su apartamento, lejos del bullicio de la ciudad, Hawks apagó la televisión con un suspiro pesado. No necesitaba escuchar más. Sabía lo que estaban diciendo. Sabía que algo dentro de él se estaba desmoronando. Pero lo que no sabía era cómo detenerlo.

Y mientras la imagen de Hikari volvía a invadir su mente, Hawks se dio cuenta de que no estaba preparado para enfrentar el siguiente día, ni para lo que eso traería consigo.

Alas de Esperanza II 🪽 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora