Capítulo 8: El Encuentro con la Realidad

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Sentado en una sala blanca y fría, Hawks tamborileaba con los dedos sobre la silla, inquieto. El sonido del reloj en la pared era lo único que se escuchaba, pero a él le parecía ensordecedor. A su alrededor, las paredes se cerraban como si lo estuvieran arrinconando. La espera parecía eterna, aunque en realidad solo habían pasado unos minutos desde que había llegado.

No sabía cómo había llegado a esto. Su mente volvía a aquel momento, cuando sus compañeros héroes, en medio de una intervención, lo habían enfrentado directamente. "Hawks, no puedes seguir así. Esto está afectando tu trabajo, tu vida, a todos los que te rodean." Habían sido palabras duras, pero más que eso, eran un recordatorio de lo que ya sabía en su interior: estaba cayendo, y lo hacía rápido.

El sonido de una puerta abriéndose lo sacó de sus pensamientos. Entró un hombre mayor, de unos cincuenta años, con una barba bien cuidada y un rostro sereno. Llevaba una bata blanca y una carpeta bajo el brazo. El hombre sonrió ligeramente, pero Hawks no devolvió la sonrisa. No estaba allí por su propia voluntad. Estaba allí porque se lo habían impuesto.

—Keigo Takami, ¿verdad?—dijo el doctor con una voz tranquila mientras tomaba asiento frente a él.

Hawks asintió sin decir nada, mirando hacia el lado opuesto de la habitación, incómodo.

—Soy el Dr. Nakamura, especialista en psiquiatría—continuó el médico mientras abría la carpeta y comenzaba a revisar algunas notas. —Te agradezco por venir hoy. Sé que esto no es fácil, pero vamos a hacer todo lo posible para entender cómo te sientes y ver cómo podemos ayudarte.

—No necesito ayuda—replicó Hawks bruscamente, cruzando los brazos. —Estoy bien.

El Dr. Nakamura lo observó por un momento antes de asentir lentamente. No discutió. Sabía que no era raro que los héroes, acostumbrados a ser autosuficientes y fuertes, rechazaran la idea de necesitar ayuda. Pero era su trabajo empujar suavemente esa resistencia.

—Entiendo que sientas eso, Keigo. Pero tus compañeros han notado algunos comportamientos que los preocupan. Has tenido dificultades en algunas misiones, y... bueno, han mencionado que últimamente pareces distraído, incluso afectado emocionalmente. Me gustaría hablar sobre eso contigo, si estás dispuesto.

—No estoy distraído—insistió Hawks, levantando la vista para mirarlo directamente. —Estoy haciendo mi trabajo, y lo estoy haciendo como siempre. Ellos están exagerando.

El doctor asintió, calmado, mientras seguía tomando notas en su carpeta.

—Hiciste un buen trabajo por muchos años. Todos lo reconocen. Pero, a veces, incluso los héroes más fuertes necesitan un respiro. Y... hay una pérdida muy importante en tu vida, ¿verdad?

Hawks cerró los ojos brevemente al escuchar esas palabras. La mención de ella, de Hikari, era como una puñalada en el pecho. Respiró hondo, intentando contener el dolor que había estado enterrando profundamente.

—No tiene nada que ver con eso—murmuró, aunque su voz no sonaba tan firme como hubiera querido.

—Hikari Ayane, ¿verdad?—preguntó suavemente el doctor, leyendo el nombre del archivo. —He escuchado de su valentía. Su pérdida debió haber sido devastadora para ti, y no es raro que, después de algo así, las personas tengan dificultades para seguir adelante. Pero, Keigo, no significa que estés solo en esto.

Hawks apretó los puños. No quería hablar de Hikari. No quería que la palabra "pérdida" se usara en la misma oración que su nombre. No estaba perdido. No la había perdido. Estaba ahí afuera, de alguna forma, y él la encontraría.

—No estoy loco—dijo de repente, con más vehemencia de la que había planeado. —No necesito que me evalúen ni que me hablen como si fuera un caso perdido. Estoy manejando esto. ¿Por qué no lo entienden?

El Dr. Nakamura lo miró con comprensión, pero también con una seriedad que le recordó a Hawks por qué estaba allí.

—No se trata de si estás loco o no—respondió calmadamente. —Se trata de cómo te estás sintiendo y cómo estás lidiando con todo lo que ha pasado. El dolor no es algo que simplemente desaparezca. A veces, necesitamos ayuda para aprender a convivir con él. ¿Alguna vez has tenido alucinaciones de Hikari?

La pregunta cayó como una roca en la habitación, y Hawks se tensó. Por un instante, pensó en mentir, en decir que no, pero no fue lo suficientemente rápido.

—¿Y qué si las he tenido?—respondió en tono desafiante. —No es tan raro, ¿cierto? Ver a alguien que... que extrañas mucho. Eso no significa que esté mal. Solo significa que...

No terminó la frase. La voz se le quebró. El Dr. Nakamura lo observó con paciencia.

—Es normal que el dolor y la pérdida puedan afectar cómo percibimos la realidad—explicó el doctor. —A veces, el cerebro intenta procesar el vacío de una forma que nos confunde. Pero cuando eso comienza a interferir con tu vida diaria o con tu trabajo, es una señal de que necesitas un poco de apoyo. Y eso es lo que estoy aquí para ofrecerte. No para juzgarte.

Hawks se mantuvo en silencio, mirando al suelo. No quería estar allí. No quería hablar de esto. Pero sabía, en el fondo, que no podía seguir negando lo que estaba sucediendo. No importaba cuánto lo intentara, no podía escapar de lo que estaba sintiendo, y la realidad era que Hikari no volvería. No de la manera en la que quería.

—Solo quiero verla otra vez—murmuró finalmente, apenas audible.

El doctor lo observó con tristeza.

—Es comprensible, Keigo. El amor que sientes por ella es profundo, y su ausencia ha dejado una marca imborrable. Pero necesitas encontrar una forma de continuar viviendo, de sanar, sin que eso te destruya en el proceso.

Hawks no respondió. No sabía cómo hacerlo. Estaba atrapado entre el deseo desesperado de traerla de vuelta y la realidad aplastante de que tal vez nunca la vería de nuevo.

El doctor dejó que el silencio hablara por un momento antes de volver a dirigirse a él.

—Me gustaría que sigamos trabajando juntos—dijo el Dr. Nakamura suavemente. —Podemos encontrar una forma de ayudarte a sobrellevar esto, pero primero, necesito que me dejes entrar. Que me hables de lo que realmente sientes.

Hawks asintió lentamente, aunque sin convicción. Sabía que esto no era el final de la conversación. Apenas era el comienzo.

Pero lo que Hawks no le dijo al doctor, lo que guardó para sí mismo, era que ya había comenzado a buscar algo más allá de la terapia. Algo que iba más allá de lo que el mundo físico podía ofrecerle. Y en su corazón, sabía que no importaba cuántas sesiones tuviera. Solo había una cosa que lo haría sentir entero de nuevo, y eso era Hikari.

Alas de Esperanza II 🪽 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora