Hawks se quedó inmóvil frente a la entidad del bosque, la cual lo observaba desde las sombras con sus ojos como brasas encendidas. El aire era helado, y la magia oscura del lugar parecía vibrar a su alrededor, como una energía latente que esperaba ser desatada. Su corazón latía con fuerza, pero su determinación no flaqueaba. Estaba dispuesto a pagar cualquier precio, cualquier sacrificio, para volver a ver a Hikari. El bosque podía oler esa desesperación, se alimentaba de ella.
—Estoy dispuesto. Haré lo que sea necesario —murmuró Hawks, su voz firme, aunque un leve temblor traicionaba el miedo que comenzaba a asentarse en lo profundo de su ser.
La entidad se movió levemente, como una sombra deslizándose a través de la niebla. Se acercó al altar de piedra y, sin decir una palabra, extendió una mano esquelética hacia Hawks. Un susurro antiguo, casi imperceptible, se filtró en el aire.
—El precio siempre es alto, —dijo la entidad con voz profunda y resonante—. La vida por la vida. El ciclo debe mantenerse.
Hawks lo sabía. La ley de la equivalencia. Si quería traer a Hikari de vuelta, debía ofrecer una vida a cambio. Pero ese no era un precio que estaba dispuesto a pagar, no todavía. El amor que sentía por Hikari lo empujaba a extremos, pero no podía cruzar esa línea, no mientras existiera una posibilidad, por pequeña que fuera, de encontrar otra manera.
—No puedo hacer eso, —respondió Hawks, apretando los puños—. Tiene que haber otra forma.
La entidad lo observó en silencio por lo que parecieron eternos segundos. Luego, sin una palabra, el suelo bajo los pies de Hawks comenzó a temblar levemente, como si algo debajo de la tierra estuviera despertando. Alrededor de él, las sombras comenzaron a moverse de nuevo, estirándose y retorciéndose en formas extrañas, formando siluetas vagamente humanas. Hawks retrocedió un paso, sintiendo que el aire se volvía más denso, casi asfixiante.
Y entonces, en medio de esas sombras, la vio.
Hikari.
Estaba allí, de pie entre los árboles, con su largo cabello blanco ondeando suavemente, sus alas blancas extendidas tras ella, pero había algo diferente en su expresión. No era la Hikari que Hawks recordaba. Su rostro, normalmente lleno de vida, estaba inusualmente sereno, casi frío. Sus ojos, en lugar de reflejar la calidez que tanto extrañaba, eran oscuros, vacíos. Era como si estuviera atrapada en algún lugar entre la vida y la muerte, un espectro que caminaba por el umbral de ambas.
—Hikari... —murmuró Hawks, sintiendo un nudo formarse en su garganta.
La figura de Hikari no respondió, pero sus ojos vacíos se clavaron en los de Hawks. Él dio un paso adelante, extendiendo una mano hacia ella, pero la distancia entre ellos parecía no reducirse, como si el mismo espacio estuviera distorsionado. Cada paso que daba hacia ella lo alejaba aún más, y las sombras alrededor de Hikari parecían envolverla, protegiéndola de su alcance.
—No me abandones otra vez —susurró Hawks, con la desesperación en su voz a flor de piel.
La figura de Hikari se movió ligeramente, su cabeza inclinándose levemente hacia un lado, como si estuviera considerando sus palabras. Luego, sin previo aviso, comenzó a caminar, adentrándose más en el bosque.
Hawks sintió una oleada de adrenalina. No podía perderla de nuevo. Sin pensarlo dos veces, comenzó a correr tras ella, ignorando las advertencias que resonaban en su mente. Los árboles a su alrededor pasaron de ser figuras torcidas y amenazantes a convertirse en meras sombras borrosas mientras él aceleraba, guiado únicamente por la imagen de Hikari avanzando a través de la penumbra.
El terreno bajo sus pies se volvía cada vez más traicionero. Las raíces sobresalían como trampas, y los charcos de agua estancada se hacían más profundos. Pero Hawks no disminuyó la velocidad. A pesar del cansancio que comenzaba a instalarse en sus piernas, la visión de Hikari lo impulsaba hacia adelante.
De repente, el paisaje a su alrededor cambió drásticamente. El bosque, que antes parecía denso y cerrado, se abrió en un vasto claro. Las sombras se disiparon, y lo que había sido una atmósfera opresiva ahora daba paso a una luz tenue, casi surrealista. Hikari se detuvo en el centro del claro, y Hawks también se detuvo, jadeando, observando su figura desde la distancia.
Era como si el tiempo se hubiera detenido en ese momento. Hikari giró lentamente para mirarlo, y sus ojos ya no eran oscuros y vacíos. Ahora brillaban con una luz extraña, pero familiar. La calidez que tanto extrañaba parecía estar volviendo, pero había algo más en su mirada. Algo que no podía descifrar del todo.
—Keigo... —susurró ella finalmente, su voz resonando en el aire de una manera que no parecía completamente real—. No deberías estar aquí.
Hawks dio un paso hacia adelante, su voz quebrándose al responder.
—No puedo seguir sin ti, Hikari. —Las palabras salieron en un torrente de emoción contenida—. He intentado todo. Te veo en todas partes, escucho tu voz... Necesito traerte de vuelta.
Ella lo miró con tristeza, una tristeza profunda que parecía no tener fin. Su figura comenzó a desvanecerse ligeramente, como si fuera una ilusión efímera.
—Este no es tu lugar —dijo ella suavemente—. Tu camino no es el mío. Debes dejarme ir.
—¡No! —gritó Hawks, avanzando hacia ella de nuevo—. No puedo dejarte ir, Hikari. No puedo vivir en un mundo donde tú no existas. Por favor...
El aire alrededor de Hawks comenzó a agitarse. Una ráfaga de viento lo golpeó, pero no era un viento natural. Era el poder del bosque, respondiendo a su desesperación, a su negativa a aceptar la realidad. El claro en el que se encontraban empezó a cambiar de nuevo, las sombras volvieron a reptar por el suelo, enroscándose alrededor de sus piernas.
Hikari extendió una mano hacia él, pero antes de que pudiera tocarlo, su figura se desvaneció por completo, dejando a Hawks solo una vez más. El silencio volvió, tan espeso y opresivo como antes.
—¡No! —Hawks cayó de rodillas, su pecho subiendo y bajando con dificultad mientras intentaba contener las lágrimas—. No... por favor...
El bosque respondió a su angustia. Las sombras alrededor de Hawks comenzaron a moverse de manera más agresiva, formando figuras y siluetas que lo rodeaban. Pero ninguna de ellas era Hikari. Solo eran ecos, recuerdos distorsionados por la magia oscura del lugar.
Y entonces, en medio de su desesperación, Hawks sintió algo más. Una presencia nueva. No era el bosque, ni las sombras. Era algo antiguo y poderoso, observándolo desde el fondo del claro.
—Aún no has visto todo, Keigo —dijo una voz profunda y resonante, que no pertenecía ni al bosque ni a Hikari—. Tu búsqueda apenas ha comenzado.
El bosque, como siempre, tenía otros planes para él.
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Mensaje:
Holi, escribiendo este capítulo me di cuenta que el capítulo 14 y 15 son relativamente paresidos y creo que el 15 contradice una o dos cosas que decía el 14. Mis disculpas por eso, tratare de que no se vuelva a repetir.
Espero que te esté gustando el agá historia, recuerda que puedes dejarme tus opiniones, así me ayudas a mejorar.
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Alas de Esperanza II 🪽
RomansaTras la muerte de Hikari, Hawks cae en una profunda desesperación, viéndola en alucinaciones y buscando formas de revivirla. Viaja a un bosque místico y un reino mágico, donde se le ofrece reunirse con ella a cambio de grandes sacrificios. Aunque lo...