Una Calurosa bienvenida

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Bajé la vista al papel, y luego al edificio. Aquello no se parecía en nada a la foto; La verdad es que no se que me esperaba, nunca había estado en una Unidad, pero desde luego eso no era. Crucé las puertas tras un largo esfuerzo para lograr abrirlas, pasé por unos jardines llenos de malezas y esculturas rotas. Pase un largo pasillo con puertas y cuadros, había uno de un señor con monóculo y sombrero de copa, en su traje llevaba una gran 'M' impresa. Cuando por fin llegue a recepción

– ¡Siguiente! – Dijo el recepcionista, recogiendo unos papeles y guardandolos.

Le entregué la solicitud, el papel no era muy bueno, estaba un poco roto por las esquinas y amarillento. Pero aún servía; Él la examinó cuidadosamente, conocía esa cara, es esa que pones cuando algo no te encaja

– ¿Acaso sabes donde te estás metiendo, niña? – Él masticaba ruidosamente un chicle mientras me miraba de arriba a abajo.

– Claro, vi el anuncio por internet. – Ya me estaba cansando de este tipo, respiré hondo y traté de controlarme.

– Mira niña, esto es un sitio donde gente mala hace cosas malas. – Al decir eso puso una cara triste, como si le importara al muy caradura.

Se acabó, ya me he cansado. Me concentré en la corbata que tenía y se empezó a apretar alrededor de su cuello, comenzó a quedarse sin aire hasta dejarlo sin respirar y hacerle caer de redondo al suelo inconsciente;

Cogí el sello, era de una gran 'U' con los números 3.4 debajo. Sellé mi solicitud rápidamente y agarré una llave cualquiera.

Divulgué por los pasillos hasta encontrar el número que ponía en la llave. Al abrir ví dos camas, una ya estaba deshecha, con ropa tirada encima. El armario estaba vacío, así que colgué la ropa que había traído.

El baño era un poco pequeño, pero los había visto peores. Había una ventana entre medias de las dos camas, miré hacia abajo y había una caída de unos 100 metros más o menos.

Saqué mi traje de la mochila y me puse a coser el agujero que le hice la otra noche, solo oía el sonido de la aguja contra la tela, era como si mi vida fuese... tranquila. Hasta que entró él.

–¡Buenos días o tardes o lo que sea! – Dijo abriendo la puerta de un golpe y dejando la chaqueta que llevaba en el perchero de detrás de la puerta. – Llevo haciendo eso toda la semana por si llegabas, y por fin estás aquí. Ya me estaba cansando...

Asentí, volviendo a centrarme en la aguja para intentar no clavármela.

–¿En serio? ¿Ni un 'hola'? ¿ ni una presentación? Sosa...

Solté un bufido, no me gustaba nada tener que presentarme, ¿A él que le importaba mi vida? Pero supongo que a mi la suya si, creo que por eso lo hice

– Ren Millers.

– Alastor o alas Larson, como prefieras. No sabía que tendría una compañera, pensaba que no juntaban géneros y esas cosas.

– Por si no te has dado cuenta, aquí les importamos una mierda, solo necesitan que hagamos el trabajo sucio por ellos y entonces ven si merece la pena pagarnos.

– Espera,¿Nos van a pagar?

– Supongo; esto es como un trabajo de oficina, solo que la oficina se cae a pedazos, hay altas probabilidades de morir y en vez de lo que sea que se haga en las oficinas, nosotros delinquimos.

– Cruel pero verdad... Cuéntame más sobre ti.

– Ahora no, luego ¿Vale? Necesito acabar esto: requiere concentración y silencio. ¿Podrías...?

-- Haz me – dijo con una sonrisa burlona mientras levantaba las cejas.

Me incliné hacia él, cogí la cinta adhesiva que tenía detrás y le tapé la boca con ella. Sus mejillas se tiñeron de un rojo intenso rápidamente

-- Mucho mejor... – volví a concentrarme en coser, mientras él hacía todo lo posible por quitarse la cinta. Cuando lo consiguió estuvo una hora y media diciéndome que a eso no se refería y yo que sé que, ya ni me acuerdo.

Al final se cansó de discutir y se puso a afilar cuchillos, el sonido de la lija contra el metal, el sonido rebotando por toda la habitación; Cuando terminé de coser, lo levanté y observé. Apenas se notaba que había tenido un boquete, excepto por el hilo... Que era blanco.

– ¿Vas a salir con eso? – Dijo levantando la mirada hacia mí, completamente despreocupado por el cuchillo en sus manos.

– Eso pretendo, sí. ¿Tan mal está?

– A ver, mal no está. Solo es que... – pausó un segundo, pensando si decir eso o no, luego continuó – Parece un mantel de tantos parches que tiene, sin ofender.

– Vale lo admito, se me da de pura pena coser...

– Y no chocarte con las esquinas, al parecer... – Murmuró y le lancé mi almohada a la cara.

– Calla, no me lo recuerdes.

– Así que quieres guerra, ¿Eh? – Me lanzó su almohada seguida de la mía.

Cada uno cogió una almohada y comenzó la pelea; plumas sobrevolaban la zona, alas era tirado para atrás, después se levantaba y me tiraba a mi. Así una y otra vez.

Hubo un momento en el que él cogió sus sábanas y me las lanzó por encima de mi cabeza, me estaba bloqueando la visión. Salto encima de mí, sin deja que escapara de aquella trampa.

– Me había imaginado esto – susurró – pero estábamos los dos ahí abajo...

Me puse roja, completamente, menos mal que él no podía verme la cara... La pelea siguió por unas cuantas horas más, hasta que la torre del reloj dió la hora y tuvimos que ir a cenar... Aunque también era por que las almohadas ya no tenían relleno casi y queríamos dormir aquella noche. Éramos tan... ¿Inocentes? No teníamos ni idea de lo que nos quedaba por afrontar.

Nota de autora: 

Que os ha parecido??? Si veis algún error ortográfico: Decirme porfaaa. 

Trataré de hacerlos un pelin mas largos, es que quiero que los vayáis conociendo poco a poco, no todo de golpe.

Murió una estrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora