cap 10

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George es fiel creyente de que es la persona más imprudente de este mundo. No tiene filtro, muchas veces su papá tuvo problemas con él por la cantidad de veces que abrió la boca y una estupidez salió de su boca. Como la vez que una señora criticaba la forma de crianza de Toto, George contestó con un inocente: "- Usted no es mi mamá, no se meta". Tenía solo 7 años.

George tenía muy claro algo: era mimado y malcriado, pues su vida no fue fácil con su papá. No recuerda mucho a su mamá, solo sabe que murió por una enfermedad cuando él era pequeño. Lo único que conserva de ella es su cuaderno de fotos, donde podía ver que le gustaba patinar y era muy hermosa. Desde que murió, él pocas veces estaba acompañado en casa. Fue criado por niñeras y por los trabajadores de Mercedes. George recuerda su infancia en esos pasillos, pues Toto siempre trabajaba mucho y se negaba a ser un papá ausente.

Ser criado por tu papá y ser la luz de sus ojos no es muy recomendable. Su problema de imprudencia habría mejorado si su papá lo hubiera corregido, pero lo más que hacía era reír y decir: "Es su forma de expresarse". Gracias a eso, ahora está frente a Hamilton, muy avergonzado y el mayor solo lo miraba con una sonrisa encantadora.

¿Pero qué pasó para llegar a eso? Todo empezó cuando George estaba tranquilamente siendo hermoso en la cafetería junto a su papá, el cual hablaba de algún tema que no está prestando atención, pues su mirada estaba pegada a Lewis. Desde el altercado del otro día, no usa lentes ya, deja ver sus ojos pues a Lewis le gusta.

"- Georgie... George", su papá lo nombró sacándolo de su trance. "- Georgie, te estoy hablando... ¿En qué estás pensando?", rápido George, prende la máquina de mentiras rápidas. "- Cosas para el monoplaza...", ahí está, la cagó, la máquina de mentiras rápidas no funciona sin sus amigos.

"¿De verdad? Dime, cariño, ¿qué piensas? Tal vez lo puedo planear con los mecánicos", George sentía que los nervios aparecían. Su papá no podía saber que la teoría de los rubios queda perfectamente con él. "- No es nada, papá, no me hagas caso", dijo con un puchero y Toto lo dejó, pues sabía que su hijo era muy inseguro con sus ideas. Él le contará a su tiempo.

Luego de ese momento de nervios, George decidió escaparse a tomar aire, en la oficina de su papá. Era su lugar de escape desde pequeño, cuando estaba mal y cuando hacía alguna travesura, venía y se escondía aquí. Se sentó en el suelo y abrazó sus piernas. Era en esos momentos donde pensaba si su valía la pena mentirle a su papá y ser feliz con el patinaje. Su mente se llenó de estos pensamientos, haciéndolo llorar mientras se escondía abrazando sus piernas. No sabe en qué momento unos grandes brazos lo abrazaron para calmarlo. George, por la sorpresa, miró rápidamente, encontrándose con la mirada de Lewis. "- ¿Por qué lloras, George?", Lewis tocaba sus mejillas y este se sonrojó. Además, estaba tan sensible que cuando lo abrazó, solo se aferró a sus brazos y se puso a llorar.

"- Yo... solo me llené de cosas y necesitaba llorar". Lewis sabía que George no le contaría, pero no le gustaba verlo llorar. Él solo se merecía feliz. Es un chico hermoso y que de verdad es divertido y tierno. Es como un ángel, un ángel en el cual no dejó de pensar en el fin de semana. Él y el chico patinador lo tenían confundido, jamás sintió algo parecido, pero, ¿por dos personas? "- Puedes llorar tranquilo, estará todo bien, todo pasará". Lewis lo tomó en brazos y lo sentó en su regazo mientras él estaba sentado en el sillón. George se acurrucó en su pecho mientras solloza y estaba feliz de los mimos que Lewis le daba.

"- Te ves muy tierno", Lewis acarició el cabello rubio de George mientras él estaba muy cómodo con su mejilla pegada al pecho de Lewis. "- Y usted muy lindo", dijo sin pensar. Luego de percatarse de qué estupidez dijo, se sonrojó y lo miró. "- Digo, no es forma de coqueteo, si no lindo, se buena persona", rió nervioso y Lewis solo se rió. "- ¿Seguro?", la forma en que lo miró hizo que George volviera a su escondite, haciendo reír más a Hamilton. "- Nop...", dijo sinceramente sin mirarlo y luego Hamilton acarició su espalda.

Amores un tanto prohibidos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora