epílogo 1

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La última carrera de la temporada, una temporada pesada e inusual, pero con buenos resultados para todos, y más para la pareja del momento.

Era la última vuelta y Sergio saltaba de alegría; su novio estaba ganando el campeonato otra vez, por cuarta vez consecutiva. Obvio que estaba feliz.

Pasó de entrevistarlo y verlo de lejos, de ser su crush a ser su ahora prometido y padre de su hijo.

Por ahora, Josep era un bebé de año y medio que estaba ahí como sus papás soñaron, tener a su prometido y a su bebé en el garaje esperando para celebrar que es cuatro veces campeón.

Cuando nació Josep, todo era alegría y felicidad, para los que no estuvieron en el parto, obvio. Max tenía miedo, y no porque les pasara algo a su hijo o a su novio.

Miedo por cómo gritaba su novio y cómo lo miraba, como si lo odiara por haberlo embarazado.

—Max, ni se te ocurra meter tu estúpido pene en mí sin condón de nuevo —la voz de Checo era muy seria, y este apretaba la mano de su novio como si su vida dependiera de ello.

—Amor, no estás pensando bien. Tranquilo, puja, puja —Checo lo miró como si lo fuera a matar y Max solo sintió su mano ser apretada otra vez.

—Puja, tú pedazo de imbécil. ¿No ves que estoy haciendo todo lo que puedo? —Sergio estaba entre llorando y gritando, pero como todo sacrificio llega a su fin, sintieron el llanto que los hizo sonreír. Un bebé tan hermoso como ambos llegó a los brazos de Checo y Max.

Un bebé de ojitos café, cabello oscuro y piel morenita, con las hermosas pequitas de Checo.

—Mi amor, hola, mi amor, somos tus papis —Checo decía mientras lloraba al ver a tan hermosa cosita que hicieron ambos.

—Hola, mi vida, es demasiado precioso como tú —Max miraba con admiración a su pequeño hijo.

Eran felices, por fin tenían su sueño: ser una familia feliz y bonita.

—Gracias por darme lo que siempre soñé —Sergio miró con lágrimas a su novio, y este lo besó con tanto amor, con tanta pasión; era un beso perfecto.

—Gracias a ti por ser el amor de mi vida y darme una familia. Eres muy fuerte —acarició la carita de Checo y compartieron algunos besos—. ¿Ya se te pasó la idea esa de estar sin sexo?

—No —Checo rió levemente mirando la cara de indignación de Max.

Tuvieron unos minutos para estar juntos; luego Checo tenía que ir a descansar, y Max acompañó a la enfermera a bañar por primera vez a su pequeño. Luego venía el turno de que los demás conocieran a Josep, su hijo Josep Emilian Verstappen Horner.

Todos estaban atentos, esperando que Max pasara por ese gran ventanal para que pudieran ver al pequeño. Cuando Max llegó, todos miraron con tanto amor a Josep.

—Ay, Marika, gracias al cielo, no se parece a Max —Óscar sonrió de alegría y recibió enseguida un zape de Lando.

—Nuestras plegarias fueron escuchadas, Óscar —Horner abrazó a su sobrino, y todos quedaron sorprendidos viéndolos.

—¿Qué? Uno tiene que tener las ideas claras, y nosotros no queríamos que se pareciera a Max.

—O sea, yo quería que tuviera los ojitos como Max, pero bueno, no todo es perfecto —los demás en la sala rieron y solo miraron a Max, quien estaba feliz.

—Max está más feliz que cuando fue campeón —Daniel veía a su mejor amigo orgulloso, esperaba que llegara el momento en que él estuviera así; Lando le faltaba casi nada, ya sabían que era una hermosa niña que venía en camino.

Amores un tanto prohibidos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora