cap 5

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El problema de nervios era George, el joven rubio de ojos celestes tan lindos. Bueno, a él no le gustaban mucho, eran llamativos y lo menos que le gustaba era llamar la atención. Por eso usualmente usaba lentes, aunque también estos lentes le ayudan a mirar a cierto caballero, de manera disimulada, obvio.

George caminaba tranquilamente hasta el garaje de Mercedes, con sus nervios de punta pues se puso más lindo de lo normal. Tal vez así Hamilton lo mire aunque sea un poco, pero hasta el momento solo tiene cámaras tomándole fotos, pues desapercibido no puede pasar, es hijo de Toto Wolff por favor, nació con una cámara al lado.

Cuando llegó al garaje fue saludado por todos con tanta amabilidad, amaba eso, se sentía bien, pero no tuvo el saludo que quería, Hamilton ni siquiera estaba ahí.

¿Cómo conoció a Hamilton? Obvio, en el paddock, pero donde cayó a sus pies fue cuando lo vio en una de sus competencias de patinaje. Usualmente George, para sus presentaciones, usa cosas en la cabeza que cubren su cabello o usa de estas pinturas que salen con el agua y se oscurece el pelo, así no es reconocido, pero aquí sus ojos jamás los oculta. ¿Esto qué tiene que ver con Hamilton? Pues George quedó fascinado al ver cómo Hamilton miraba con orgullo como patinaba, y claramente en una de sus vueltas conectaron miradas. Él sintió esas mariposas en su estómago, y jamás se fueron, viven ahí y aparecen cada vez que el moreno se hace presente.

¿Lo malo? Lewis no lo reconoció luego de verlo en el paddock, y lamentablemente su mente insegura piensa que solo él sintió eso y prefiere ocultarse así él no pasa vergüenza.

Ya aburrido de esperar a Lewis, se sentó en una de las sillas y revisó sus redes sociales.

Al ver eso en tendencia, eso no le gustó para nada y rápidamente corrió a contarle a sus amigos

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George quedó algo desanimado luego de tal publicación y además la idea de que suba más cosas lo carcome. Decidió refrescar su cara e ir al baño, claramente no esperaba tropezar frente a nada más y nada menos que Lewis Hamilton. Este también cayó al suelo y George encima de él.

"- Lo siento, lo siento, lo siento", repetía una y otra vez mirando a Hamilton, sin sus lentes, estos salieron volando y al parecer estaban rotos. "- Tranquilo, niño, fue un accidente", Lewis sonrió y recién lo miró a los ojos, quedando centrado en ellos varios segundos. Ahí estaban los ojos que se quitaron el dormir, pero era imposible, George no podía ser, él es el hijo del jefe y además es menor que él, y George no hace patinaje.

Con cuidado se levantó del piso y ayudó a George. "- Tengo que irme, ve con cuidado George", dijo a George solo con un sonrojo, yendo a un lugar solo para pensar lo que acaba de pasar, aunque fue interrumpido por unas cuatro patas muy animadas. Roscoe lo encontró en su escondite, aunque este era la oficina de su papá, y Roscoe conoce muy bien ese lugar.

George estaba escondido en una esquina, rojo de vergüenza y también tenía algunas lágrimas. Empezó a leer comentarios de la publicación de la cuenta de chismes y eso fue lo peor, recibir hate siempre lo desgasta, pero llegó Roscoe y lamió divertidamente su cara haciéndole reír.

"- Roscoe, basta", George reía de manera levemente, y Roscoe terminó su ataque de felicidad y se acostó en su regazo, y George solo se dedicó a acariciar al perrito un buen rato.

"- ¡Roscoe!", Hamilton buscaba a su perro por todos lados, hasta que entró a la oficina de Toto y encontró algo que le derritió el corazón. Roscoe estaba acurrucado con George en el suelo.

Su perro jamás había dejado que lo tocaran tanto, solo lo dejaba a él y al parecer ahora también a George.

"- Están aquí... los estábamos buscando", dijo Lewis mientras se fijaba en los ojos hinchados de George. "¿Estabas llorando?", George negó nervioso y tapó su cara, pero sus manos fueron tomadas y su mentón igual, así lo miraba a la cara. "- Tus ojitos están hinchados, ¿qué pasó?", George hizo puchero y miró a Hamilton. "- Leí algunos comentarios de una publicación", rápidamente Lewis suspiró y lo abrazó.

"- Eso no te debe importar, son puras personas estúpidas que se alimentan de chismes", George estaba oculto en su pecho y se asomó poquito. "- Pero a mí me gusta el chisme", Lewis se puso a reír, pero no pudieron hablar más pues Toto llegó y George se tuvo que ir con él.


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Mención honorífica a sir Roscoe

Ayy la cuenta de chismes, traerá varios problemas

Y más para los Webber

Odios

XOXO

Amores un tanto prohibidos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora