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Ya habían pasado algunos días desde aquel incidente. Lando estaba en casa de Daniel, acostado. Daniel le prohibió hacer fuerza y le recomendó reposo absoluto.
— Amor, te dije que estamos bien, puedo levantarme —reía Lando mientras su novio entraba con una bandeja llena de cositas dulces.
— Pero yo quiero tener una cita aquí contigo —Daniel hizo puchero y se acostó a su lado mientras dejaba la bandeja.
— Eres tan lindo —Lando se acercó y besó los labios de este.
Estaban felices juntos. Si bien Lando solía sentirse mal en las noches recordando a su papá y comenzaba a llorar, ahí estaba Dani a su lado, abrazándolo y demostrándole que está bien llorar y que es necesario hacerlo; que si está triste, él estará ahí para él.
Otra situación era la casa de los Wolff y Horner, porque cada vez pasaban más tiempo juntos. Los dos mayores parecían uña y mugre, y los dos menores, bueno, ellos sufrían.
Toto castigó a George por lo de la universidad, sin ver a Lewis por una semana y media. Según él, era un castigo fuerte para que entendiera que jamás debe mentir, y menos para hacer feliz a Toto.
Y Checo... Checo tiene a su papá en la nuca. Siempre está presente cuando él está con Max, y su mentira se va desvaneciendo poco a poco.
— Horner, amor, sabes que no puedes alejar a Checo de Max —estaban en el sofá de la sala tomando una copa de vino.
— Lo sé, pero tengo miedo, ¿sabes? ¿Qué tal si dañan a Checo? Tú también tienes el mismo miedo que yo y lo sabes —Christian le reprochó a su pareja mientras tomaba un poco de vino.
— Sí, pero la vida es así. Si tiene que pasar, tiene que pasar. Si no dejamos que nuestros hijos vivan la vida, no podrán afrontarla como es. No podemos tener a nuestros hijos en una burbuja —Toto parecía que había aprendido de Sebastián, por primera vez.
— ¿Dónde está mi Toto que le prohibió a su hijo tener novio hasta los 50? —Christian rió levemente y se acercó para dejar un pequeño beso en los labios de Wolff.
— Sigo aquí, solo que me hago viejo y me gustaría tener un mini George corriendo por casa de nuevo. Seríamos muy felices, ¿no? Un mini George y un mini Checo —Toto se imaginó a niños corriendo por esa casa y solo suspiró ilusionado—. La verdad, la única vez que vi a mi hijo tan feliz fue cuando le compré una heladería Creizel Supra y cuando está con Hamilton.
— Sí, me gustaría tener un nieto. Extraño ver a nuestros hijos correr por casa y jugar, y pelear también —rió levemente mientras se apoyaba en el hombro de Toto.
— ¿Recuerdas cuando encontramos a los chicos durmiendo en el patio porque querían ver si Santa entraba por la chimenea? —suspiró con nostalgia recordando las travesuras de su hijo y sus sobrinos.
— Y cuando los llevamos a pedir dulces y lo único que hacían era tocar los timbres y salir corriendo —ambos rieron con nostalgia.
Tal vez sería bueno un nuevo niño en casa, que los alegre un poco; volver a vivir esos berrinches como los de George o volver a vivir los inventos de Checo: las travesuras de Óscar, volver a tener a alguien tan gracioso como Lando o alguien tan tierno como Charles.
— Pronto tendremos un nuevo bebé en la familia, Landito está embarazado —Toto estaba feliz por el próximo bebé.
— Dile a Hamilton que te haga un nieto —Horner rió al ver la cara de indignado de Toto.
— Dile mejor a Max que nos dé un nieto —Horner entrecerró los ojos levemente y le levantó el dedo del medio a su novio.
— ¡Papás, pueden venir Lewis y Max a cenar?! —George llegó a la sala y se sentó en el sillón, haciendo puchero y mirando a los mayores. Cuando estaban los cuatro solos, solían decirles papás a ambos; eran los únicos que sabían que los mayores eran novios desde hacía mucho tiempo y, bueno, fueron criados por los dos hombres.
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Amores un tanto prohibidos
Humor✦ dónde algunos pilotos de f1 quedan enamorados de los hijos de sus jefes o... ✦ dónde George, Charles, Checo, Lando y Oscar tienen estrictamente prohibido salir con aquellos pilotos Si no te gusta este tipo de cosas no las leas, no pretendo asu...