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Era un nuevo día en la casa, y todos se encontraban tomando desayuno en la amplia mesa del comedor.
—¿Y Georgie? ¿No despertó temprano? ¿Qué milagro? —Toto miraba el asiento de su hijo, que permanecía vacío, así que dirigió su mirada a Checo, quien dormía con él y debía saber dónde estaba.
—Es verdad, George siempre nos despierta con su alegría matutina —añadió Horner, que conocía bien el carácter despertador de George, ya que pasaban mucho tiempo junto a los Wolff.
—La verdad, es que se sentía un poco mal… —Checo inventó rápidamente una excusa, aunque no tenía idea de dónde podría estar George, ya que no regresó la noche anterior.
—¡Buenos días! —George apareció con una sonrisa de oreja a oreja y lo primero que hizo fue abrazar a su papá antes de sentarse en su lugar.
—¿No estabas enfermo? —Toto sonrió al ver a su hijo tan feliz.
—Me sentí mal al despertar, pero ya se me pasó, ¡tranquilo! —Era cierto que tenía un dolor horrible en la parte baja de la espalda, pero debía entrenar temprano y ya iba algo atrasado.
—Lo importante es que estás bien, cariño —Seb sonrió mientras disfrutaban del desayuno. Sabía que George tenía que ir a practicar, lo que le pareció extraño era que no le había pedido que lo llevara como siempre.
El desayuno fue interrumpido por el timbre, sorprendiendo a todos.
Lando se levantó a abrir la puerta y lo que encontró tras ella no era lo que esperaba, ni tampoco la persona que deseaba ver en esas vacaciones.
Lance Stroll estaba de pie detrás de la puerta.
—¡Hola, Landito! ¡Tanto tiempo, qué alegría verte! —Lance lucía su mejor sonrisa.
—Hola, pasa. Qué pena que no puedo decir lo mismo —Lando respondió, tan simpático como siempre. Nunca se llevó bien con Lance, pero era amigo de George desde pequeños, así que debía soportarlo.
Lance entró a la casa y saludó a los presentes. Algunos lo miraban con desdén, mientras que otros sonreían. Solo los Wolff parecían apreciarlo; Toto lo amaba, viendo en él lo que deseaba para su hijo, su futuro yerno.
—Lance, hijo, ¿cómo estás? ¿Qué haces aquí en Italia? —preguntó Wolff, levantándose rápidamente para abrazarlo.
—¿Y a esta escoba mal parchada quién lo invitó? —susurró Oscar, provocando risas en algunos jóvenes.
—Seguro viene por George y a hacerse el lindo con tío Toto —dijo Charles mientras masticaba frutas.
—Nada, es que tengo un partido con el equipo y apenas supe que mi Geo estaba aquí. Vine a verlo y llevarlo conmigo —Lance sonrió, lanzando una mirada rápida hacia George, quien lo miraba feliz. Amaba mucho a su amigo y mentía en este momento solo para llevarlo a las prácticas.
—Claro, tienes mi permiso, pero no antes y no quiero que George se acerque a esas pistas de hielo con patines en los pies —Lance, jugador de hockey, sabía que su hijo aún amaba el patinaje, pero claro, lo tenía prohibido.
—Obvio, señor, Geo no estará ni cerca del hielo —Lance sonrió y luego miró a George, dándole un beso en la cabeza —¿Vamos?
—Vamos —George se levantó, se despidió de los demás y salió de casa para recoger su bolso que había dejado en el auto de Lando.
—Tenías todo planeado, ¿no, bonito? —Lance tomó las cosas y abrió la puerta del copiloto para que George subiera.
—Siempre, Lancy. Hago todo por el patinaje —George sonrió al acomodarse en el auto.
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Amores un tanto prohibidos
Humor✦ dónde algunos pilotos de f1 quedan enamorados de los hijos de sus jefes o... ✦ dónde George, Charles, Checo, Lando y Oscar tienen estrictamente prohibido salir con aquellos pilotos Si no te gusta este tipo de cosas no las leas, no pretendo asu...