El suave crujido de las ramas me despertó. Aún era de madrugada, y el campamento estaba en completo silencio. Podía oír el suave murmullo de un arroyo cercano. No sabía por qué, pero algo en mí me impulsó a salir de la tienda. Tal vez era la necesidad de despejarme, o simplemente la atracción por las estrellas que se veían tan brillantes en el cielo despejado.
Me levanté lentamente para no despertar a Mei ni a las otras chicas, y salí con cuidado. La fresca brisa de la noche me envolvió, y mis pies descalzos apenas hacían ruido mientras caminaba hacia el arroyo. Allí, cerca de un árbol grande y frondoso, me detuve. El agua fluía suavemente, y el cielo sobre mí parecía una extensión infinita de estrellas. Me senté en la hierba, abrazando mis rodillas mientras me perdía en la inmensidad del cielo.
Suspiré, dejándome llevar por la tranquilidad del momento. No esperaba encontrar a nadie más despierto, pero cuando me giré un poco para ajustar mi postura, vi una figura familiar no muy lejos, apoyada contra el tronco del mismo árbol. Tsukishima estaba ahí, mirándome, como si también estuviera perdido en sus pensamientos.
— ¿No puedes dormir, Aizawa-san? — preguntó en voz baja, su tono habitual, aunque con una pizca de curiosidad.
Me sorprendí al verlo allí, pero traté de mantener la calma.
— No realmente. El lugar es tan tranquilo que... no pude evitar salir. ¿Y tú? — respondí, mirándolo de reojo mientras volvía a acomodarme en la hierba.
Tsukishima se encogió de hombros.
— Supongo que tampoco puedo dormir. Es demasiado silencioso — dijo, aunque sabía que lo que realmente quería decir era algo más profundo, pero era típico de él no mostrarse tan abiertamente.
Nos quedamos en silencio un rato, mirando las estrellas. Había algo especial en esos momentos con él, incluso si no siempre entendía lo que estaba pensando. Era como si el universo se redujera a solo nosotros dos bajo ese cielo estrellado.
— Mis padres harán una reunión pronto — murmuró de repente, sin apartar la vista del cielo— Va a ser el cumpleaños de mi papá, y como siempre invitan a todo el mundo...
Lo miré, sorprendiéndome por lo casual que sonaba. Sabía que nuestras familias a veces coincidían en eventos, y si los invitarían, eso significaba que yo también estaría ahí. ¿Era eso lo que estaba insinuando?
— Eso suena... divertido — comenté, intentando mantener el tono ligero, aunque mi corazón palpitaba con más fuerza— Quizás nos veamos allí.
— Tal vez — respondió, con una sonrisa leve que apenas se asomaba en su rostro.
Por alguna razón, esa sonrisa pequeña y reservada era suficiente para calmarme, pero también para llenarme de más preguntas. ¿Qué estaba pensando en ese momento?
Nos quedamos en silencio de nuevo, pero esta vez, no era incómodo. La brisa nocturna nos envolvía, y poco a poco, comencé a sentir el peso del sueño. Sin darme cuenta, me acurruqué más en el pasto, dejando que mis párpados se cerraran. Apenas pude oír a Tsukishima murmurar algo, pero sus palabras se desvanecieron mientras me sumergía en el sueño.
Sentí que alguien me movía suavemente, y cuando abrí los ojos un poco, vi a Tsukishima inclinado sobre mí. Susurraba mi nombre, asegurándose de que no me despertara por completo. Su rostro estaba más cerca de lo habitual, y vi algo en sus ojos que rara vez mostraba. Era una mezcla de preocupación y... ternura.
—_____ ... — susurró — Siempre estás haciendo cosas impulsivas, ¿verdad?
A pesar de su tono aparentemente neutral, había algo cálido en sus palabras. Antes de que pudiera responder, sentí cómo me levantaba en sus brazos. Mi mente todavía estaba en un estado entre el sueño y la vigilia, pero sentí su calor, el movimiento suave de sus pasos mientras me llevaba de vuelta al campamento.
— No sé qué hacer contigo... — murmuró en voz baja, como si estuviera hablando más para sí mismo que para mí—. Me gusta que estés cerca, pero no sé cómo manejarlo.
Quería decir algo, pero estaba demasiado cansada para formular una respuesta coherente. Solo me dejé llevar, sintiendo el ritmo de sus pasos.
Cuando llegamos a la tienda, él abrió la entrada con cuidado y me acomodó suavemente en mi saco de dormir. Sentí cómo me tapaba con una manta, y justo antes de retirarse, dejó un beso suave en mi frente, un gesto tan inesperado que hizo que mi corazón latiera con fuerza incluso en medio del sueño.
— Buenas noches, _____ — susurró, y con eso, todo se desvaneció en la oscuridad del sueño.
La mañana siguiente llegó rápidamente. Desperté confundida, tratando de recordar cómo había vuelto a la tienda de campaña. Todo lo que podía recordar era que me había quedado dormida junto al arroyo, pero de alguna manera había regresado. Tal vez lo había hecho sola... ¿o no?
— ¡Aizawa! — la voz de Hinata me sacó de mis pensamientos— ¡Hoy vamos a jugar un partido de voleibol! ¿Te unes?
Sonreí, sacudiendo cualquier pensamiento confuso.
— Claro, Hinata-kun. ¿Quién más va a jugar?
Hinata me llevó rápidamente a donde Yamaguchi, Kageyama y Tsukishima ya estaban reunidos cerca de la cancha improvisada que habían armado. Al parecer, iban a hacer equipos de tres, pero como éramos impares, invitaron a un chico de otro grupo para completar los equipos.
— Haremos tres contra tres — anunció Kageyama, con su habitual seriedad.
Mi corazón se aceleró cuando me di cuenta de que estaría jugando en el equipo contrario a Tsukishima. Por alguna razón, la idea de enfrentarme a él en la cancha me hizo sentir una mezcla de emoción y nerviosismo. Y así comenzó el partido.
A pesar de ser solo un juego informal, me esforcé al máximo. Quería demostrar que también podía dar la batalla. Los saques de Kageyama eran difíciles, y Hinata se movía rápidamente por la cancha, pero logramos mantener el ritmo.
Tsukishima, como siempre, era frío y calculador en sus movimientos, interceptando la pelota con facilidad, pero en algún momento, logré anotar un punto contra él, lo que provocó una pequeña sonrisa en mi rostro.
— No está mal — murmuró Tsukishima al pasar junto a mí, sus ojos brillando con algo parecido a la diversión.
El partido terminó con una victoria ajustada para mi equipo, lo que me dejó con una sensación de logro. Mientras nos dirigíamos al almuerzo, me sentí feliz de haber compartido esos momentos con Tsukishima y el resto del equipo.
A pesar de mis inquietudes estando cerca de él, esos pequeños momentos me hacían sentir que todo tenía sentido. Y, aunque no podía recordar exactamente cómo había terminado la noche anterior, sabía que algo entre Tsukishima y yo había cambiado, aunque fuera en la forma más sutil posible o eso es lo quería creer.
Es un recoloreado de algo que busqué en Pinterest, sólo es para imaginar. ~
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H e r . | Tsukishima x tú.
Подростковая литература_____ Aizawa siempre ha sentido algo especial por Tsukishima Kei, el chico distante y reservado que parece inalcanzable. A pesar de esos pequeños momentos que han compartido a lo largo de los años, sus sentimientos siempre se han mantenido ocultos...