17.

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El salón estaba más animado de lo habitual. Entre risas y charlas, los estudiantes recogían sus cosas tras terminar el último examen del semestre. El otoño comenzaba a teñir las hojas de los árboles en tonos rojizos, y los rayos del sol entraban por las ventanas como caricias cálidas. Todos parecían aliviados, excepto yo.

Había pasado tres días desde la pijamada en casa de Mei, tres días donde intenté convencerme de que debía olvidar lo que había visto. Pero no podía. Cada vez que cerraba los ojos, la imagen de Tsukishima y Aiko riendo juntos me perseguía como una sombra.

—¡_____, ya terminamos! ¿Qué vas a hacer para celebrar? —preguntó una compañera mientras yo guardaba mis cosas en la mochila.

—No sé, probablemente ir a casa —respondí con una sonrisa tensa.

—¿Casa? Vamos, deberías relajarte un poco. ¡Es el último día de exámenes!

Asentí sin ganas, pero en mi mente ya había decidido lo que haría. No podía seguir evitando esto, necesitaba respuestas. Hoy sería directa, necesitaba respuestas... Probablemente iría a confrontar a Aiko.

El camino hacia la cancha trasera, donde sabía que Aiko solía pasar el rato después de clases, se sintió más largo de lo habitual. El aire fresco parecía burlarse de mi nerviosismo. Mi corazón latía tan rápido que temía que se saliera de mi pecho.

Al llegar, la vi sentada en las gradas, su cabello castaño brillando bajo la luz del sol. Parecía tranquila, despreocupada, como si no tuviera idea del huracán que había provocado en mi interior.

—Aiko —llamé, mi voz temblando un poco.

Ella levantó la vista, sorprendida al verme.

—_____, ¿qué haces aquí?

Subí las gradas hasta quedar frente a ella. Mis manos estaban apretadas en puños a mis costados, intentando contener la avalancha de emociones que amenazaba con desbordarse.

—Necesito saber por qué —comencé, mi voz quebrándose ligeramente— ¿Por qué tú? ¿Desde cuándo?

Aiko me miró, confundida al principio, pero luego pareció entender a qué me refería. Bajó la mirada, jugueteando nerviosamente con las mangas de su suéter.

—Escucha _____, no es lo que piensas...

—¿Entonces qué es? —la interrumpí, incapaz de controlar mi frustración— Porque desde donde yo lo veo, estás con él. ¡Tú! ¡Mi amiga! ¿Cómo pudiste? —¿Podía decir qué lo era? O solo buscaba una manera de hacerla sentir mal.

—Ey, por favor, baja la voz... —murmuró, su tono casi suplicante.

—¡No me importa quién nos escuche! Quiero la verdad, Aiko. ¡Dímelo!

Mi respiración se volvió irregular mientras mi mente se llenaba de preguntas y suposiciones. ¿Era algo reciente? ¿Siempre había sentido algo por él? ¿O simplemente había aprovechado el momento en el que más vulnerable me encontraba?

—¿Por qué haces esto? ¡Sí yo lo amo a él!

Aiko levantó la cabeza para decir algo, pero antes de que pudiera hablar, una figura alta apareció detrás de mí. Tsukishima.

—¿Qué está pasando aquí? —preguntó con su tono habitual de indiferencia, como si no acabara de interrumpir el inicio de una tormenta.

Me congelé. Mi rabia y mi dolor parecían evaporarse en su presencia, reemplazados por un vacío helado.

—Tsuki... —murmuré, girándome lentamente hacia él.

Pero su mirada no estaba dirigida a mí. Ni siquiera me miró.

H e r . | Tsukishima x tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora