El día del cumpleaños del padre de Tsukishima llegó rápidamente, mucho más de lo que esperaba. Después de la excursión, me había sumido en una mezcla de emociones que no terminaba de entender del todo. Los momentos compartidos con Tsukishima habían sido... diferentes. Había algo en sus miradas, en la forma en que hablaba conmigo, que me hacía pensar que tal vez algo más profundo se estaba gestando entre nosotros. Pero al mismo tiempo, la existencia de Aiko siempre parecía estar presente, incluso cuando ella no lo estaba.
Ese día, mis padres y yo nos preparamos para ir a la casa de los Tsukishima. Mi madre estaba emocionada, recordando cómo solíamos ir a su casa cuando éramos más pequeños. Yo intentaba mantenerme calmada, pero no podía evitar sentir un leve cosquilleo de nervios en el estómago. Iba a ser un día complicado.
—_____, ¿llevaste el regalo? —preguntó mi madre mientras se ajustaba el collar en el espejo.
—Sí, está en la bolsa —respondí, revisando una vez más que el pequeño paquete envuelto estuviera en su lugar.
El camino a la casa de los Tsukishima fue silencioso, pero agradable. Los árboles pasaban rápidamente por la ventana, y mi mente se perdía en los recuerdos de las veces que había estado en esa casa. Recordaba cómo solíamos correr por el patio trasero, jugar con Yamaguchi y otros amigos, y cómo siempre terminábamos en el cuarto de Tsukishima, con él quejándose de que hacíamos mucho ruido. Todo parecía tan sencillo en aquel entonces.
Finalmente, llegamos a su casa, una estructura familiar que me recibió con una mezcla de nostalgia y nerviosismo. Mi madre tocó el timbre y, después de unos momentos, la puerta se abrió. Allí estaba la madre de Tsukishima, sonriendo como siempre.
—¡Aizawa-san! ¡Qué gusto verlos! —dijo con una sonrisa cálida, mientras nos invitaba a pasar.
—Igualmente, Tsukishima. ¡Felicidades por el cumpleaños de tu esposo! —respondió mi madre con entusiasmo.
Entramos en la casa, donde ya se escuchaban risas y voces provenientes del comedor. Mi padre comenzó a charlar con el padre de Tsukishima, que estaba rodeado de amigos y familiares. Mientras tanto, yo me quedé un poco atrás, observando todo con cautela. De repente, sentí una mirada sobre mí y, al girar la cabeza, ahí estaba él: Tsukishima, de pie junto a la escalera, con esa expresión tranquila y ligeramente distante que siempre tenía.
—Hola, Aizawa —dijo simplemente, inclinando la cabeza.
—Hola, Tsukishima —respondí, tratando de sonar casual, aunque mi corazón latía un poco más rápido de lo normal.
Me acerqué a él, y antes de que pudiera decir algo más, escuché la voz de mi madre, que se dirigía a los padres de Tsukishima en tono de broma:
—¿Quién sabe? ¡Tal vez en unos años estaremos celebrando la boda de _____ y Tsukishima!
El comentario hizo que el aire se congelara por un segundo. Sentí el calor subir a mi rostro, y cuando miré a Tsukishima, vi que él también se había sonrojado levemente, aunque intentaba ocultarlo detrás de su habitual indiferencia. Mis padres soltaron una carcajada, pero yo estaba demasiado avergonzada para siquiera intentar reír.
—Mamá... —susurré entre dientes, deseando poder desaparecer en ese momento.
Tsukishima simplemente se aclaró la garganta y desvió la mirada.
—Vamos al patio —dijo, ignorando por completo el comentario mientras comenzaba a caminar hacia la puerta trasera.
Lo seguí, agradecida por la excusa para salir de allí. El aire del exterior me ayudó a calmar un poco los nervios. El patio trasero de la casa de los Tsukishima seguía siendo tan amplio y acogedor como lo recordaba. Había un par de mesas largas dispuestas para el almuerzo, y varios niños corrían jugando entre los árboles.
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H e r . | Tsukishima x tú.
Genç Kurgu_____ Aizawa siempre ha sentido algo especial por Tsukishima Kei, el chico distante y reservado que parece inalcanzable. A pesar de esos pequeños momentos que han compartido a lo largo de los años, sus sentimientos siempre se han mantenido ocultos...