El Sol de la mañana se filtraba a través de las cortinas de mi habitación, bañando el espacio en una luz cálida que anunciaba un día sin clases. Me desperecé lentamente, sintiendo la suavidad de las sábanas mientras mis ojos se ajustaban a la claridad. Era sábado, un día perfecto para escapar de todo lo que había pasado durante la semana. A pesar de las preguntas que seguían rondando mi mente sobre Tsukishima y Aiko, decidí que no dejaría que eso me afectara hoy.
Mi madre había mencionado el plan desde la noche anterior: un paseo familiar a las montañas, algo que no hacíamos desde hace tiempo. Necesitaba ese cambio de aire, un respiro. Mientras me vestía, me aseguré de elegir algo cómodo, ya que sabía que pasaríamos horas caminando por senderos y disfrutando de la naturaleza.
— Cariño, ¿estás lista? —llamó mi madre desde la planta baja.
—¡Ya voy! —respondí mientras me colocaba la gorra y bajaba las escaleras rápidamente.
Al llegar al comedor, mi padre ya estaba revisando el mapa de las rutas de senderismo, y mi hermano Ren estaba emocionado, saltando en su lugar. Era el típico día en que todo parecía estar en paz. Tal vez, por unas horas, podría olvidarme de todo lo que había estado ocurriendo en la escuela.
El viaje en coche fue tranquilo, el paisaje cambiaba rápidamente desde los altos edificios de la ciudad hasta los árboles verdes que bordeaban la carretera. Mi madre iba contando anécdotas de las veces que solíamos hacer este tipo de excursiones cuando éramos más pequeños. A mi lado, Tae no dejaba de observar con asombro los árboles y animales que veía por la ventana.
Finalmente, llegamos a las montañas. El aire fresco y puro golpeó mi rostro en cuanto bajé del coche, llenándome los pulmones de esa sensación de libertad que había estado necesitando. El cielo estaba despejado, y a lo lejos, las montañas se alzaban imponentes, cubiertas de verde y salpicadas de flores silvestres.
—Vamos _____, ¡no te quedes atrás! —me gritó Ren, corriendo hacia el inicio del sendero.
—Sí, sí, ya voy... —respondí con una sonrisa, comenzando a seguir el paso de mi hermano mientras mis padres caminaban más tranquilamente detrás de nosotros.
El sendero serpenteaba a través de los árboles, con el sonido de los pájaros y el crujido de las hojas bajo nuestros pies. Mientras avanzábamos, notaba cómo mi mente comenzaba a despejarse. El ritmo de la caminata, el aire puro y la tranquilidad del entorno me permitían dejar de lado, aunque fuera por unas horas, los pensamientos sobre Tsukishima y Aiko.
A mitad del camino, llegamos a un pequeño arroyo que corría cristalino entre las rocas. Mi padre sugirió que nos detuviéramos para descansar y comer algo, así que todos nos sentamos cerca del agua. Mientras mordía un sándwich, observaba a mi alrededor, notando cómo los rayos del sol atravesaban las copas de los árboles y creaban reflejos dorados en la superficie del arroyo.
— Es un lugar bonito, ¿no crees, _____? —me dijo mi madre, rompiendo el silencio.
— Sí, lo es. Realmente necesitaba esto —respondí sinceramente.
Ella me observó por un momento, como si notara que había algo más detrás de mis palabras, pero no dijo nada. Solo sonrió y volvió a concentrarse en su comida. Sabía que mi madre siempre podía leerme mejor que nadie, pero también entendía cuándo darme espacio.
Después de descansar, retomamos el sendero. Mientras caminábamos, el sol comenzó a bajar lentamente, tiñendo el cielo con tonos anaranjados y rosas. Era un espectáculo hermoso, y aunque lo apreciaba, no pude evitar pensar en cómo me gustaría compartir momentos como este con alguien más... con Tsukishima. Sacudí la cabeza, tratando de deshacerme de esos pensamientos. Este era un día para mí y mi familia, nada más.
Al llegar al mirador, la vista era impresionante. Podíamos ver todo el valle, cubierto de árboles y pequeñas casas a lo lejos. Ren se subió a las rocas para tener una mejor vista, mientras mi padre sacaba fotos con su cámara. Mi madre y yo simplemente observamos en silencio, disfrutando de la calma que nos rodeaba.
—Cariño, ¿puedes tomarnos una foto? —preguntó mi madre, extendiéndome la cámara.
Asentí y me alejé unos pasos para capturar el momento. Mientras los observaba sonreír juntos, no pude evitar sentir una ligera punzada en el pecho. Tenía tanto en mi cabeza últimamente que a veces olvidaba lo afortunada que era de tener una familia así. Una familia que, sin importar lo que pasara, siempre estaba allí para mí.
Después de pasar unos minutos más admirando la vista, comenzamos a descender por el sendero, sabiendo que pronto tendríamos que regresar a la ciudad. Mientras caminábamos, la brisa fresca de la tarde rozaba mi piel, y por primera vez en días, me sentía en paz.
De vuelta en casa, después de una cena sencilla, subí a mi habitación, cansada pero con una sensación de alivio. Me dejé caer sobre mi cama, mirando el techo mientras escuchaba los sonidos familiares de mi hogar.
A pesar de todo, sabía que el lunes volvería a enfrentar las mismas preguntas y dudas. Pero por hoy, por este breve momento, estaba bien. Y eso era suficiente.
Cerré los ojos, dejando que el sueño me envolviera, con la esperanza de que los recuerdos de esta tranquila escapada familiar me ayudaran a enfrentar lo que venía después.
ESTÁS LEYENDO
H e r . | Tsukishima x tú.
Ficção Adolescente_____ Aizawa siempre ha sentido algo especial por Tsukishima Kei, el chico distante y reservado que parece inalcanzable. A pesar de esos pequeños momentos que han compartido a lo largo de los años, sus sentimientos siempre se han mantenido ocultos...