Capítulo 11

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La balada de Saori y Freyr

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11

Flare es descubierta

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Asgard

Finales de noviembre

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Ese día Freyr decidió salir a cabalgar de nuevo aprovechando que las capas de nieve aún no bloqueaban los caminos. Las grandes luces del norte iluminaban los cielos de Asgard mientras el joven jinete se dirigía a la zona donde solía estar el puerto marino de Hladir, ubicado muy cerca del balcón donde Hilda destinaba parte de su día a orar por el bien del reino.

El puerto fue clausurado mucho tiempo atrás construyéndose una alta barda que separaba el mar de las costas de Asgard. Freyr bajo de su caballo deteniéndose un momento en un alto risco desde donde pudo ver el inmenso manto marino bajo sus pies. Nadie en Asgard sabía navegar ya que estaba prohibido el acceso al mar, la pesca fue suspendida tiempo atrás debido a que un grupo de extranjeros se introdujeron al reino a través del mar.

Tras unos momentos de introspección, y de observar las luces del norte por encima de su cabeza, Freyr volvió a montar su caballo recorriendo el borde del risco hasta la zona más baja de Jötunheim donde le salió un alto personaje al paso. El caballo se detuvo de súbito mientras el jinete desenvainaba su espada instintivamente; delante de él se presentó un hombre muy alto de largos cabellos grises y lacios, un jötnar al parecer, quien llevaba en una mano una antorcha y en la otra jalaba un trineo llevando un par de grandes renos muertos.

—¿Quien eres, jinete? —el hombre alto se encontraba dirigiéndose a su hogar al parecer mirando a Freyr con desconfianza.

—Mi nombre es Freyr, soy un älfnir —el consejero envainó la espada al percatarse que el gigante frente a él volvía de su cacería— ¿Quien eres jötun?

—Soy Thord. ¿Vas a castigarme por cazar en la linde Jötunheim y Asgard, Freyr el älfnir?

—No. Sé quien eres, jötun. Eres el tío del dios guerrero Tholl, ¿es correcto?

—Asi es. Mi sobrino era Tholl, hijo de Thorstein y de Thoradda, muerto durante esa batalla sin sentido que no trajo más que problemas y nos quitó a un cazador hábil y valioso.

El hombre retomó su camino colina abajo hacía las heladas tundras mientras Freyr lo observaba. Gran parte de los problemas con los jötnar se agudizaron tras la muerte de los gigantes Tholl y Rungnr, dos de los principales proveedores y cazadores de su comunidad, cuando los demás exigieron justicia sin recibir respuesta alguna de parte del alto consejo de Asgard. Los cuerpos caídos estaban sepultados bajo los montículos de Halfen, ubicados mucho más allá de Jötunheim y donde solo los valientes se aventuraban.

El silencio fue roto por un sonido poco usual que parecía venir de lejos. Freyr prestó atención por un momento reconociendo el llanto de un niño.

—Han dejado otro abandonado en los bosques de Vanaheim. Tu gente es inhumana, älfnir, tienen hijos que olvidan en los crueles y negros parajes de Vanaheim y más allá, en Svartalfheimm, el bosque negro que se extiende hasta el otro lado de las montañas de Nifelheim.

—¿Sabes si alguien da cobijo a esos niños abandonados? —pregunto Freyr tratando de ocultar cierta angustia.

—No, a veces los escuchamos llorar, pero los hijos de humanos sin conciencia no son nuestra responsabilidad así que los dejamos donde están y a su suerte. Algunas horas más tarde se oye como los lobos bajan de la montaña y... ya imaginarás el resto, älfnir.

La balada de Saori y FreyrDonde viven las historias. Descúbrelo ahora