La luna había alcanzado su punto más alto en el cielo cuando la hija menor de los Donovan llegó al viñedo de la familia, un lugar apartado, rodeado de colinas y bosques que lo aislaban del resto del mundo.
El viñedo, a pesar de su apariencia tranquila, ocultaba un oscuro pasado, y cada vid plantada en sus tierras había sido testigo de más secretos y traiciones de las que cualquiera podría imaginar.
Para la familia Donovan, este lugar no solo era un símbolo de poder, sino también de control y dominio.
En este momento, sin embargo, para la joven, el viñedo representaba algo más: la escena del enfrentamiento inevitable que sabía que estaba a punto de tener con sus hermanos.
— Ojalá no estén mis papás cerca...
Mientras caminaba por el sendero empedrado que conducía a la gran mansión situada en el corazón del viñedo, su mente repasaba una y otra vez los eventos de esa noche.
La traición de sus hermanos era demasiado grande para ignorarla, y aunque siempre había sabido que cada uno de ellos tenía sus propios intereses y agendas, vender a Izana era una muestra de hasta dónde estaban dispuestos a llegar.
Este acto no solo los ponía en la mira de otros grupos, sino que también rompía una regla no escrita entre ellos: no traicionarse entre sí en cuestiones tan delicadas.
Izana era más que una simple víctima en este juego, y sus hermanos lo sabían.
Los muros de la mansión se alzaban frente a ella, imponentes y fríos, como si las piedras mismas pudieran sentir la tensión que se avecinaba.
Dos guardias de la familia, que normalmente la habrían saludado con respeto, dieron un paso atrás cuando la vieron.
Su mirada, cargada de ira, les hizo saber que no era el momento de interponerse.
La puerta principal de la mansión se abrió lentamente, y el eco de sus pasos resonó por los pasillos de mármol.
La sala principal estaba iluminada por candelabros antiguos, y en el centro, sentados en cómodos sillones de cuero, se encontraban sus cinco hermanos.
Abaddon, el mayor, se levantó al verla entrar. Su presencia era imponente, siempre el líder, siempre el más calculador.
Los otros hermanos, Azkeel, Adirael, Astaroth y Alabám, se mantuvieron en silencio, pero sus miradas eran lo suficientemente elocuentes.
Sabían por qué estaba allí.
Ella avanzó con paso firme, sin dudar, colocándose frente a ellos.
Durante un momento, el silencio fue absoluto. Solo se escuchaba el suave crujir de la chimenea en la esquina de la sala.
La tensión era palpable, como si el aire mismo estuviera esperando el estallido inevitable.
—¿Qué han hecho?—su voz, aunque baja, resonó en la sala como un trueno contenido.
Abaddon fue el primero en hablar, su tono calmado, casi indiferente.
—Hicimos lo que teníamos que hacer. Izana era un peligro para tí.
La joven apretó los puños, luchando por contener la furia que hervía dentro de ella.
—¿Venderlo? ¿A Rokuro?—su voz temblaba de incredulidad—. ¡Sabían lo que eso significaba! ¡Sabían lo que Izana representa! No era cualquier persona para mi. Y ustedes lo vendieron como si fuera un simple objeto.
Abaddon se cruzó de brazos, su expresión aún impasible.
—No es nuestro problema lo que Izana represente o no. Lo que importa es que él se ha vuelto una amenaza. Mantenerlo habría puesto en peligro nuestras operaciones, nuestra posición en la ciudad.
—¡Nuestra posición!—gritó, su voz cortando el aire—. ¡Todo lo que hacen está manchado de sangre y traición! ¡Este no es solo un negocio, Abaddon! ¡Se trata de nuestra maldita integridad, de las personas que destruimos en el camino!
Azkeel, siempre el más sarcástico de los hermanos, soltó una risa baja desde su asiento.
—¿Integridad? Vamos, _____. No me digas que ahora eres la defensora de las almas perdidas. Esto es lo que hacemos. Siempre lo hemos hecho.
—¡Lo sé! ¡Pero eso no les daba derecho a hacer lo qué hicieron! —su grito hizo eco en la sala, un eco que parecía traspasar los muros del viñedo.
El silencio cayó de nuevo, pero esta vez fue más denso, cargado de una amenaza latente.
Abaddon dio un paso hacia ella, su sombra alargada por las luces de la chimenea.
—Te has olvidado de quién eres, hermana. Eres una Donovan. No puedes escapar de eso. Puedes intentar jugar al redentor, pero en el fondo, sabes que también llevas la oscuridad de esta familia en tu sangre.
Ella lo miró con desafío, sus ojos ardiendo de una mezcla de furia y dolor.
—Puedo llevar la sangre de los Donovan, pero no significa que deba ser como ustedes. Lo que hicieron hoy... va a traer consecuencias. Rokuro no es alguien que deje cabos sueltos, y ustedes lo saben. Vender a Izana fue su mayor error.
Adirael, siempre el más frío y calculador, finalmente intervino.
—Si realmente crees que puedes hacer algo al respecto, adelante. Pero si vas a enfrentarte a nosotros, será mejor que te prepares. Porque si vas en contra de la familia, no habrá vuelta atrás.
El desafío estaba lanzado. Ella lo sabía. Y, sin embargo, no retrocedió ni un paso.
—No éstoy diciendo que me pondré en sus contra — respondió ella — ¡Pero lo que hicieron fué inhumano!
Los ojos de Abaddon se entrecerraron, y en un movimiento rápido, extendió su brazo, bloqueando su camino hacia la salida.
Pero antes de que pudiera tocarla, ella lo esquivó, girando con una destreza que sorprendió incluso a sus hermanos.
En un abrir y cerrar de ojos, la sala se llenó de movimiento. Alabám se levantó con furia, mientras Astaroth se preparaba para lanzarse al combate. La confrontación ya no era solo verbal.
El primer golpe vino de Abaddon, rápido y calculado, pero _____ lo esquivó, aprovechando su tamaño menor para deslizarse por debajo de su guardia y lanzar un puñetazo que conectó con su abdomen.
Astaroth intentó atraparla por detrás, pero ella ya estaba preparada, pateando una silla que se interpuso en su camino, derribándolo momentáneamente.
El caos estalló en la sala.
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❝𝗜𝗻𝗲𝘀𝘁𝗮𝗯𝗹𝗲❞ 【Izana Kurokawa】-Yandere-
Fanfiction❝𝗟𝗮 𝘃𝗶𝗱𝗮 𝗲𝘀 𝗰𝗿𝘂𝗲𝗹, 𝗽𝗲𝗿𝗼 𝘀𝗼𝗹𝗼 𝗰𝗼𝗻 𝗮𝗾𝘂𝗲𝗹𝗹𝗼𝘀 𝗾𝘂𝗲 𝗾𝘂𝗶𝗲𝗿𝗲.❞ ┇ ✈︎ ••• Izana Kurokawa x Fem! Reader ┇ ✈︎ ••• Ninguno de los personajes me pertenece ┇ ✈︎ ••• Anime:Tokyo Revengers ┇ ✈︎ ••• Historia totalmente apar...