! Capitulo 6

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La sala en la que Izana Kurokawa se encontraba era opulenta y cargada de una atmósfera sofocante

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La sala en la que Izana Kurokawa se encontraba era opulenta y cargada de una atmósfera sofocante.

Los Donovan ocupaban el salón con una presencia casi palpable.

Las paredes estaban cubiertas con costosas pinturas y muebles de madera fina, pero todo el lujo no ocultaba el hecho de que estaba en territorio peligroso.

Ya había acabado el plazo a pagar.

Izana, sin inmutarse, permanecía de pie frente al jefe de los Donovan.

Su mirada imperturbable no dejaba entrever ni un atisbo de temor.

Había traído el dinero que les debía, una suma considerable fruto de un acuerdo que, en su momento, parecía ventajoso.

Izana sabía que las consecuencias de retrasarse con una familia como los Donovan podían ser letales.

—Aquí está tu dinero —dijo Izana con frialdad, arrojando el maletín a la mesa de Adirael.

El eco del golpe resonó en la sala mientras el padre, llamó Vinced, lo observaba en silencio. Hizo un gesto leve con la mano, y uno de sus hombres se acercó, abriendo el maletín para inspeccionar el contenido.

Después de unos momentos de contar meticulosamente, el hombre asintió y cerró el maletín con un chasquido seco.

—Es la cantidad exacta que debías —dijo Vincent, reclinándose en su sillón de cuero. Su tono de voz era frío, calculador, pero había algo más en su mirada, una sombra de desconfianza—. Sin embargo, Kurokawa, aquí falta algo importante.

Izana sabía lo que venía. Los intereses. Había calculado mal, y no tenía los fondos suficientes para cubrir esa parte del acuerdo en este momento.

Pero aún así, no dejó que el nerviosismo se apoderara de él. Con una calma casi irritante, sostuvo la mirada de Vincent.

—Te pagaré los intereses en unos días —respondió, sin titubear.

Vincent sonrió, una sonrisa que no llegó a sus ojos.

—Unos días no son suficientes. Sabes que nosotros no hacemos concesiones, Izana. Las reglas son claras desde el principio. Cuando uno de nuestros clientes no cumple con su palabra... debemos dar una lección.

Con un gesto de la mano, Vincent hizo una señal a sus hombres.

Adirael y Azkeel se acercaron a Izana, rodeándolo. Aunque no se movió ni mostró miedo, sabía lo que estaba por venir.

No intentó resistirse. Sabía que los Donovan respetaban la firmeza, incluso en un momento como este.

Uno de los hijos de Vincent, Astaroth, sacó un cuchillo afilado y lo colocó sobre la mesa con delicadeza, casi como si fuera un ritual.

Abaddon le agarró la mano izquierda de Izana, estirando los dedos sobre la superficie lisa de la mesa.

Izana no apartó la mirada de Vincent, ni siquiera cuando sintió el filo frío del cuchillo sobre la piel de su meñique.

El dolor fue agudo y rápido. Con un solo golpe certero, el dedo cayó sobre la mesa, dejando un rastro de sangre.

La sala se llenó de un silencio espeso mientras los hombres limpiaban la herida y recogían el dedo cortado como si fuera un trámite cotidiano.

Izana apretó los dientes, pero no emitió sonido alguno. Se negaba a mostrar debilidad frente a ellos.

—Tienes una semana —dijo Vincent, su tono de voz ahora un poco más suave, como si el acto violento hubiera aliviado cualquier tensión—. Si en siete días no traes el resto, la próxima vez no será solo un dedo.

Izana asintió lentamente, cubriéndose la mano sangrante con un paño que Alabám le lanzó.

Con una mirada firme y desafiante, se dio la vuelta y salió de la sala.

El dolor en su mano era insoportable, pero su mente estaba enfocada en lo único que importaba: sobrevivir y saldar su deuda antes de que los Donovan volvieran a por más.

_____ qué había presenciado toda la escena se fué tras el albino, cosa qué a su padre no le gustó mucho.

— ¡Izana! — exclamó ella agitada mientras corrías tras el.

Mas sin embargo Izana ni siquiera se movió ante el llamado de aquella chica. Cierto era qué le había agarrado cierto cariño por su amabilidad.

Pero el mismo se negaba a sentir algo por ella, sabía que no tendría futuro a su lado, _____ hija de una familia prestigiosa de mafiosos que sus vida dependía de un hilo.

No era un futuro certero y mucho menos seguro.

— ¡Por favor detente! — exclamó ella mientras seguia corriendo.

Izana se detuvo y se dió la media vuelta para ver a la chica sudada y a duras penas podía hablar.

— ¿Que quieres? — respondió con frialdad.

— Déjame curar tu dedo, porfavor.

— ¿Para? Sólo déjame en paz — soltó con frialdad — No necesito de una niña mimada.

— Izana sólo déjame curarte, puedes largarte sí así lo deseas pero qué sea después q te cure — musitó ella casi en tono de suplica.

— Tengo familia qué me puede curar.

Ella se quedó callada y simplemente vió con incredulidad al chico. Preguntando por qué decía tales mentiras.

— Izana, vives del seguro de vida qué te dejaron tus papás — dijo ella segura de sus palabras — Jo tienes ningún familiar ¿qué es lo qué tanto balbuceas? No hay nadie esperándote en casa. Entonces por qué quieres alejarte.

Izana agachó la cabeza avergonzado, sabiendo que todo eso era cierto.

— Ódiame sí quieres, pero sí no te curas bien ése dedo se te va a infectar.

Y al final Izana accedió a la ayuda de la chica.

Y al final Izana accedió a la ayuda de la chica

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❝𝗜𝗻𝗲𝘀𝘁𝗮𝗯𝗹𝗲❞ 【Izana Kurokawa】-Yandere-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora