El ambiente en el café Familia se había vuelto pesado tras la llegada de las dos misteriosas chicas, y aunque aún reinaba un incómodo silencio, todas las miradas estaban fijas en Hayato. Sabían que algo importante estaba a punto de suceder.
Ouka fue la primera en dar un paso adelante, rompiendo la tensión. "¿Qué está pasando aquí, Hayato? ¿Quiénes son ellas?"
Hayato suspiró profundamente, sabiendo que había llegado el momento de explicar más de su oscuro pasado. Las palabras de la chica de cabello plateado y la rubia seguían resonando en su mente. Eran Espíritus, y lo conocían bajo el nombre de Shido Itsuka. Aunque quería seguir protegiendo a las chicas del café, sabía que no podía ocultarles la verdad por más tiempo.
"Ellas... son como Tohka y Kurumi," dijo finalmente, con voz calmada pero con una leve grieta de duda. "Son Espíritus también."
Las chicas intercambiaron miradas sorprendidas. Ami, siempre directa, fue la primera en reaccionar. "¿Otro par de Espíritus? ¿Qué quieren de ti esta vez?"
La chica de cabello plateado, quien parecía la más seria de las dos, dio un paso adelante. "No es tan sencillo. Somos Espíritus, sí, pero no estamos aquí para lo mismo que Tohka o Kurumi. Mi nombre es Origami Tobiichi, y ella es Miku Izayoi." Señaló a la chica rubia, quien sonrió con una pizca de arrogancia.
Miku tomó la palabra, su tono cargado de un cierto desdén. "Nosotras vinimos a buscarte, Shido... Hayato, o como prefieras que te llamen ahora. Nuestro mundo está en peligro, y lo sabes. No puedes esconderte para siempre."
Akane, que había estado en silencio hasta ahora, finalmente habló. "¿Por qué lo buscan? ¿Qué tiene que ver Hayato con lo que está pasando en su mundo?"
Origami respondió, su mirada fija en Hayato. "El balance de los Espíritus está desmoronándose. El Gran Mal, la amenaza que todos temíamos, ha comenzado a moverse otra vez. Y tú, Hayato, eres la clave para detenerlo. Como lo eras antes."
El aire en el café se congeló ante esas palabras. La mención del Gran Mal era un recordatorio de los oscuros peligros que habían comenzado a rodear la vida de Hayato desde el regreso de Tohka y Kurumi. Y ahora, la sombra del caos se extendía aún más.
Riho, quien había estado observando desde el mostrador, finalmente se acercó. Su tono era serio, pero sus palabras estaban llenas de preocupación. "Entonces, si lo entiendo bien... todo esto es por una guerra. ¿Una guerra entre Espíritus y alguna entidad más poderosa?"
Hayato asintió lentamente. "En cierto modo. El Gran Mal es una fuerza que devora el equilibrio entre las dimensiones. Si no hacemos algo, no solo el mundo de los Espíritus estará en peligro, sino también el nuestro."
Shiragiku, siempre serena, se acercó a Hayato y lo miró con comprensión. "¿Vas a irte entonces? ¿A pelear en esa guerra?"
El peso de la pregunta se sintió como una losa sobre los hombros de Hayato. No quería arrastrar a las chicas a su mundo de caos y destrucción, pero tampoco podía ignorar lo que estaba sucediendo. Origami y Miku estaban aquí por una razón, y si él no tomaba una decisión pronto, el conflicto inevitablemente llegaría a la puerta del café.
"Lo que sea que decidas," dijo Akane, su voz fuerte y clara, "nosotras estamos contigo, Hayato. Ya no estás solo en esto."
Las palabras de Akane resonaron en su interior. No estaba solo, pero eso también lo preocupaba. Si decidía involucrarse, las chicas corrían peligro. Y sin embargo, sabía que no podía seguir evadiendo la responsabilidad.
Miku, observando el dilema de Hayato, suspiró y caminó hacia él, ladeando la cabeza de manera juguetona. "Sabes que no puedes resistirte a nosotras, ¿verdad, Shido?" Dijo su antiguo nombre con una dulzura envenenada. "Después de todo, también estás conectado con nosotras."
Tohka, que había estado observando desde el fondo del café, no pudo quedarse callada por más tiempo. "¡Basta! Hayato no te pertenece, Miku. Él nos ayudó antes y lo hará de nuevo, pero no es algo que puedas simplemente exigir."
Kurumi, desde su habitual rincón oscuro, sonrió con un destello peligroso en sus ojos. "Parece que las cosas se están poniendo interesantes, ¿no creen?" Su tono era de diversión maliciosa.
El ambiente estaba cargado de tensión, y Hayato sintió cómo su mente se desbordaba de pensamientos. El Gran Mal. Los Espíritus. El destino que lo empujaba a tomar decisiones difíciles.
Justo cuando estaba a punto de hablar, una nueva presencia se hizo sentir en la entrada del café. Akane fue la primera en notar una sombra acercándose, y al girarse, sus ojos se abrieron de sorpresa.
Allí, de pie en la puerta, estaba una chica con el cabello rojizo, atado en una coleta alta. Sus ojos reflejaban determinación, y su postura era confiada. Su uniforme escolar contrastaba con la atmósfera inquietante que se respiraba en el lugar.
"¿Y quién es ahora?" murmuró Ouka en voz baja, observando a la nueva llegada.
La chica dio un paso al frente, sus ojos fijos en Hayato. "Soy Akane Kurashiki, y vine aquí por ti. Parece que me he retrasado un poco, pero no dejaré que me dejen fuera de esto."
El caos en torno a Hayato seguía aumentando, y con él, el inevitable enfrentamiento entre su vida tranquila en el café y el destino que parecía arrastrarlo de vuelta al conflicto con los Espíritus.
Akane, Tohka, Kurumi, Origami y Miku ahora se reunían en un mismo lugar, cada una con sus propias intenciones y deseos. Y aunque el futuro parecía cada vez más incierto, una cosa era clara: Hayato ya no podría escapar de su pasado, ni de las sombras que comenzaban a cernirse sobre él y el mundo de los Espíritus.
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Renacimiento de un Héroe: Entre Espíritus y Café
FanfictionDespués de una intensa y decisiva batalla contra el Espíritu más poderoso jamás conocido, Shido Itsuka, el héroe que salvó innumerables vidas, cae en combate. Su sacrificio fue necesario para sellar el poder de los Espíritus y proteger la humanidad...