Capítulo 4

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Pov Liam.

¿Es el timbre o soy yo?

Rápidamente me puse una toalla en la cintura y bajé las escaleras para abrir la puerta. Mi cabello goteaba gotas de agua cuando abrí esa gran puerta dejándome ver a Marielle con un vestido azul casual, su cabello castaño ondulado suelto y su bolso lleno de cosas.

Ella me miró, confundida y sorprendida. Entonces me di cuenta de que estaba en una toalla, todavía medio mojado. Pude escucharla aclararse la garganta así que me hice a un lado y la dejé entrar.

-Entra, me pondré algo de ropa y vuelvo.

-Está bien –murmuró.

¿Por qué todo era tan incómodo?

Subí las escaleras y después de ponerme unos pantalones de chándal grises y una camiseta negra volví a la sala donde ella estaba sentada incómoda.

-Esto es tan jodidamente incómodo -dije sentándome frente a ella en el otro sofá.

-Sí, lo sé -respondió con el mismo tono -Comencemos con esto de una vez por todas.

-¿Cuál es el plan?

-Ni siquiera miraste el patrón, ¿verdad?

-Lo publicaron esta mañana, ¿crees que tuve tiempo de verlo? Acabo de llegar a casa y con tiempo pude ducharme.

-Oh, por favor -su tono fue la gota que colmó el vaso.

-Mira -dije de repente- O trabajas y te callas o haré esto yo solo y te dejaré la otra mitad.

-Me alegra saberlo -dijo burlándose de mí -Tranquilízate, ¿de acuerdo? No eres un macho alfa que se enoja cada vez que abro la boca.

-¡¿Por qué estamos discutiendo de todos modos?! -Levanté la voz- Por Dios.

-Está bien... -murmuró y pude ver su intento fallido de contener la risa -Vamos... -se rió tontamente -empecemos.

La miré enfadado, ella me miró y aparentemente mi cara la hizo estallar de risa como si me hubiera visto con un tutú rosa bailando la macarena.

-Te odio.

-Oh Dios mío -murmuró entre risas -¿Por qué pareces un hombre de ochenta años?

Me crucé de brazos, frunciendo el ceño mientras ella seguía riendo sin control.

-No tengo paciencia para esto, hoy no -dije con un tono serio.

-Bien -dijo finalmente, respirando profundamente- Me comportaré señor.

Sacudí la cabeza incrédulo mientras ella sonreía.

-Más te vale -gruñí abriendo mi portátil.

Entré en el archivo del proyecto y me senté más al lado suyo para que pudiera ver la pantalla conmigo.

»¿Y entonces?

-Empieza leyendo el artículo.

Ambos empezamos a leer el texto grande en la pantalla. Su perfume voló hacia mí de nuevo, y me moví ligeramente en mi asiento, tratando de ignorar el hecho de que su rodilla casi rozaba la mía. Ella se inclinó más cerca, su cabello cayendo en cascada sobre su hombro, bloqueando mi vista de la pantalla por un momento.

-¿Te importa? -dije señalando su cabello.

Ella me miró de reojo pero se echó el pelo hacia atrás.

-¿Feliz ahora?

-Organizaré una fiesta –ironicé.

Sacudió la cabeza girándose hacia la pantalla y ambos continuamos con nuestra lectura. La tensión entre nosotros seguía estando allí. No estaba seguro de si era solo frustración o si algo más.

¿Te odio?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora