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Había perdido la vida gracias a un envenenamiento de su propio bando, se dejó vencer como
Un completo perdedor. No tenía nada que perder al final solo era esa estúpida corona lo que lo hacía sentir vivo. Sus hijos habían muerto como venganza por sus sobrinos. Heleana había muerto también, ya era hora que él también pagara el precio de su Traición. Una luz le hizo entrecerrar sus párpados, la tener mejor enfoque logro ver que estaba en un lago, su sufyre estaba ahí. La emoción fue demasiada que trato de ir hacia ella más no pudo. "¡Sufyre!" Aquel grito salió de sus labios. Sus manos temblaron, buscó otra entrada más una vos le hizo parar el seco, sus cejas se fruncieron y se alejó un poco para buscar con la mirada al dueño esa profunda y escalofriante voz.

—¿¡Quién eres!?— Aegon se mostró algo a la defensiva, quien era ese hombre?

—Aegon II Targeryen , Rey Usurpador. Soy el dios de los demás dioses, y yo te concedo la oportunidad de volver a nacer y cumplir esta vez tu papel como príncipe consorte. —

—Espera... ¿Que? Príncipe consorte? Que cojones.... Me está dando otra oportunidad para hacer las cosas bien?—

—Como lo oye, sin más que decir tenga cuidado digamos que esta vez las cosas son algo extrañas. Usted mismo lo verá. —

Antes que el rey pudiera decir algo nuevamente la luz lo encandiló. Se levantó con la respiración acelerada y jadeando toco su rostro. Se levantó de su cama y buscó algún espejo. Quedó perplejo al verse.. tenia tal vez unos 15 años... eso significa que Aemond no había perdido su ojos todavía. Salió de su habitación asustando a sus guardias al verlo a tales horas de la noche salir pálido.

—Mi príncipe! Se encuentra bien?

—Aemond,¿ donde está?— La pregunta extraño a los guardias los cuales solo se quedaron algo confundidos pero respondiendo la pregunta de su precioso príncipe Omega.

—El príncipe Aemond, se encuentra en sus aposentos mi príncipe. ¿Desea que lo guíe?— Aegon negó y solo camino por el oscuro pasillo, tal vez era muy tarde por la mirada de los guardias que cuidaban los pasillos. Llegó a los aposentos de su hermano menor.

Tocó un par de veces la puerta hasta que una cabellera platinado se dejó ver , el segundo príncipe del rey tenía su rostro algo adormilado, sus lindos ojos algo pegados. Al sentir la mirada de su hermano se talló los ojos y los abrió en grande a ver a su hermano mayor, rápidamente dio campo para que pasara, le extraño verlo ahí.

—¿Hermano mayor? Sucede algo... ? —
Aegon negó y solo se tiró a la cama de su pequeño hermano y Soltó un pequeño suspiro, Aemond al verlo solo suspiro confuso. A veces era raro se acostó al lado de su hermano y se apego más a él con una sutil sonrisa.

—Buenas noches, Ñuho glaeso hūrus.—

La sonrisa de su pequeño hermano le había hecho sentir feliz. Jamás lo había visto sonreír así de grande. Protegerá a sus pequeños hermanos sin importar a quien tenga que quitar de su camino.

The Golden Dragón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora