「04」

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'¡Salvalo!'

Cuando levantó la mirada, sus ojos no fueron capaces de captar nada más que oscuridad. Su nariz recibiendo el repugnante aroma a muerte, sus oídos sintiéndose cubiertos y su cuerpo estando helado.
Alzó sus manos, pero no pudo verlas con claridad, sintió las lágrimas creando caminos calientes sobre sus mejillas congeladas, sus labios agrietados exhalando vapor.

—Te veíamos más divertido— Escuchó las voces, temblando de miedo se encogió en su lugar.
La luz regresando a él, sus ojos dejaban de sentirse borrosos, y logró ver.

Estaba devuelta a ese lugar después de morir, sonrió con cinismo. Quizás había vuelto a morir, había gastado su segunda oportunidad.
Olvidando por completo las palabras de esas entidades.

—Te ahorcaste y moriste— Le informaron, Takemichi reprimio una risa. Bajando la cabeza y tocando su cuello.
Sus pupilas se veían dilatadas, relamio sus labios secos y suspiró.

—Pero no te preocupes, solo te trajimos aquí para decirte una sola cosa— Exclamaron, él levantó la mirada, aferrandose a su piel desnuda —. No puedes morir, Takemichi Hanagaki, tu vida nos pertenece.

'La muerte no llegará a ti, no pienses en suicidarte, porque nosotros te haremos regresar. Jamás tocarás el descanso eterno, no hasta que nos des la suficiente diversión.'

Abrió sus ojos azules, el miedo predominando en ellos

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Abrió sus ojos azules, el miedo predominando en ellos. Reaccionó rápido y alejó sus pequeñas manos de su cuello, aún en medio de la adrenalina salió de su escondite y sin pensar correctamente, como el adulto, mentalmente, que era, avanzó hacia su padre, primero fue lento, un paso delante del otro, luego fue rápido, con pasos torpes, sin sentido de orientación.

Se lanzó sobre su padre, aferrandose a su cabeza y rasguñando su rostro. Actuaba como un animal sintiéndose en peligro.
Sus pequeñas manos enterrando sus uñas en sus ojos, la desesperación del hombre por parar tal ataque lo hizo soltar el tacón, levantarse y agitarse con el afán de sacarse al menor de su cabeza.

Takemichi se desconocía en ese momento, la ira y el rencor de una mala vida futura parecieron haber tomado control de su cuerpo. Por su cabeza recordando las llamas rodeandolo, el miedo inundandolo, los cristales incrustandose en su cuerpo.
Quería que su padre sufriera así como él, que muriera de tal manera que él.

Pero no podía, no haría eso. Se detuvo y cayó por completo al suelo, sus ojos abriéndose asustados y levantando la mirada. Su padre tenía sangre en sus ojos, resbalando como las lágrimas de su madre, se encontraba tallando su rostro con dolor y revolcándose aún de pie, dando vueltas por la habitación, antes de tropezar y caer también, su cabeza estrellandose en el borde de algún objeto ahí, y finalmente quedando inconsciente.

Se sentía incapaz de entender lo que sucedía, su cerebro aún no desarrollado por completo estaba tratando de mantener la calma y no perder el oxígeno por el reciente llanto desatado.
Sus emociones saliendo a flote tal cual un bebé extrañando a su mamá, lo cual era irónico ya que su madre jamás le había entregado ese tipo de amor, como para que él decidiera extrañarlo.

Con lentitud y dolor se puso de pie, caminó hacia el adolescente y tomó asiento a su lado. Su cabeza sangraba y parecía inconsciente todavía, por lo que revisó sus bolsillos, debía haber algo.
Los leves sollozos llamaron su atención, buscó con sus iris azules, dilatadas, de dónde provenían tales sonidos, y ahí encontró a su madre.

Sonrió suavemente, gateando hacia ella.

—Mamá— Susurró, la mujer estremeciendose en su lugar.
Se veía horrible, su rostro estando por completo desfigurado, y en su cuerpo no podía distinguirse piel limpia, se encontraba llena de moretones.
Ella se escondía, haciéndose pequeña en su lugar. Tal como a él le hubiera encantado verla cuando era una adulto, pero trató de conformarse.

—¿Celular?— Pidió, extendiendo su mano. Nada sucedió, lo único que se escuchaba eran los sollozos y su propia respiración pesada.
Cansado de la situación, comenzó a rebuscar en los bolsillos de su madre, luego se rindió y gateo hasta su padre.
Con toda la delicadeza que pudo, palpo las piernas y estómago del hombre, encontrando lo que buscaba.

Un teléfono celular.

Con una sonrisa de autosuficiencia hizo la llamada.

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❝ 悲しくてやりきれない (Sun) ❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora