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Miro a mi alrededor, sintiendo una mezcla de inquietud y emoción. Reconozco la figura que está a mi lado: es Vera, la tocó y se sobresalta.
—¿Oye, ¿qué hay que hacer? —le pregunto, la confusión reflejada en mi voz.
—Buscar la puerta que nos conduce a la habitación, ¿no crees? —responde ella, dejando escapar un toque de sarcasmo al final de su frase.
Vuelvo a mirar al frente y me doy cuenta de que todas las personas se dirigen apresuradamente hacia las puertas detrás de la tarima. Dios, tal vez me arrepienta de esto más tarde, pero la curiosidad mata al gato. Sin pensarlo dos veces, me encamino derechito hacia allí. Tomo el brazo de Vera y la jalo hacia las puertas; ella me sigue en silencio.
Al cruzar una de las puertas, me encuentro con un largo pasillo iluminado tenuemente y unas escaleras que parecen no tener fin. Mierda, esto se parece a un backroom. Esfuerzo mi vista para poder ver mejor en la penumbra y noto que varios suben por las escaleras, mientras otros cruzan a la izquierda al final del pasillo. La incertidumbre se apodera de mí; no sé si deberíamos subir o seguir caminando por el pasillo.
—Creo que me estoy mareando —dice Vera, dramatizando como solo ella sabe hacerlo. Su tono ligero me hace sonreír a pesar de la situación.
—Yo creo que tendré que utilizar lentes después de esto —bromeo—. ¿Subimos las escaleras o seguimos por el pasillo?
La decisión flota en el aire entre nosotras mientras el murmullo de la multitud resuena a nuestro alrededor. La curiosidad se mezcla con el temor y el nerviosismo.
—Pu... pues creo que mi instinto dice que allá arriba están nuestras puertas —dice Vera señalando las escaleras
Aunque no puede verme, pongo los ojos en blanco y, con un gesto decidido, le doy un jalón en el brazo para que me siga. Ella lo hace sin protestar. Subimos las escaleras metálicas en espiral; cada paso parece una pequeña batalla contra los tacones que llevo puestos. Minutos después, finalmente llegamos a la planta de arriba. Suelto una bocanada de aire, aliviada de haber superado este desafío. Con estos tacones, subir escaleras se convierte en un verdadero infierno.
A mi alrededor, la luz se intensifica gracias a los candelabros que cuelgan del techo, pero el ambiente sigue siendo un tanto oscuro. Todas las ventanas están cerradas por eso la oscuridad.
De repente, oigo el quejido de Vera a mi espalda. Al terminar de subir las escaleras, me doy la vuelta y puedo ver su rostro; está cubierto por una fina capa de sudor que brilla en la luz tenue. No puedo evitar reírme al verla así; su expresión es una mezcla de agotamiento y determinación. Ella me devuelve la mirada con un gesto de reproche y me da un golpecito cariñoso en el brazo.
—Vale, no pude aguantarme, lo siento —digo entre risas, intentando contenerme.
Miro a mi alrededor y veo varios pasillos que parecen interminables. Muchas personas pasan sus tarjetas por una especie de sensor que, al no ser la adecuada, se ilumina en rojo. Bajo la vista a la pequeña tarjeta que tengo en las manos. A mi lado, Vera observa atentamente lo que la rodea, su mirada curiosa se detiene en cada detalle.
—Vamos... —digo, comenzando a caminar hacia una dirección incierta, pero ella me detiene con una mano firme.
—Vamos a separarnos. Hay demasiadas personas y muchas puertas —propone, pero al escuchar esa idea, niego con la cabeza de inmediato. La sola idea de perderme o que me pase algo ¡ay no!.
—No, no vamos juntas —respondo con determinación—. ¿Y si alguien me secuestra? Tú no sabes si la persona que me toque en mi habitación es un pedófilo. —Mis palabras salen en un torrente dramático. Vera suelta una carcajada que resuena en el aire.
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Chocando Mundos
RomanceBridget es la alumna ejemplar del prestigioso instituto Luxor, considerada la hija perfecta por sus padres y admirada por sus compañeros. Sin embargo, su vida simple y perfecta se desmorona cuando un rumor falso amenaza con destruir su imagen y la d...