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Llego a casa después de este largo y tedioso día, casi cayendo al suelo. Estoy mareada y seguro que es porque no comí. Gracias al cielo, Vera me trajo a casa cuando me vio tambalear en la entrada del instituto. Mi mareo comenzó desde que olí el humo del cigarrillo de Ryan.
Y hablando de Ryan, siento que flaqueé demasiado. ¡Ay! Tengo demasiada presión porque le dije que lo pensaría, y ahora seguro que piensa que le voy a decir que sí.
Me siento en la isla de la cocina y empiezo a devorar mi desayuno ya frío. El hambre me estaba matando, y he sacado la conclusión de que con el estómago vacío no pienso bien, por eso he estado en un mood estúpido hoy. Como en silencio durante un buen rato, muy pensativa.
¿Por qué sigo pensando en el trato? Estoy desesperada con todo esto.
Después de comer y darme una ducha, me dejo caer boca arriba en mi cama, sintiendo cómo el peso del día me aplasta. A pesar de todo lo que he hecho, esa idea loca sigue rondando en mi mente como un eco inquietante. Paso ambas manos por mi rostro, la frustración apretando mis mejillas. Necesito desahogarme con alguien; si no lo hago pronto, voy a volverme loca.
Con un impulso repentino, me levanto y corro hacia mi teléfono. Marco el número con ansiedad y, tras varios tonos que parecen eternos, escucho que alguien descolga.
—Hola, rubia —saluda Vera con su voz alegre del otro lado de la línea.
—Hola, ¿qué tal? Te llamo porque… ¿podrías venir? —pregunto, sintiendo una punzada de aprehensión. Tal vez tiene mil cosas que hacer y yo solo soy una molestia más en su día.
—Estoy bien, claro que puedo ir. ¿Estás bien? —responde ella con preocupación.
—Mmm, sí, sí lo estoy —respondo, mordiéndome la uña del dedo índice—. Sabes... si no puedes venir, no te preocupes. Podemos hablar mañana; además, mira la hora...
—No, no, para nada. Estoy disponible, no te preocupes, rubia. ¡Enseguida voy! —dice ella, y antes de que pueda decir algo más, cuelga.
Vera es, sin duda, la mejor amiga que podría existir en este planeta. A excepción de Dafne, quien se ha convertido en una decepción en mi vida. Eso no significa que no sea buena persona ni que la odie; compartimos muchos momentos juntas y la quiero de verdad. Pero ya no estoy a su lado como antes, y cada vez que estoy frente a ella, veo un lado que no me gusta.
Sé que al querer ser representante del aula y la próxima directora del comité estoy armando una guerra con Dafne. Pero estoy cansada de quedarme atrás y esconderme porque otros lo desean. Necesito un cambio pronto.
Me asomo a la ventana, sintiendo cómo la brisa fresca del anochecer acaricia mi rostro. El cielo se tiñe de un suave tono anaranjado mientras pasa el tiempo . De repente, un auto rojo brilla bajo la luz del ocaso mientras se estaciona frente a mi casa.
Con una mezcla de emoción y ansiedad, bajo rápidamente las escaleras. Al abrir la puerta, ahí está Vera, con los brazos abiertos y una sonrisa que ilumina su rostro. Sonrío levemente y la envuelvo en un abrazo cálido, sintiendo su energía reconfortante. Me alejo un poco para mirarla mejor; su cabello ondea con el viento, resaltando su alegría.
—¡Ven, pasa! Hace mucho frío aquí —le digo, dándole paso con un gesto amable.
Ella entra con gracia y juntas nos dirigimos a la cocina. Nos sentamos en la isla de la cocina una frente a la otra.
—Gracias por venir —suelto con sinceridad, dejando escapar un suspiro de alivio.
—Tranquila, está bien —responde Vera con una sonrisa triste—. Me preocupé por ti y por el moretón; sé que debe ser complicado para ti.
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Chocando Mundos
RomanceBridget es la alumna ejemplar del prestigioso instituto Luxor, considerada la hija perfecta por sus padres y admirada por sus compañeros. Sin embargo, su vida simple y perfecta se desmorona cuando un rumor falso amenaza con destruir su imagen y la d...