𝟘𝟟. 𝐑𝐞𝐜𝐞𝐭𝐚 𝐝𝐞 𝐯𝐞𝐫𝐝𝐚𝐝/⁰²

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Pov. Narrador

El tiempo pasaba muy despacio para Marta, eso ya no se podía considerar una vida, llevaba casi dos años con esa rutina, no faltaron los golpes y los insultos por cada cosa mal hecha según sus padres.
Tenía miedo de llevar los platos de la cocina a un lado a otro, se le habían caído una vez por accidente y su padre le piso la mano hasta fracturar el hueso, lastimosamente, esa herida no se había curado al no mantener un buen reposo.
La comida estaba peor, sus hermanos algunas veces le pasaban más para que no se desnutriera, pero también, varias veces les descubrieron, lo que termina con ella, teniendo que vomitar todo.

Esa noche tenía un plan, esa vez sería su huida de aquel infierno, con suerte, podría suplicar en un albergue para pasar algo del tiempo, cuando todos estaban durmiendo decidió empezar su plan, tomo una pequeña mochila e intentó salir por su venta, cuando estuvo a punto de saltar noto como la tomaban del brazo y tiraban de nuevo hacia adentro, sus ojos se abrieron y se giraron con horror al ver a su madre, comenzó a intentar saltar, pero era imposible, no tenía fuerzas. Su madre la tiró contra el suelo, en ese momento ella intentó correr de nuevo hacia la salida, pero de nuevo, ese plan fue boicoteado por su padre, él la sujetó de la muñeca y la llevo a su habitación de nuevo, su madre estaba en la cama esperando, llevaba en las manos una pequeña navaja, eso no le sorprendió mucho a Marta, sabía que iba a recibir alguna herida como siempre, pero no esa horrible que le marcaría para toda la vida.

Noto el metal frío sobre su piel, cada corté, cada vez más profundo, sus gritos, lloros y súplicas empezaron a escucharse ya no solo en su casa, más bien en todo el vecindario, esa vez la hoja del objeto se adentraba más entre sus carnés, se quedó una herida muy abierta, la sangre caía a borbotones, había una enorme mancha de sangre en el suelo, cuando ella pensó que ya habían terminado fue cuando noto el mayor dolor de su vida, sintió de nuevo la afilada hoja de metal, esta vez los gritos y lloros eran tan altos que varios perros de las casas vecinas empezaron a ladrar, luego notó una gran des tensión en el talón, la sangre comenzó a caer como si fuera una especie de fuente, su madre, le había cortado todo un trozo del tendón del talón, ella se quedó gritando y llorando aún más fuerte, a sus padres les dio igual, su madre le cosió de mala manera el talón, solo para que no saliera una abundante cantidad de sangre.

Al día siguiente despertó en un hospital, durante toda la noche estuvo perdiendo sangre, muchas cantidades, la habían curado adecuadamente la herida, esos maltratadores inventaron una estúpida excusa de cómo había pasado, no muy creíble, cuando Marta quiso decir la verdad los doctores no le hicieron caso, simplemente, sus padres les había sobornado con dinero para no ayudarla, ese fue el día que ella entendió que jamás podría estar segura.
Ya no podía tampoco pensar en ningún plan de escape. En cuanto corría un poco la herida del tobillo se le abría empezando a chorrear la sangre, tuvo que designarse a no hacer nada.

Pero, ojalá, hubiera sido solo esa la única vez que pisara un hospital por temas de maltratos y abusos.
El día del cumpleaños de su hermano y el suyo sus progenitores cómo todos los años a ella no le hicieron fiesta ni la felicitaron, en cambio, a su hermano le dieron de las mejores fiestas de todas, no podía estar enfadada con él y con su hermana, ellos no habían hecho eso, además siempre la intentaban ayudar.
Ese día se quedó sin poder ni moverse de la cama, había olvidado poner una lavadora a tender y justamente en esa estaba el traje que se iba a poner su padre, con la hebilla del cinturón le hizo varias heridas en la espalda, no paró hasta que en una de las cicatrices más grandes empezó a salir sangre, entonces se fue, ella empezó a llorar más fuerte mientras se arrastraba hasta llegar a su cama y tomar un botiquín de debajo, teniendo que intentar curarse por sí misma, en ese lugar que le había dado varías veces provocando un gran agujero en su piel y al estar en la espalda le era muy difícil curarselo.

ɢᴏʟᴅ ʜᴇᴀʀᴛ | 𝓢𝓽𝓪𝓷𝓯𝓸𝓻𝓭 𝓟𝓲𝓷𝓮𝓼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora