𝟙𝟙. 𝐒𝐢𝐧𝐜𝐞𝐫𝐢𝐝𝐚𝐝

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Pov. Stanford

Me desperté bastante más temprano de lo que habitualmente lo hacía, estaba muy nervioso, casi no pude conciliar el sueño aquella noche, no me sentía así desde hacía años, hoy sería cuando me declararía a Marta, estuve hablando con Stan la noche de antes sobre como debía de confesarme, creo que todo saldrá bien..., eso esperó.

Aún estaban todos durmiendo en la casa, fui con cuidado y salí de la cabaña en dirección al pueblo. Cuando llegue, las tiendas estaban empezando a abrir; estupendo, no tendría que esperar mucho para comprar. Solo esperó que le vaya a gustar, no por el dinero gastado, eso es lo de menos, más bien, por el hecho que hace años no sentía algo así por una persona, y ya no sirve de nada negarlo.

Cuando volví de las compras ya estaban despiertos Soos y su abuelita, no me tomaron mucha importancia porque varias mañanas salía a andar al amanecer, con cuidado me dirigí hasta la habitación de Marta y abrí la puerta, ella seguía durmiendo plácidamente en su cama, me senté a su lado y le acaricié la mejilla mientras le movía un poco de pelo que tenía en su cara.

- Marta, despierta, dormilona, debemos salir a andar, vamos.

Ella solo se movió un poco y me dio la espalda girándose hacia la otra dirección mientras se quejaba con su voz adormilada, era una monada.

- Mmm... cinco minutos más, Ford...

- No, lo siento mucho, debemos de irnos ya. Hoy la cascada de los otros días se va a teñir de colores por el reflejo de la luz en las piedras de la base, y es en una hora, vamos, pequeña.

Marta se levantó frotándose los ojos mientras bostezaba, se veía siempre igual de hermosa, aun con el pelo desordenado y esa carita de sueño, es perfecta.
Salí de la habitación para que se vistiera. Cuando estuvo lista, la tomé de la mano saliendo de nuevo, esta vez, hacia el bosque.
La pobre aún estaba algo adormilada, me daba ternura verla cerrando los ojos, parecía un pequeño gatito que necesitaba volver a sus dieciséis horas de sueño, pero, al llegar hasta el lago su expresión cambio, justo el agua comenzó a teñirse con colores cálidos y alegres, se acercó con cuidado mirando el fondo, yo la seguí y me senté a su lado mirando el lugar, pero, la miraba más a ella.

- Es hermoso, tenías razón, Ford.

- Sí, pero, tú te ves aún más hermosa.

Le tomé de la mano mirándola sonriendo, noté cómo se sonrojó por ese tacto, no dijimos nada durante unos minutos, aunque, tampoco teníamos mucho que decir, era agradable simplemente estar juntos.

- Oh... Marta, yo... umm te necesito decir algo, porque, esto ya no me lo debería callar, nos puede hacer mal a ambos si seguimos así.

- ¿De qué hablas, Ford? ¿Es algo malo?

- No, no, para nada, solo, que, yo no... no sé cómo te vayas a tomar esto y tengo miedo de que te alejes de mí...

- Jamás me iría de tu lado, Stanford, eres mi mejor amigo.

- Y ese es el problema... no quiero ser solo un amigo para ti Marta, yo... yo ugh no se cómo explicarlo, hace muchos años que no hago algo así y tú... no se ni siquiera si vas a entender esto, debería de haberte dado más clases sobre el tema antes de hacer esto...

- Te noto muy raro, Stanford...

Suspiré y me separé de ella, metí las manos en mi gabardina y saqué una caja rectangular de un color granate bastante brillante, sonreí y se la di.

- Bien, abre la caja, quizás así me dé el impulso para encontrar las palabras adecuadas.

Marta se sorprendió por eso, pero sonrió, se veía tan linda. Cuando abrió la caja, se sorprendió. Sus ojos le brillaron de emoción.
Era un colgante con un corazón de oro, y no era bisutería barata, era de oro puro, quizás fuera algo muy caro para solo pedir ser pareja, pero, no me importaba, era un momento especial y ella se merecía algo especial.

ɢᴏʟᴅ ʜᴇᴀʀᴛ | 𝓢𝓽𝓪𝓷𝓯𝓸𝓻𝓭 𝓟𝓲𝓷𝓮𝓼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora