Capítulo 12

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Narcissa se sentó en la cama de la cabaña, mirando a Draco dormir. Aunque su rostro estaba sereno, ella podía notar el sufrimiento que se escondía detrás de sus ojos cerrados. Su pequeño dragón, siempre tan fuerte y seguro de sí mismo, ahora parecía frágil y vulnerable.

Narcissa se sintió invadida por una oleada de decepción y culpa. No había podido proteger a su hijo, no había podido evitar que Lucius lo utilizara para sus propios fines. La idea de que su esposo hubiera sacrificado la felicidad y la seguridad de Draco por el poder la llenaba de rabia y dolor.

Mientras miraba a Draco, Narcissa notó cómo su piel parecía más pálida y delgada que nunca. Ya se le podía notar el embarazo, y ella sabía que eso solo empeoraría las cosas. Lucius no se detendría hasta conseguir lo que quería, sin importar el costo.

Narcissa apretó los puños, sintiendo una ira que nunca había sentido antes. Jamás perdonaría a Lucius por lo que había hecho. Usar a su propio hijo para conseguir poder era algo inimaginable, y ella no podía creer que hubiera llegado tan lejos.

- Draco, mi pequeño dragón, no te preocupes, estoy aquí para ti. No dejaré que te lastimen más. - susurró Narcissa, acariciando suavemente el rostro de su hijo.

Draco se movió ligeramente, y Narcissa se dio cuenta de que estaba empezando a despertar. Ella sonrió débilmente, preparándose para enfrentar todo por su dragón.

Draco abrió los ojos, y Narcissa vio la fatiga y el dolor reflejados en ellos. Su hijo se sentó lentamente, apoyándose en los brazos de la cama.

- Madre... - susurró Draco, su voz débil.

Narcissa se acercó a él, abrazándolo con fuerza.

- Estoy aquí, Draco. Estoy contigo. - susurró.

Draco se recostó en su madre, permitiendo que ella lo sostuviera. Por un momento, pareció olvidarse de todo y simplemente se dejó llevar por el consuelo de su abrazo.

- Lo siento, madre... No pude evitarlo... Lucius me obligó... - dijo Draco, su ojos llenos de lágrimas.

Narcissa lo interrumpió, acariciando su cabello.

- No digas eso, Draco. No es tu culpa. Tu padre es el responsable de todo esto. - Dijo.

Draco se separó de su madre, mirándola con ojos llenos de dolor.

- ¿Qué voy a hacer, madre? No puedo seguir así... No puedo permitir que me utilicen de esta manera. - Dijo.

Narcissa miró a su pequeño dragón acostado en la cama, su corazón se desgarraba al ver a Draco cada vez más débil. La palidez de su piel y el brillo apagado de sus ojos grises la llenaban de preocupación.

- Draco, mi amor, no te rindas, mi pequeño dragón. Estoy aquí para ti. - susurró Narcissa, acariciando suavemente su cabello.

Draco abrió los ojos, su mirada vacilante.

- Madre... no puedo más. Mi bebé... me está consumiendo. - susurró draco.

Narcissa apretó los dientes, conteniendo su ansiedad.

- No te preocupes, Draco. Encontraremos una solución. Tu padre ya no tiene poder sobre ti. - dijo Narcissa.

Pero Draco sabía que la magia de Potter era su única esperanza. Y eso lo llenaba de desesperación.

- Madre... ¿y si no hay forma de detener esto?, ¿Y si no puedo proteger a mi bebé?. - preguntó, su voz llena de miedo.

Narcissa sonrió, besando la frente de su hijo.

- No te preocupes, Draco. Estoy aquí para ti. Juntos, encontraremos la forma de superar esto. - Dijo Narcissa.

Draco guardo silencio, no quería preocupar más a su madre, pero cada día dejaba de sentir su magia y temía perderlá para siempre, suspiro y se acostó.

- Preparere algo para cenar, cariño. - susurró Narcissa.

- No tengo hambre. - susurró draco.

- Nada de eso, ya vuelvo. - dijo Narcissa.

Draco se sumergió en un sueño intranquilo, su mente llena de pensamientos y recuerdos que no podía sacudir. La imagen de Harry Potter se le aparecía una y otra vez, recordándole lo que había pasado.

- ¿Cómo pude permitir que esto sucediera?. - se preguntaba Draco, su corazón lleno de dolor y arrepentimiento.

La puerta de la habitación se abrió y Narcissa entró con una bandeja de comida.

- Draco, cariño, debes comer algo. - dijo Narcissa, su voz suave.

Draco se sentó en la cama, su mirada vacilante.

- No tengo hambre, madre. - dijo.

Narcissa se acercó a él, su rostro lleno de preocupación.

- Draco, debes comer. Necesitas mantener tus fuerzas. - insistió.

Draco suspiró y tomó un poco de comida, pero no podía evitar pensar en Harry Potter y en lo que había pasado.

- Madre. - dijo de repente.

- Sí, cariño. - respondió Narcissa.

- ¿Crees que Potter... sabe de mi embarazo?. - preguntó Draco, su voz llena de miedo.

Narcissa se detuvo, su mirada pensativa.

- No lo sé, Draco. Pero no importa. Lo que importa es que estás a salvo y que vas a tener un bebé. - dijo.

Draco asintió, pero no podía sacudir la sensación de que Harry Potter lo odiaría aún más por lo que había pasado.

- Madre. - dijo de nuevo.

- Sí, cariño. -  respondió Narcissa.

- ¿Qué pasará si... Potter no quiere que tenga este bebé?. - preguntó Draco, su voz llena de temor.

Narcissa se acercó a él, su rostro lleno de preocupación.

- No te preocupes, Draco. No dejaré que nadie te separe de tu bebé. Eres el padre y tienes derecho a estar con tu hijo. - dijo.

Draco se sintió un poco mejor, pero la duda y el miedo seguían presente en su mente.

- Gracias, madre. - dijo, su voz suave.

Narcissa sonrió y lo abrazó.

- No hay nada que agradecer, Draco. Soy tu madre y siempre estaré aquí para ti. - dijo.

Draco se recostó en su madre, sintiendo un poco de paz por primera vez en mucho tiempo.

Pero la pregunta seguía en su mente: ¿qué pasará cuando Potter sepa la verdad?

Imperius.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora