Entre sueños y estrellas

19 3 0
                                    

(Desde la perspectiva de Regulus Black)

El sol apenas comenzaba a filtrarse por las gruesas cortinas verdes y plateadas de la habitación de Luz. El ambiente estaba tranquilo, y el calor que sentía a su lado era reconfortante. Regulus abrió los ojos lentamente, sintiendo la suavidad de las mantas sobre él, pero lo que lo hizo sonreír de verdad fue la presencia que estaba justo a su lado: Luz. Estaba dormida, con su cabeza apoyada suavemente sobre su brazo, mientras sus cabellos dorados caían en suaves mechones sobre su almohada. Sin mover mucho el cuerpo, bajó la mirada hacia ella, observándola con ternura, algo que no solía permitirse.

No era común para él relajarse de esa manera. En su mundo, el control era lo más importante. Pero ahí, en esa cama, rodeado por el silencio de la mañana, Regulus sentía que por primera vez en mucho tiempo no tenía que preocuparse por nada.

No pudo evitar mover su mano lentamente, acariciando una pequeña hebra de cabello que caía sobre su rostro. Sonrió apenas. "Estrellita", pensó, recordando el apodo que le había dado en diciembre, como si fuera un tesoro secreto que compartían solo ellos dos. Era un nombre que encapsulaba lo que ella representaba para él: una luz constante en medio de su oscuridad.

Su mente vagó por los recuerdos de la fiesta de la noche anterior. Un poco de alcohol corriendo por sus venas, música fuerte, y el ambiente cargado de energía. No era su estilo de fiesta, pero verla a ella disfrutar y reír lo había hecho sentir más ligero. Terminaron la noche allí, en su habitación, entre risas y conversaciones que fluían como si no hubiera pasado tiempo. Los besos habían sido suaves, llenos de una conexión que no había experimentado antes. Aunque la noche fue algo borrosa en ciertos momentos, el sentimiento de paz y complicidad seguía tan claro como el cristal.

Mientras miraba a Luz dormir, Regulus pensó en lo surrealista que se sentía todo. Él, el perfecto heredero de la familia Black, siempre tan enfocado en mantener las apariencias y seguir el camino que su familia había trazado para él, se sentía ahora atrapado entre el deber y el deseo. La chica que estaba a su lado era, de alguna manera, la respuesta a muchas preguntas que él no había sabido que tenía.

Cerró los ojos un momento, apoyando su frente contra la suya. Sintió su respiración tranquila y estable, y algo dentro de él se calmó. La idea de levantarse y volver a la realidad no le atraía, pero sabía que eventualmente tendría que hacerlo. Afuera, el mundo seguiría girando, con sus presiones, sus reglas y sus expectativas, pero en ese momento... en ese lugar... todo lo que importaba era ella.

De repente, Luz se movió un poco, abriendo lentamente los ojos y encontrándose con la mirada de Regulus.

—Buenos días, Estrellita —le susurró él, sin poder contener una sonrisa suave en sus labios.

Luz parpadeó un par de veces antes de sonreír, todavía somnolienta.

—Buenos días, Regulus —dijo, su voz apenas un susurro—. ¿Cuánto tiempo llevas despierto?

—Lo suficiente —respondió él con un tono juguetón—. No quería despertar a mi estrella antes de tiempo.

Ambos compartieron una pequeña risa, ligera y cálida. El mundo parecía lejano y menos amenazante, al menos por un momento más.

Regulus observaba cómo los ojos de Luz brillaban mientras despertaba por completo. Aquella paz que sentía al estar cerca de ella, esa calma que jamás había experimentado antes, lo hacía querer detener el tiempo. No había palabras para describir lo importante que se había vuelto para él en los últimos años.

Luz se estiró despacio, todavía con una sonrisa perezosa en los labios, y su cuerpo se movió un poco más cerca de Regulus, acortando la distancia entre ellos.

—¿Sabes qué hora es? —preguntó Luz, con la voz todavía rasposa por el sueño.

Regulus miró hacia la ventana, donde la luz matutina comenzaba a filtrarse más fuerte entre las cortinas.

—Debe ser temprano... pero no lo suficiente como para preocuparnos todavía —respondió, con una chispa traviesa en los ojos.

Luz soltó una pequeña risa, y luego se giró para quedar de espaldas, mirando al techo. Ambos permanecieron en silencio por unos segundos, disfrutando de la tranquilidad. El mundo fuera de esa habitación podía esperar.

—Anoche estuvo bien, ¿no crees? —preguntó Luz, rompiendo el silencio.

Regulus asintió, recordando la fiesta de los mellizos. Había sido más de lo que esperaba. La música, la risa, la gente, y, por supuesto, los momentos que compartió con ella hicieron que la noche fuera inolvidable. Aunque, si era sincero consigo mismo, lo que más recordaba eran los momentos en que había podido estar a solas con Luz. Esos pequeños instantes donde las palabras no eran necesarias.

—Sí, estuvo bien... aunque —Regulus hizo una pausa, mirándola de reojo—, creo que lo mejor de la noche fue el final.

Luz lo miró de vuelta con una ceja levantada, pero su sonrisa juguetona no tardó en aparecer.

—¿Ah, sí? —preguntó, fingiendo desinterés.

Regulus no respondió de inmediato, sino que se inclinó hacia ella, su mirada profunda conectando con la suya.

—Definitivamente —susurró.

El aire entre ellos se volvió más denso por un segundo, pero Luz rompió el momento con una risita, empujándolo ligeramente en el hombro.

—Eres incorregible, Regulus Black.

—Solo contigo, Estrellita.

Luz rodó los ojos, pero una risa suave escapó de sus labios mientras se incorporaba para sentarse en la cama. Regulus la observó en silencio, admirando cómo su cabello caía en desorden sobre sus hombros y cómo incluso en ese estado, ella parecía iluminar la habitación. Era un pensamiento que le sorprendía cada vez más.

Finalmente, él también se incorporó, sabiendo que, aunque deseara lo contrario, pronto tendrían que enfrentarse al día. Ya no estaban en la tranquilidad de la fiesta, ni en la intimidad de la habitación. Afuera, la realidad aguardaba, con todas sus complicaciones.

—Tendremos que enfrentarnos a los demás en algún momento —dijo Luz, como si leyera sus pensamientos.

—Lo sé —respondió Regulus, estirando los brazos—. Pero no ahora. Ahora podemos tomar nuestro tiempo.

Ella sonrió, y juntos, compartieron unos minutos más de paz antes de que ambos se levantaran de la cama. Mientras Luz recogía su vestido y Regulus volvía a ponerse su camisa, intercambiaban pequeñas palabras sobre la fiesta, las bromas de Sirius, y cómo Peter había terminado dormido en un sofá en mitad de la celebración.

Regulus sabía que, aunque el mundo esperara fuera de esa puerta, los momentos que compartía con Luz eran su refugio, y no estaba dispuesto a dejar que la presión externa los rompiera. Mientras ambos se preparaban para salir, él sabía que su relación con ella solo seguiría creciendo. Después de todo, entre los secretos y las sombras que ambos guardaban, habían encontrado en el otro una luz que los guiaba. Y eso era más que suficiente para él.

Antes de salir por la puerta, Regulus tomó su mano por un instante, atrayendo su atención una vez más.

—Feliz mañana, Estrellita —murmuró, con una sonrisa cálida.

Luz lo miró por un segundo, sonriendo también.

—Feliz mañana,my Regie.

Y juntos, abrieron la puerta para enfrentarse al mundo, sabiendo que, pase lo que pase, mientras estuvieran juntos, todo estaría bien.


Eternal-Regulus Black y tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora