Primeras Nieves, Primeras Confidencias

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5 de diciembre de 1972, Jardines de Hogwarts

El aire helado de diciembre envolvía los terrenos de Hogwarts, y la primera nevada del año había caído esa mañana, cubriendo todo de un manto blanco y brillante. Luz caminaba rápidamente hacia los invernaderos para su clase de Herbología, abrigada hasta el cuello con su túnica de invierno. Mientras se apresuraba, se dio cuenta de que el castillo, normalmente bullicioso, parecía estar mucho más silencioso bajo la nieve, como si todo el mundo estuviera más calmado.

En ese momento, vio una figura familiar cerca de los invernaderos. Regulus Black, su compañero de casa, estaba solo, observando la nieve que caía lentamente sobre el lago congelado. Luz se detuvo un instante, dudando si acercarse. A pesar de que se conocían desde septiembre, y él siempre parecía tan reservado, había algo en su comportamiento que la intrigaba.

Finalmente, decidió acercarse.
—¿No tienes clase ahora, Regulus? —preguntó Luz, su voz rompiendo el silencio del ambiente.

Regulus giró la cabeza, sorprendido al verla, pero enseguida esbozó una ligera sonrisa.
—Tengo un hueco libre. Me gusta venir aquí cuando está todo cubierto de nieve. Es más... tranquilo.

Luz asintió, comprendiendo.
—Sí, es como si el castillo cambiara por completo cuando nieva. A veces necesito un respiro de todo el bullicio.

Se quedó a su lado, mirando el lago. Durante un momento, ninguno de los dos habló, pero el silencio no era incómodo. Luz sentía que había algo más profundo detrás de la calma de Regulus, algo que no solía mostrar delante de los demás.

Finalmente, él rompió el silencio.
—¿Te llevas bien con tu hermano? —preguntó, con una seriedad que la tomó por sorpresa.

Luz lo miró de reojo, tratando de adivinar a dónde iba con la pregunta.
—Con Lucius... sí, supongo que sí. Aunque tenemos nuestras diferencias. Él es más... no sé, más estricto en algunas cosas. ¿Por qué lo preguntas?

Regulus bajó la mirada, pateando suavemente la nieve con sus zapatos.
—Solo pensaba en lo diferente que es la gente, incluso en una misma familia.

Luz se dio cuenta de que la pregunta no era solo sobre Lucius, sino sobre su propio hermano. Conocía a Sirius lo suficiente como para saber que él y Regulus tenían una relación complicada, aunque no hablaban mucho de ello. Decidió no presionar demasiado, pero le ofreció una pequeña sonrisa de comprensión.

—Las familias pueden ser difíciles. A veces, los hermanos no siempre se entienden —dijo, sin querer sonar demasiado inquisitiva.

Regulus la miró de nuevo, sus ojos grises reflejando algo más suave en ese momento.
—Sí, supongo que sí.

El viento sopló suavemente, haciendo que Luz se envolviera más en su túnica. Pero no se movió. Había algo en ese momento que la hacía sentir extrañamente conectada a Regulus. Tal vez fuera la frialdad del invierno o el silencio compartido, pero parecía que los dos estaban en un lugar donde las palabras no eran del todo necesarias.

—No suelo hablar mucho con los demás —confesó Regulus de repente, sorprendiendo a Luz—. Pero tú... eres diferente.

Luz lo miró, un poco sorprendida por su franqueza.
—¿Diferente cómo? —preguntó con curiosidad.

Regulus pareció dudar un momento antes de responder.
—No lo sé. No me siento obligado a demostrar nada cuando estoy contigo. No es como en casa o en las reuniones con otras familias de sangre pura. Eres... simplemente Luz.

Luz sonrió, algo avergonzada pero también halagada. Era extraño escuchar algo así de Regulus, que siempre parecía tan distante y controlado.
—Me alegra escuchar eso, Regulus. Porque tú tampoco tienes que demostrarme nada. No soy como Lucius o los demás. Solo somos... nosotros.

Regulus le devolvió la sonrisa, más relajado que antes.
—Supongo que tienes razón.

Pasaron unos minutos más en silencio, observando cómo la nieve seguía cayendo suavemente. Luz sintió que, aunque todavía no lo comprendía del todo, algo estaba cambiando entre ellos. No era exactamente amistad, pero tampoco era indiferencia. Era algo en el medio, algo que quizás aún tardaría en florecer, pero que ya estaba ahí, creciendo poco a poco.

—¿Te importa si te acompaño a clase? —preguntó Regulus, rompiendo el silencio de nuevo.

Luz lo miró con sorpresa, pero asintió con una sonrisa.
—Claro, vamos.

Los dos caminaron juntos en dirección a los invernaderos, dejando atrás el lago y las primeras huellas en la nieve fresca. Aunque no lo sabían, este sería solo el comienzo de muchas más caminatas compartidas, donde la confianza y los sentimientos empezarían a tejer una conexión cada vez más fuerte.

Eternal-Regulus Black y tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora