Luffy x lectora | ❝No importa que tan difícil o imposible sea, no le pierdas la vista a tu objetivo...❞
¿Qué hace que una promesa sea vinculante?
Un argumento es porque se crean expectativas en el prometido, expectativas que sería moralmente incorr...
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—Dicen que tener sexo incrementa el rendimiento laboral. ¡Luffy y yo vamos a ser productivos!
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Deje la doceava jarra de sake que tomaba hoy y miré con mala cara cómo una fila de sirenas se acercaba a Luffy dándole carne mientras él no podía ocultar lo contento que estaba.
Chasquee la lengua y mire a Zoro cuando soltó una carcajada.
—¿Qué? —hablé de mala gana.
—Si sigues con el entrecejo fruncido, te saldrán arrugas —tomó otro sorbo de su sake —O al menos eso dicen. Ten.
Agarré la nueva jarra que me dio y bufé antes de tomar.
—¡Delicioso! —oí a Luffy.
—Puedes comer todo lo que quieras.
—¿De verdad? ¡Gracias! Claro que voy a querer más.
—Hasta aquí —susurré levantándome y Zoro rio cuando casi me caigo por la rapidez que lo hice —Espérame —lo señalé —Aún beberemos juntos, solo que-...
—Luffy-san, le tengo una pregunta algo íntima.
—... ya no aguanto —dije entre dientes y le di mi jarra a Zoro antes de acercarme a Luffy que observaba a la sirena, algo confundido.
Me acerqué bajo la mirada atenta de los demás y sujeté a Luffy de su camisa antes de acercarme y besarlo delante de todos.
Abrí un poco los ojos y miré de reojo a la chica con el ceño fruncido, ocasionando que retroceda un poco asustada.
Me separé de Luffy después de unos segundos y me sonrojé de golpe al verlo mirarme entre confundido, pero con un brillo en los ojos.
Escuché la risa de la tripulación y lo solté algo avergonzada por mi actuar y me alejé yendo donde estaba antes.
—Lo siento —oí su risita —Voy a ir con ella, puedes preguntarle a otro sobre lo que me dijiste —escuché sus pasos y me detuve en medio del camino cuando se puso delante de mí, sonriendo.
—¿Qué? —susurré desviando la mirada y me dio ganas de seguir tomando para olvidar lo que hice.
—¿Cómo dijo que se llamaba eso? —preguntó girando su cabeza donde estaba Zoro y fruncí el ceño —¡Ah! ¡Sí! ¡Estás celosa! —rio risueño.
¿Qué? ¿Celosa? ¿Yo?
Para nada.
—Qué estupidez —lo rodeé negando, oyendo su risa. Sabía que le resultaba divertido mi actuar en este momento —Solo presumo lo que es mío.
