Capítulo 5: ¡La próxima vez!

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Pasaron dos días sin apenas conmoción ni actividad. En realidad, no pasó nada, aparte del silencio constante. Sesshomaru no intentó meterse con Inuyasha, dejándolo solo por el momento, como Inuyasha había esperado. Dai acudía a su habitación cada vez que la necesitaba, instándolo cada vez a que saliera de su habitación. Sin embargo, Inuyasha no quería hacerlo, ya que tenía más sueños de él y Sesshomaru apareándose. Su celo lo estaba sofocando y no sabía cómo detenerlo.


-¿Dónde está Sesshomaru? -preguntó Inuyasha un día, sintiendo que quedarse en esa habitación no lo ayudaría en nada. Dai le estaba comprando un nuevo fundoshi, los otros estaban manchados de sangre. Su sangrado se estaba volviendo más leve, no tan severo o pesado como el día anterior. Pensó que podría moverse más, ya no se sentía como si estuviera sentado en su propia sangre.

-Vigilando sus tierras. -No habló por un segundo, su nariz se movió nerviosamente mientras olfateaba el aire. Inuyasha estaba sentado en la fuente termal, con los ojos entrecerrados mientras la observaba a través de la puerta. Ella se puso de pie, caminó hacia la fuente termal y colocó su traje de rata de fuego con un fundoshi nuevo junto al borde.

-Tu olor ha cambiado, Inuyasha. ¿El sangrado se ha detenido o ha empeorado? -preguntó Dai, mientras Inuyasha negaba con la cabeza.

-No es tan pesado, pero aún no ha terminado -le dijo. Dai asintió con la cabeza, entendiendo. Ella se dio la vuelta para alejarse, Inuyasha la llamó por su nombre y la detuvo. Ella lo miró, Inuyasha suspiró cansado.

-No pongas la barrera hoy, voy a salir -le dijo, mientras Dai entrecerraba los ojos con preocupación.

-No podrías hacerlo. Los guardias que vigilan las puertas principales seguramente te capturarían y te traerían de vuelta aquí -Inuyasha puso los ojos en blanco. Para un demonio que ha estado aquí durante trescientos años, esperaba que ella se diera cuenta de lo que él reconoció en su primer día aquí.

"La puerta principal no es la única salida".

Dai frunció el ceño y miró hacia la ventana. Ya no llovía, pero en pleno otoño todavía hacía frío. Se dio la vuelta cuando Inuyasha salió del agua y abandonó su habitación. Un guardia pasó por allí y Dai le sonrió. Él le devolvió la sonrisa y continuó con su control diario del segundo piso. Si no hubiera estado distraído por Dai, se habría dado cuenta de que mantenía la puerta de Inuyasha entreabierta.

"Buena suerte."

Inuyasha esperó a que Dai se alejara de la puerta antes de dirigirse hacia ella, escuchando en silencio. Pasó a hurtadillas por el estrecho umbral y entró en el pasillo. Miró a su alrededor, con las garras en la palma de la mano, listo. No se oía ningún sonido, solo los pasos de Dai que se alejaban.

Regresó a su habitación y cerró la puerta suavemente. Vio que la puerta brillaba por un segundo, la barrera estaba nuevamente en su lugar. Se acercó a la ventana y vio que había barrotes que le impedían el paso. Los cortó con sus garras, el metal se deshizo solo para volver a unirse. Inuyasha resopló, se los arrancó y los arrojó sobre la cama, junto con su hakama ensangrentado. Esperaba que el olor los despistara, pero sabía que Sesshomaru notaría su partida.

El enorme culo estaba obsesionado con algo que no podía tener.

Inuyasha saltó por la ventana antes de que los barrotes pudieran regenerarse, aterrizando sobre hierba suave en lugar de barro húmedo.

-¡Eh, tú! ¡Vuelve adentro! -Inuyasha levantó la vista al oír el grito y vio a un guardia que parecía estar realizando su primera patrulla. Inuyasha saltó cuando se lanzó contra él y lo pateó. Su pie se estrelló contra su espalda y el guardia se estrelló de cabeza contra la pared. Inuyasha olió que era humano y comprobó si seguía vivo. Aún respiraba, pero Inuyasha no olía sangre. Miró a su alrededor y no olió a nadie más.

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