Capítulo 20: Llamas de amor

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+:::Tres meses:::+


-Mira, Sesshomaru. -Sesshomaru levantó la vista de su pergamino, Inuyasha y los gemelos jugaban en su oficina. Inuyasha sostenía la cintura de Katsu, el pequeño niño sobre sus manos y rodillas. Parecía inestable, su hermana estaba acostada en el suelo y lo observaba. Katsu movió las manos torpemente, una amplia sonrisa desdentada en sus labios mientras miraba a Jaken. Después de una larga disculpa después de que se le negara estar cerca de los cachorros, Inuyasha finalmente le permitió verlos. Sin embargo, Sesshomaru aún no le había devuelto su bastón.

-Ve con papi -le dijo Jaken a Katsu en un tono incómodo, temeroso de que Inuyasha se enojara con él si lo tocaba. Sin embargo, Inuyasha estaba sonriendo y soltó su cintura. Katsu gritó cuando comenzó a moverse, teniendo una idea de cómo equilibrarse. Jaken se echó hacia atrás y señaló a su padre.

-Ve a la... -Pero no pudo terminar la frase, Katsu se acercó a él y le tocó la cara. Jaken se quedó relativamente quieto, Katsu se rió cuando parpadeó. Cayó de espaldas sobre su trasero, Jaken confundido. Parpadeó, Katsu se rió como si fuera la cosa más divertida del mundo. Incluso Kumiko se rió, ambas caritas rojas de tanto reír. Jaken recogió la manga de su kimono, vacilante en sus movimientos mientras la colocaba en la barbilla de Katsu. Se secó la baba con cuidado, Katsu cayó hacia adelante y se arrastró hasta su regazo, recostándose. Jaken miró asustado a Inuyasha.

Inuyasha negó con la cabeza, sorprendido de que el molesto sapo le tuviera miedo.

Inuyasha cogió a Kumiko en brazos mientras Jaken acariciaba vacilante el pelo de Katsu, sin saber qué hacer con un bebé, y mucho menos con el de Inuyasha. Katsu cerró los ojos y se quedó dormido. Jaken estaba aterrorizado de no despertarse e Inuyasha pensaría que lo había matado.

Inuyasha colocó a Kumiko sobre su trasero, primero enseñándole a sentarse. Ella se inclinó hacia adelante y hacia atrás y primero, con sus ojos puestos en su padre. Ella se estiró hacia él, Sesshomaru sonriendo. Levantó el pergamino que había dejado de leer hace un rato, colocando su codo sobre su escritorio y su barbilla sobre su palma. Levantó una ceja, Kumiko riendo mientras caía hacia adelante, cansada de aprender a sentarse y queriendo aprender a gatear para poder llegar hasta papá. Inuyasha la sujetó por la cintura para ayudarla a mantener el equilibrio, Kumiko miró hacia sus brazos.

Levantó un brazo gordo y lo bajó, haciendo lo mismo con el otro. Pateó con los pies, tratando de averiguar cuál iba primero y qué pierna iba con cada brazo. Le tomó un buen rato, pero lo logró, Inuyasha la dejó ir. Se arrastró mucho más rápido que su hermano, riendo mientras se dirigía hacia su padre. Rodeó el escritorio, Sesshomaru se agachó y la levantó del suelo.

Sus orejas se movían y, aunque habían pensado que sería como Inuyasha y se volvería humana una vez al mes, no fue así. Sus orejas eran solo un accesorio muy lindo.

-Lo hiciste bien -le dijo, Inuyasha recordó cuando le dijo que arrullarlos solo aseguraría que hablaran de esa manera. Les habló como si estuviera hablando con un adulto, pero fue más dulce y afectuoso. Kumiko abrazó su cuello, riendo cuando la hizo rebotar en su regazo. Sacó su pergamino nuevamente, Kumiko lo miró con curiosidad. Eran cosas aburridas sobre cómo les iba en sus tierras y qué lugares necesitaban cultivos, peces o agua. Sin embargo, Kumiko estaba interesada.

Katsu se despertó al oír su voz, dejando a Jaken, que se había relajado físicamente, y se acercó a su padre. Sesshomaru lo levantó y lo colocó también en su regazo. Les leyó a ambos y Kumiko abrió el pergamino más veces cuando fue necesario. Eran inteligentes, ya sabían cómo salir de su cuna. Sin embargo, se quedaban tumbados en el suelo porque no sabían qué hacer a partir de ahí. A veces se arrastraban, pero después de la larga subida preferían dormir.

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